Tras una angustiosa noche de réplicas del potente terremoto que causó la muerte de al menos 724 personas en el suroeste de Haití, los residentes y el personal de rescate se esforzaban el domingo con recursos limitados para encontrar supervivientes bajo los escombros.
Varias máquinas pesadas, camiones y retroexcavadoras se dedicaron a trasladar losas de cemento de los edificios derrumbados en la localidad de Los Cayos, cerca del epicentro del terremoto, a unos 160 km de la capital haitiana, Puerto Príncipe.
El sismo de magnitud 7,2 se produjo el sábado a las 08H29 (12H29 GMT) a unos 160 km de la capital haitiana, Puerto Príncipe, según los datos del servicio geológico de Estados Unidos (USGS).
Al menos 724 personas murieron y más de 2.800 resultaron heridas, informaron los servicios de Protección Civil de Haití.
De la casa de dos plantas de Marcel François, en Los Cayos, solo quedan ruinas.
"Es gracias de Dios y también gracias a mi teléfono que estoy vivo, porque pude avisar a la gente de fuera dónde me encontraba", dijo a la AFP el joven de 30 años.
Su hermano menor, Job y los vecinos pasaron más de tres horas sacándolo de los escombros sin más herramienta que sus brazos.
"Iba en el autobús al trabajo cuando ocurrió el terremoto. Pude localizar a Marcel por teléfono, pero me dijo 'ven a salvarme, estoy bajo el cemento'", cuenta Job François.
Tras ser rescatado de entre los bloques de hormigón y los muebles rotos, con heridas en la cabeza, Marcel François fue trasladado inmediatamente al hospital en estado de shock, ya que no tenía noticias de su hija de 10 meses, que seguía atrapada entre las ruinas.
"Pensé que mi hija estaba muerta. Cuando llegué al hospital estaba llorando, estaba resignado", cuenta, conmovido, este hombre de 30 años.
Gracias al trabajo en equipo de los residentes y de su tío, la pequeña Ruth Marlee Alliyah François fue sacada de la casa cuatro horas después del terremoto.
Marcel y Job François esperan que los equipos profesionales les ayuden el domingo por la mañana a sacar de entre los escombros el cuerpo sin vida de su inquilina, una mujer de 27 años que vivía en la planta baja de la residencia y que murió a los pocos minutos del terremoto.
RESCATES BLOQUEADOS
Sin embargo, los esfuerzos de socorro para ayudar a las víctimas podrían verse obstaculizados a medida que se acerca la tormenta tropical Grace, con la posibilidad de que se produzcan lluvias torrenciales e inundaciones, según el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos.
El ministerio de Salud envió personal y medicamentos a la península del suroeste, pero la logística de emergencia también se ve comprometida por la inseguridad que asola Haití desde hace meses.
La única carretera que une la capital con la mitad sur del país atraviesa en poco más de dos kilómetros el barrio pobre de Martissant, que está bajo el control de bandas armadas desde principios de junio, impidiendo la libre circulación.
Los pocos hospitales de las zonas afectadas tienen dificultades para prestar atención de urgencia.
El papa Francisco expresó el domingo su "solidaridad" con el pueblo de Haití, diciendo que esperaba que la comunidad internacional se implicara en su favor.
Muchos países, como Estados Unidos, República Dominicana, México y Ecuador, ya han ofrecido su ayuda enviando personal, raciones de emergencia y equipos médicos.
El primer ministro Ariel Henry, que declaró el sábado el estado de emergencia durante un mes en los cuatro departamentos afectados por la catástrofe, agradeció el domingo a la comunidad internacional.
"Queremos dar una respuesta más adecuada que en 2010 tras el terremoto. Toda la ayuda que venga del exterior debe ser coordinada por la Dirección de Protección Civil", exigió el jefe del gobierno, al tiempo que llamó a sus conciudadanos a la "unidad nacional".
TRAUMA DEL SISMO DE 2010
El país más pobre de América aún guarda en la memoria el terremoto de magnitud 7 del 12 de enero de 2010, que dejó gran parte de Puerto Príncipe y las ciudades cercanas en ruinas polvorientas.
Más de 200.000 personas murieron y otras 300.000 resultaron heridas, mientras de un millón y medio de haitianos se quedaron sin hogar.
Los esfuerzos del país por recuperarse de la catástrofe se vieron frenados por la grave inestabilidad política.
Once años después, la isla sigue sumida en una aguda crisis sociopolítica, con el asesinato del presidente Jovenel Moise el mes pasado.