La joven de 25 años fue la última en acercarse al máximo líder de la Iglesia. Tras presentarse, se sentó junto a él para contarle lo que experimentó al vivir dentro de un convento por años y preguntarle sobre el amor.
También frente a las personas que ya habían hablado con el pontífice, entre ellas una migrante ecuatoriana, un agnóstico y una persona no binaria, Lucía dio a conocer que se decidió a ser monja cuando catequistas se aproximaron a ella en el colegio y la invitaron a unirse a su rueda de voluntariado.
Encantada por los libros sobre la fe que le regalaban y noches de pijamadas en casas de monjas, se mudó a Chaclayo, en la costa norte de Perú, para vivir dentro de la casa de formación de una congregación religiosa, a pesar de la insistencia de su familia para que cambiara de planes.
El papa Francisco la escuchaba atentamente. Ambos se hallaban ante el otro en una ubicación secreta dentro del barrio el Pigneto de Roma, en Italia, que se encuentra a veinte minutos de la residencia del pontífice.
"Creo que dentro de la iglesia no solamente hay abuso sexual, sino también hay abuso psicológico. Viví en una casa de formación en la que se me prohibió ver a mi familia, en la que se me prohibió tener una comunicación con personas", confesó Lucía en el encuentro registrado dentro del documental, con gestos que reflejaban tristeza.
"Todos los mensajes, correos electrónicos, llamadas, eran monitoreados. No tenía acceso a la información, no podía salir de ahí. Traté de luchar con mi fe de todas las formas que pude hasta que finalmente llegué a Roma, al Vaticano, y se cerró el círculo”, indicó ante el papa, quien la miraba en silencio y con atención.
La otrora monja, psicóloga actualmente, indicó que tomó la decisión de abandonar el convento en abril del 2015, debido a que el estrés y la presión a la que era sometida en dicho lugar se habían traducido en defensas bajas para su cuerpo y una severa depresión.
“Me fui mal, deprimida y con ansiedad. Me habían destruido. Cuando salí, mi familia me recibió con alegría. Me cuidaban mucho. Respetaban las decisiones que tomaba: era totalmente distinto a lo que había vivido ahí adentro”, concluyó Lucía, quien señaló que la "manipulación emocional" abarcaba gran parte del maltrato.
“Dejé de creer en lo que se plantea dentro de la iglesia católica. No soy atea. Para mí la espiritualidad es algo esencial, como sea que lo entienda cada persona. La idea es que sea algo honesto”, comentó después, agregando que tras salir del convento siguió asistiendo a misas. En 2017, inició su carrera universitaria para convertirse en psicóloga y enfocarse en asistir a víctimas de violencia sexual.
Tras contar lo que vivió y expresarle al papa Francisco la forma en que ve la fe en el presente, Lucía, quien fue convocada por los españoles Jordi Évole y Màrius Sánchez para hacer el preguntas "incómodas" al líder religioso, guardó silencio para tras preguntarle: ¿Qué es el amor para la iglesia?
"La verdadera iglesia está en las periferias. En el centro hay gente buena, hay gente santa. Pero también hay mucha corrupción y eso hay que reconocerlo. Hay mucho daño en la institución eclesiástica, hombres y mujeres de la iglesia (...) Conventos dónde había abuso de poder y religiosas dónde no podían llamar por teléfono a sus familias. (...) El acto más valiente es tomársela. Tomar distancia y a tus tiendas, Israel", comentó el papa.
El pontífice elogió su valentía, agregó que había intercedido en ciertas situaciones para disolver conventos que consideraba como lugares de abuso y le pidió que se cuide de no "enredarse en ideologías". Lucía respondió con una sonrisa, pero reconoció posteriormente que no sintió que su pregunta fue respondida.
A mediados de abril comentó en su cuenta de Instagram que su testimonio frente al líder religioso fue una denuncia pública, la cual le valió tanto críticas y amenazas como elogios. Señaló que la congregación en la que pasó años tan difíciles para ella no se acercó a extenderle una disculpa y se refirió a los casos de abuso, tanto psicológico como sexual, que siguen ocultos del ojo público.