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Las infidelidades y turbulenta vida del príncipe Felipe

viernes, 9 abril 2021 - 12:16
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Siempre tres pasos detrás de la reina del Reino Unido se encontraba el príncipe Felipe, su marido. Pese a ostentar un título de la realeza, fue exiliado de su reino, despojado de su apellido y no tuvo una verdadera familia hasta que la armó él mismo, de la mano de Isabel II, ya en la adultez.

Este viernes 9 de marzo el palacio de Buckingham emitió un comunicado en el que daba a conocer la muerte del consorte de la reina Isabel, a sus 99 años. Felipe de Edimburgo acompañó a la monarca por más de medio siglo, en un camino lleno de dificultades, pero siempre con una lealtad de hierro hacia la Corona británica.

EL PRÍNCIPE SIN REINO
El 10 de junio de 1921 llegó al mundo el quinto y último hijo de la pareja conformada por el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca, y la princesa Alicia de Battenberg, biznieta de la reina Victoria I del Reino Unido.

El niño fue llamado Felipe y vivió en Cofú, una isla de Grecia, hasta sus 18 meses, cuando su padre fue culpado de la derrota de su país en la guerra greco-turca, y condenado al exilio con toda su familia. Temiendo por su seguridad, los monarcas decidieron huir en un barco con rumbo a Francia, llevándose consigo a sus hijos y el último de ellos, Felipe, tuvo que ser escondido en un cajón de naranjas.

Una vez instalados en París, la vida de la familia empezó a enmarañarse. Alicia mostraba signos de depresión por lo que fue internada en un centro de salud mental, mientras Andrés la abandonó y dedicó su tiempo a sus amantes y a vivir de la generosidad de sus parientes. Fue entonces cuando Luis Mountbatten, un hermano de Alicia, asumió la responsabilidad de Felipe y lo envió a Alemania a estudiar.

A los 12 años fue matriculado en la escuela masculina Godonstoun, de Escocia. El centro educativo tenía firmes reglas y sostenía la ideología que los retos físicos forjaban el carácter de los chicos. Así, obligaban a los alumnos a vestir pantalón corto todo el año, mantener las ventanas abiertas aunque afuera nevara, correr por las mañanas antes de desayunar sin importar si llovía, nevaba o granizaba y luego ducharse con agua helada. En la cima de todo, no se les permitían las visitas familiares.

FLECHAZO CON ISABEL
Cuando finalizó su educación, Felipe se unió a la Marina Real Británica y fue en una visita del rey Jorge VI, en 1939, que conoció a su futura esposa, la reina Isabel. En ese entonces la pequeña tenía 13 años y la llamaban cariñosamente “Lilibeth”. El cadete de 19 años fue designado para entretener a las hijas del rey y, debido a la elegancia natural de Felipe, Isabel quedó deslumbrada.

Tras pasar todo un día juntos, ella se despidió y se subió al yate real. Felipe la siguió en un bote de remos, mientras la futura reina observaba lo observaba con unos binoculares para no perderlo de vista. Si bien “Lilibeth” se había quedado flechada con el cadete, el sentimiento parecía no ser muy recíproco, pues pese a que Felipe era un joven amable, estaba acostumbrado a esconder y silenciar sus emociones.

No obstante, comenzó a intercambiar cartas con la adolescente, pero de repente estalló la Segunda Guerra Mundial y Felipe tuvo que servir en la marina. Mientras tanto, Isabel se quedó en el país y se capacitó como conductora y mecánica en el Ejército. La futura monarca estaba comprometida con su país y su corazón con Felipe, con quien se mandaba largas y continuas cartas.

Finalmente, al cabo de la guerra, Isabel, ya crecida, consolidó su amor con Felipe. El rey Jorge VI lo aceptó como novio de su primogénita, aunque a regañadientes, porque no tenía ni tierra ni fortunas, pero contaba con una cualidad única: el amor incondicional de Isabel.

MATRIMONIO
La pareja contrajo las nupcias el 20 de noviembre de 1947. Isabel llevó un vestido realizado por 25 costureras y 10 bordadoras y Felipe vistió su uniforme naval. La boda fue transmitida a todo el mundo por la radio, con una sintonía de más de 200 millones de personas de todos los continentes.

Pese a que la familia de la princesa de 21 años estaba ahí y millones escuchaban la ceremonia, Felipe se sentía solo. Su padre no estaba porque había muerto en brazos de una amante y sus hermanas no fueron invitadas porque estaban casadas con alemanes sospechosos de simpatizar con la ideología nazi. Solo su madre asistió y le entregó una pulsera para que se la regalara a Isabel.

Entre otros presentes, la pareja recibió un total de 10 mil telegramas de felicitaciones y 2500 regalos de todo el mundo, los cuales iban desde una máquina de coser, un caballo de carreras; una cabaña de caza en Kenia; un televisor, un juego de café de oro; un abrigo de visón; cristales y hasta vajillas poco comunes.

Además, Felipe le regaló a su esposa un brazalete de diamantes diseñado por él mismo y prometió que dejaría de fumar.

Con la alegría del matrimonio pasaron su luna de miel en el Reino Unido, dándole al mundo una imagen de austeridad tras la guerra. Un año después de la boda, llegó el primogénito de la pareja, Carlos.

ASENCIÓN AL PODER
Para 1949 la familia vivía en Villa Guardamangia, Malta. Felipe ya demostraba ser un hombre con temperamento complejo que ciertamente se irritaba ante los protocolos reales y la prensa que quería saber más sobre la futura familia real.

“¿Es qué todavía no es suficiente?”, habría protestado molesto cierta vez, harto de posar para unos fotógrafos.

“Felipe, solo están haciendo su trabajo. Ahora que te casaste conmigo, tendrás que acostumbrarte”, le habría respondido Isabel, según fuentes del portal Infobae.

En 1952 Isabel tuvo que suceder a su padre en el poder. Se transformó en reina y Felipe en consorte, pero pronto el hombre descubrió que mientras ella reinaba, su trabajo se limitaba a acompañarla como un marido ejemplar y a sonreírle a las cámaras. Para casarse con ella debió renunciar a su religión, que era la ortodoxa griega, y perdió el título de príncipe de Grecia. A cambio se le dio el de duque de Edimburgo.

Tampoco pudo quedarse en la marina. Su trabajo, según el protocolo, era estrictamente permanecer junto a Isabel, en silencio, siempre a tres pasos de distancia.

En cuestión de autoestima, el príncipe se sintió pisoteado cuando supo que tanto Carlos como Ana, sus hijos, llevarían el apellido de su madre: Windsor, pero no el suyo: Mounbatten. Esto provocó tal enojo que pronunció una frase que hizo historia: “No soy más que una maldita ameba. Soy el único hombre en el país al que no se le permite darles su nombre a sus hijos”.

INFIDELIDADES
Entre 1956 y 1957 Felipe realizó un largo viaje sin Isabel, lo que desató los rumores de infidelidad. Las crónicas de la época relatan que tuvo algunas amantes como Daphne du Maurier, su amiga de la infancia Hélène Cordet y Pat Kirkwood, una estrella de musical. También se dijo que estuvo con Zsa Zsa Gabor y hasta que mantuvo una aventura con Susan Barrantes, madre de Sarah Ferguson, quien años después sería su nuera.

Isabel pronto se dio cuenta de que, si bien era la reina de una de las naciones más poderosas del mundo, también era la esposa de uno de los hombres más frustrados. Por ello, cuando nacieron sus hijos Andrés y Eduardo, decretó que llevaran el apellido Mountbatten en primer lugar.

Eventualmente y con dichos gestos, Felipe aceptó su destino y dicen que Isabel llegó a tolerar las infidelidades de su marido. Una de las presuntas amantes del príncipe habría dicho que la reina se manifestaba sobre el asunto de las infidelidades de la siguiente manera: “al fin de cuentas ellas son amantes y yo soy la esposa”.

Y si a Felipe le preguntaban, decía: “¿Se han parado a pensar que en los últimos 50 años nunca he podido salir de casa sin que me acompañara un policía?”.

En público, él parecía un esposo excepcional para una reina, cumplía el protocolo al pie de la regla y hasta con una sonrisa. Quizá Felipe no le era fiel a Isabel, pero que le era fiel a la Reina. En su vida pública participó de 22219 compromisos reales tanto que solía decir de sí mismo que era “el descubridor de placas más experimentado del mundo”.

Sin embargo, entre tantas actividades cometió algunas “metidas de pata” que dieron de qué hablar en su tiempo. En una ocasión vio a una anciana en silla de ruedas que se protegía del frío con un material parecido al aluminio y preguntó si la iban a meter en el horno. Después, en un viaje a Kenia, al aceptar una estatuilla de manos de una mujer, preguntó “Eres una mujer ¿no?”.

RELACIÓN CON SUS HIJOS
Felipe le enseñó a su primogénito a cazar y nadar, pero lo intimidaba con su enérgica personalidad. Cuando tenía 20 años, en una entrevista le preguntaron a Carlos si el príncipe Felipe en algún momento le había dicho de forma dura “Siéntate y cállate” a lo que él respondió “Sí, todo el tiempo”.

Era sarcástico con sus hijos, pero mientras Ana le respondía de vuelta, Carlos se retraía. Felipe veía en su hija un espíritu similar al suyo, por su confianza; mientras que a su primogénito lo consideraba un muchacho débil. Felipe brillaba en todos los deportes y su hijo era el auténtico “pata dura”.

Para contrarrestar todo eso, el príncipe inscribió a su hijo en Gordonstoun, cosa que Carlos sintió como una “sentencia en prisión”. Pero, pese al poco cariño que el padre demostraba al hijo, este último lo idolatraba.

El joven príncipe adoptó sus gestos, forma de caminar y hasta arremangarse el brazo izquierdo, pero no fue suficiente porque poco a poco el vínculo entre ellos dos se hizo muy distante, especialmente después de que Carlos se sintió presionado por su padre para casarse con Diana Spencer, aun sabiendo que, según la opinión de su progenitor, se trataba de una “joven presumida, poco inteligente y neurótica”.

Con sus otros hijos, logró un mejor vínculo. A  Andrés lo quería por simpático y a Eduardo por ser el más pequeño.

En 2017, Felipe decidió retirarse de la vida pública y el 17 de febrero de 2021, a pocos meses de cumplir 100 años fue internado en el hospital privado King Edward VII en Londres.

Según decía, su secreto para tal longevo matrimonio era la tolerancia. La Reina tiene la cualidad de la tolerancia en abundancia” indicó.

Sin embargo, Felipe también pudo soportar renunciar a todo protagonismo para acompañarla o para agradecerle que aunque le dio una una familia.
 

"Es con gran pesar que Su Majestad la Reina anuncia la muerte de su amado marido". Conozca lo que informó la familia...

Publicado por Revista Vistazo en Viernes, 9 de abril de 2021

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