Hace 4 años Lady Gaga decía a Jimmy Fallon: “Mi sueño es unir a la gente a través de la música.” Bueno, ya lo logró y en circunstancias más que adversas.
El pasado 18 de abril la diva del pop -con el respaldo de la OMS- fue la anfitriona de un concierto que quedará a la historia.
Siete horas de show, más de 100 artistas participando, una recaudación de 128 millones de dólares y una audiencia difícil de cuantificar, pero tan solo en Estados Unidos fueron más de 21 millones de televidentes quienes pudieron ver a Taylor Swift, The Rolling Stones, Oprah Winfrey y Beyoncé, entre otros a través de 26 cadenas de televisión.
Estilo único
Lady Gaga saltó a la fama hace 10 años cuando muchas mujeres ocupaban el escenario Pop.
No era tan bonita como Katy Perry o Rihanna así que en un mundo donde la imagen era todo su camino fue más largo. Sólo fue cuestión de tiempo para que Stefani Germanotta de 22 años se ponga el traje de Lady Gaga y no se lo saque antes de imponerse.
Su personaje era de lo más interesante, algo entre la ambigüedad sexual de David Bowie, la teatralidad de Elton John y la exuberancia de Freddie Mercury y Madonna.
En 2008 salió su primer disco The Fame y se convirtió en el icono de las discotecas con sus pelucas de colores, maquillaje cargado y vestuario futurista.
Parecía un producto de mercadeo destinado al éxito efímero pero lo que nadie sabía es que Lady Gaga era una artista mayúscula: potente voz, pianista genial, cantautora inspirada y una tremenda generosidad en el escenario.
Nuevo disco
Chromatica, el nuevo álbum de Lady Gaga, ha servido para devolver a la estrella al terreno musical, pues llega cuatro años después desde que publicara su último disco, Joanne, y también para liberarse de sus propios demonios internos.
Así lo ha reconocido la propia cantante durante una entrevista con la emisora Apple Music, en la que ha asegurado que a lo largo de este último trabajo se ha planteado dejar el alcohol, una adicción hasta ahora desconocida por muchos de los seguidores de la artista.
“Soy imperfecta de una manera perfecta”, resumió.
Ha sufrido bullying cuando iba a la escuela, su primer contrato musical se rompió antes de lanzar ningún trabajo, padece una fibromialgia que le obligó a bajarse de los escenarios en 2017 y a los 19 años sufrió una violación a la que le siguió el consecuente síndrome postraumático y depresión.
Ahora, con el lanzamiento de su sexto álbum, Gaga parece haberse liberado de todos sus traumas que, aunque ha admitido en varias ocasiones que le acompañarán toda su vida.
Según ha reconocido la artista, durante la grabación de Chromatica —que incluye los éxitos ya publicados Stupid Love y Rain On Me, un tema en el que colabora con Ariana Grande— se ha sentido “triste, deprimida pero capaz de convertirlo en algo positivo y optimista”, admitió en otra entrevista.
Nace una estrella
Si existe un antes y un después en la vida de Gaga es su actuación en el remake de “Nace una estrella”.
El director y actor Bradley Cooper cuenta que la vio cantar “La vie en rose” en una gala benéfica y quedó deslumbrado. Al día siguiente estaba cenando en la casa de Lady Gaga para proponerle que lo acompañara en la aventura cinematográfica. La química fue inmediata y la estrella de la canción sin experiencia actoral terminó ganando un Óscar.
Cooper y Gaga fueron la pareja del año dentro y por muchos también fuera de pantalla. Dos Grammys, un Globo de Oro, un BAFTA y un Oscar en el mismo año le otorgaron a Lady Gaga un reconocimiento planetario. La chica se impuso como el artista que lo puede todo y no teme nada.
Lady Gaga es la número uno del nuevo milenio. Un camaleón tanto reina dance o crooner, actriz delicada o show woman provocativa. Un combo ganador que incluye polémica, música, arte y talento. ¿La nueva Madonna? Para muchos, Lady Gaga ya la superó…