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Meg Cabot, una mente color de rosa

miércoles, 9 diciembre 2015 - 11:05
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El fenómeno internacional de literatura juvenil afirma que las lectoras adolescentes siempre van a soñar con ser princesas, y que no hay nada de conformista en eso.
 
Las escritoras que se dirigen a un público adolescente femenino tienen en la estadounidense Meg Cabot, de 48 años, su referente. Con ochenta títulos publicados, es conocida sobre todo por la serie de “El diario de la princesa”, al que pertenece el recién lanzado “La boda real”. Ha vendido 25 millones de libros en el mundo.
 
En esta entrevista realizada durante la Fiesta Literaria Internacional de Cachoeira (Flica) en el estado brasilero de Bahía, la autora habla sobre el encanto inmortal de las princesas.
 

En 2001 y 2004 la serie de “El diario de la princesa" fue llevada
al cine por Walt Disney Pictures en dos filmes, protagonizados
por Anne Hathaway y Julie Andrews.
 
¿Por qué las princesas siguen teniendo gran atractivo?
Sé que los padres se preocupan por ese tema: sienten que las historias de princesas tienen que ver con niñas indefensas a las que sólo les interesa saber de riquezas y vestidos deslumbrantes. Pero yo garantizo que hay un anhelo mucho más profundo enraizado en mis lectoras: un deseo de ser independiente, dueña de su propio destino. No existe ninguna cultura en la historia que no haya tenido la figura de una princesa. Es que las niñas son el grupo humano más desprotegido y menos privilegiado del mundo, con limitadas fuerzas y posibilidades de cambiar el ambiente en el que viven. Y ellas lo saben, conscientemente o no, y buscan maneras de luchar contra esa dura realidad. Una de ellas es el deseo de convertirse en la muchacha más poderosa de la Tierra, que gobierna en su propio castillo, y a quien todos le deben obediencia. Nadie se mete con una princesa (ni con un príncipe tampoco, es verdad).
 
¿Cómo fue su vida cuando era niña?
Mi infancia y mi adolescencia fueron difíciles. Mi padre fue alcohólico, lo que significa que mis hermanos y yo no llegamos a disfrutar muchas cosas que para las familias “normales” son comunes: viajes de vacaciones divertidas, recibir en casa visitas de amiguitos, un sentimiento de seguridad. No me gusta hablar de eso porque es el tipo de asunto que solo los que crecieron en situaciones similares pueden entender. Tuve que encontrar a un grupo de apoyo en el que los familiares de personas adictas cuentan sus experiencias, o simplemente escuchar a otros, para encontrar consuelo y entender que aquello que sufrimos no fue culpa nuestra. En la primera historia que escribí, cuando era muy joven, “Benny, el cachorrito”, había un tornado, que era un símbolo de la vida caótica que tenía en casa. Y todos los libros que hice después tratan acerca de cómo me gustaría que hubiera sido mi familia.
 

Desconectada. Meg Cabot asegura que está cansada del Facebook, y
que prefiere leer libros cuyos personajes no están en la escuela.
 
¿Cómo es escribir para una generación que ya nace conectada?
Hoy las cosas son muy diferentes a la época en la que publiqué “El diario de una princesa”, entonces no existían las redes sociales, bueno, existían pero tenían un acceso mucho más limitado. Creo que la popularidad de algunas novelas distópicas, como “Los juegos del hambre”, nace de ahí: hablan de mundos en lo que no existe ningún tipo de social media, y algunos lectores alguna vez se han sentido sofocados por las exigencias de todas las redes en la que participan. A veces deseamos que un gran rayo electromagnético nos librase, por algunos días, de la necesidad de actualizar el Facebook, el Twitter o el Instagram. Una amiga que tiene gemelas adolescentes, me decía hace poco que Facebook parece su segundo empleo. Y mira que ella es médica.
 
El segmento de “jóvenes adultos” es hoy la estrella del mercado editorial ¿Usted lee lo que sus colegas de género publican?
La verdad es que no. Personalmente gusto de libros de misterio, con una pizca de sexo, lenguaje más picante y personajes que ya terminaron la secundaria. Siempre tengo un personaje más en la cartera. Pero los estudios demuestran que los adultos leen más literatura de “jóvenes adultos” que los adolescentes. Sin embargo, no creo que se pueda juzgar a nadie por sus hábitos de lectura. Cuando era niña hacían lo mismo conmigo, y mira lo que pasó: me convertí en escritora best-seller. Lo importante es leer, no importa qué. Mientas leas.

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