La expedición ocurrió en el 2005. Sebastian fue animado por su padre G. Michael para zambullirse a las inmensidades del océano Atlántico con el objetivo de ver el icónico barco hundido el 14 de abril de 1912.
El adolescente, su padre y un piloto usaron un sumergible ruso llamado Mir II. Los tres descendieron durante 12 horas. Sin embargo, en el trayecto casi ocurre una desgracia.
“Tuvimos un pequeño problema de seguridad. De repente, nuestros niveles de oxígeno comenzaron a caer y me quedé inconsciente mientras nos zambullíamos”, contó el hombre, ahora de 31 años, al medio The Sun.
Agregó que tanto su padre como el piloto no perdieron el conocimiento, “de lo contrario, podría haber sido fatal”. Esto les permitió seguir con la travesía.
“Teníamos medidores de oxígeno dentro del submarino que mostraban niveles de oxígeno más bajos de lo normal. Así que lo pusimos en marcha y luego volví (consciente)”.
Sebastian recalcó que este tipo de problemas pueden surgir con regularidad por los altos niveles de presión a los que están expuestos, por ello dijo que es importante la certificación y seguridad de los submarinos.
“Estas actividades son intrínsecamente peligrosas. Un niño de 13 años realmente no tiene un sentido de su propia moralidad, así que yo era felizmente ignorante hasta cierto punto, pero en diferentes circunstancias eso podría haber terminado en tragedia”, relató el hombre.
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Titán fue reportado como desaparecido la semana pasada y la Guardia Costera dijo el jueves que las cinco personas a bordo del sumergible habían muerto después de que el barco sufriera una catastrófica implosión.
Un campo de escombros fue hallado en el fondo del mar, a 500 metros de la proa del Titanic, y a unos 600 km de la costa de Terranova, Canadá.
Canadá, que ayudó en la búsqueda del sumergible, dijo el sábado que estaba llevando a cabo su propia investigación. Al igual que la Guardia Costera de Estados Unidos.
El buque de carga Polar Prince, con bandera canadiense, remolcó el Titán hacia el mar el pasado fin de semana, pero perdió contacto con él una hora y 45 minutos después de que el sumergible se lanzó a las profundidades del océano.
Sebastian Harris comentó que el submarino ruso en el que viajó, tenía una escotilla en la parte superior, “que según tengo entendido está ahí si necesitas abrirla en la superficie y hay suficiente tiempo para que salgan dos o tres personas”.
“Pero con lo que estamos lidiando en el Titán, no hay escotilla, te colocan en un cilindro abierto y luego te atornillan en su lugar. Eso no es consistente con los estándares de seguridad sumergibles y hubiera hecho que (cualquier potencial) rescate fuera muy, muy desafiante”, afirmó Harris en tono frustrante.
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