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Internacional

El presidente ruso Vladimir Putin mantiene su nostalgia por la Unión Soviética

sábado, 26 febrero 2022 - 14:32
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Vladímir Putin, presidente de Rusia, ha demostrado una vez más su lado más belicista al ordenar un ataque militar masivo contra Ucrania. Putin lleva en la jefatura del Estado ruso desde 2012, si bien había mantenido el mismo cargo en el periodo 2000-2008.

En todos estos años, el país ha tenido conflictos en regiones y estados vecinos, como Chechenia, Georgia o Siria o la propia Ucrania en 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea.

El que fuera antiguo jefe de la KGB, el servicio secreto soviético, nació el 7 de octubre de 1952 en Leningrado (actual San Petersburgo), donde se licenció en Derecho.

Vinculado desde 1975 al KGB, entre 1985 y 1990 trabajó para este organismo en la ciudad alemana de Dresde, en el que escaló puestos hasta llegar a dirigirlo y que abandonó con el grado de teniente coronel.

A su regreso a San Petersburgo, fue nombrando ayudante del decano de la Universidad Estatal de esta ciudad, al tiempo que se introdujo en política en el ayuntamiento de su ciudad natal de la mano del alcalde, Anatoli Sobchak, del que comenzó siendo asesor.

Tras ser nombrado vicealcalde de San Petersburgo en 1991, trabajó a las órdenes de Sobchak, hasta 1996, cuando se trasladó a Moscú, el centro del poder.

Unión Soviética

El 19 de agosto de 1991 fue un día crucial en el destino del mundo. Ese día se daba un golpe de Estado en la Unión Soviética, recuerda el diario ABC de España.

A través de esa medida, los marxistas extremistas pusieron en marcha para derrocar al presidente Boris Yeltsin, quien tenía planificado, al regreso de sus vacaciones, para el 20 de agosto firmar el Tratado de la Unión. Ese acuerdo suponía la independencia de varios territorios. De esa manera, el ejército controló Moscú y varios de los edificios oficiales.

La alarma se extendió en Europa, ya que más de 300 mil soldados soviéticos se encontraban en la antigua República Democrática Alemana, ya que meses antes se había revelado un plan de controlar otras áreas de Europa del Este. Por ende, para Estados Unidos y sus aliados era vital evitar la destitución de Yeltsin.

En ese episodio estuvo Vladimir Putin. En ese entonces trabajaba para Anatoli Sobchak, quien estaba del lado del gobierno de Boris Yeltsin, pero las fuerzas de seguridad apoyaban el golpe de Estado. Putin decidió apoyar a Yeltsin y renunció a la KGB.

Finalmente, Yeltsin se mantuvo en el poder con el apoyo ciudadano y el 25 de diciembre de 1991 se concretó la disolución de la URSS.

Herida punzante

Para muchos rusos de su generación, que cantaron odas a la gloria de la URSS, el fin de la Unión Soviética y su esfera de influencia en tres años (1989-1991) permanece como una herida punzante.

Putin, entonces oficial de la KGB en Alemania Oriental, vivió la derrota de primera mano. Y, según se dice, sufrió las miserias que cayeron sobre tantos de sus compatriotas, obligado a regresar clandestinamente a Rusia.

La humillación y la indigencia de la antigua URSS contrastaron con el triunfalismo y la prosperidad de Occidente.

Eso lo convenció, según ha dicho, de que el fin de la URSS fue "la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX", el cual vivió también dos guerras mundiales.

Ello alimentó en él un deseo de revancha, mientras la OTAN y la Unión Europea (UE) se expandían para incorporar a los antiguos vasallos de Moscú.

Para el presidente ruso, su misión histórica era frenar la invasión de su zona de influencia. En nombre de la seguridad de Rusia, Ucrania se convirtió en una línea roja.

Taxista

El presidente ruso Vladimir Putin afirmó que tras el derrumbe de la Unión Soviética se vio obligado a conducir taxi para obtener más ingresos. Putin, ex agente de los servicios secretos soviéticos KGB, que lamentó previamente la caída de la URSS, añadió que su desintegración tres décadas antes sigue siendo una "tragedia" para "muchos ciudadanos".

Los comentarios, difundidos por la agencia estatal de noticias RIA Novosti son extractos de una próxima película de Channel One, titulada "Rusia. Historia reciente".

El fin de la Unión Soviética coincidió con un periodo de intensa inestabilidad económica que sumió a muchos en la pobreza, mientras la nueva Rusia vivía la transición del comunismo al capitalismo.

RIA-Novosti, al citar fragmentos del documental, señaló que Putin reveló que trabajó ocasionalmente como taxista para ganar un poco más dinero.

"A veces tuve que ganar dinero extra", dijo Putin.

"Eso significa, ganar dinero extra como conductor privado. No es agradable hablar de esto para serle honesto, pero desgraciadamente ese el fue el caso".

Al frente de Rusia

Ejerció durante un tiempo como jefe de Intendencia del Kremlin, y en 1997 ya era subdirector del Gabinete presidencial; un año después, en julio de 1998, fue nombrado director del Servicio Federal de Seguridad, heredero del KGB.

A partir de este nombramiento se abrió paso hasta la cima del poder. Tras ocupar unos meses el cargo de secretario del Consejo de Seguridad del Kremlin, en agosto de 1999 el entonces presidente ruso, Boris Yeltsin, lo nombró jefe del Gobierno para poner orden en Chechenia.

El 31 de diciembre de 1999 relevó a Yeltsin tras su dimisión y el 26 de marzo de 2000 fue refrendado en las urnas con el 52,9% votos, asumiendo la Presidencia el 7 de mayo.

Elegido el 25 de enero de 2000 al frente del Consejo de jefes de Estado de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), el líder del partido oficialista Unidad siempre ha defendido un "Estado fuerte".

Ganador de las elecciones del 14 de marzo de 2004, el 7 de mayo fue investido por segunda vez presidente.

Tras dos mandatos consecutivos que permitía la Constitución, no pudo presentarse a las presidenciales de 2008, pero sí participar más adelante en otras. Para ello aseguró su parcela de poder escogiendo al sucesor tecnócrata Dmitri Medvedev.

El 4 de marzo de 2012 volvió a aspirar a la Presidencia en unas elecciones, a partir de las cuales los mandatos son ya de seis años, según una reforma constitucional.

De esta forma el "hombre fuerte" de Rusia regresaba al Kremlin (de donde, en realidad, no se había ido) al ganar con el 63,6%. Pero oposición y ciudadanos denunciaron fraude.

En estos años ha estado en el punto de mira de la comunidad internacional por cercenar la oposición interna, como sucedió por ejemplo con el caso del espía Alexander Litvinenko, quien murió envenenado en Londres en 2006, o más recientemente con el encarcelamiento del líder opositor Aleksey Navalny.

En marzo de 2014 dio una vez más muestras de su política de una Rusia fuerte al anexionar Crimea, perteneciente a Ucrania. Las protestas de los ciudadanos y la comunidad internacional devino en un conflicto que ahora vive un segundo capítulo, con la guerra sobre Ucrania.

Su nombre ha estado vinculado a los papeles de Panamá -en 2016, el padrino de sus hijas, el violonchelista Serguéi Rolduguin, había creado empresas opacas allí con ayuda de compañías estatales rusas- o a interferencias en las elecciones de EEUU que ganó Donald Trump.

Volvió a ganar las elecciones de marzo de 2018 y el 1 de julio de 2020 impulsó una una reforma constitucional que le permitirá continuar en el Kremlin más allá de 2024.

También se aseguró la aprobación de una ley que le garantiza la inmunidad cuando abandone el Kremlim, lo que hace imposible que se le pueda juzgar en Rusia.

Ha estado casado con Liudmila Putina, de quien se divorció en 2013 y con quien tuvo dos hijas.

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