BioNTech es un laboratorio alemán que era, hasta comienzos de 2020, un centro para desarrollar vacunas contra el cáncer. Cuando la pandemia asoló al mundo, se concentró en una vacuna contra el COVID-19, que en asociación con la farmacéutica Pfizer ha salvado millones de vidas.
A lo mejor usted es uno de los afortunados ecuatorianos que ha recibido las dosis de la vacuna de Pfizer, que tiene una efectividad del 98 por ciento contra el COVID-19 y fue la primera en obtener autorización para su uso. La vacuna fue descubierta en el laboratorio de la empresa de biotecnología alemana BioNTech, en la ciudad de Mainz. Sus fundadores son una pareja de científicos alemanes de origen turco Ugur Sahin y Ozlem Tureci.
En una entrevista a la revista norteamericana Time, Sahin manifestó que tras leer un artículo científico que describía los primeros casos de COVID-19 en la ciudad de Wuhan, en enero de 2020, se convenció que ese virus no solo se limitaría a China y que probablemente ya se había expandido al resto del mundo. Comprendió entonces que no había tiempo que perder.
La empresa que tiene más de una década, que originalmente contaba con 40 empleados, había avanzado en el desarrollo de vacunas contra el cáncer que han sido probadas en 400 personas, con resultados esperanzadores.
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Utilizando la tecnología de mARN, los científicos de BioNTech exploraban la posibilidad de desarrollar otras vacunas para enfermedades infecciosas, como la gripe. La tecnología había sido patentada en 2004 por la científica norteamericana Katalin Karikó de la Universidad de Pensilvania. Karikó estableció que el Ácido Ribonucleico (ARN) actuaba como correo en el cuerpo humano, transportando recetas para que las células sepan cómo producir las proteínas y que modificar esas instrucciones tendrían múltiples usos para la medicina. “Su modificación pavimentó el camino para el desarrollo a la velocidad de la luz por las vacunas de BioNTech/Pfizer y Moderna”, sostiene el Financial Times de Londres.
Sahin, según su esposa Tureci: “Nos convenció a todos que este era nuestro llamado y que todos debíamos trabajar con un solo objetivo: encontrar la vacuna. El equipo creció a 200 personas y luego de varias semanas, cuatro de las vacunas desarrolladas, se veían prometedoras”. Las vacunas se basaron en otros dos coronavirus, el SARS-1 y el MERS. El proceso para llegar al mARN que desactive el virus del SARS-CoV-2 o COVID-19, tuvo más de 50.000 pasos.
Todo comienza en un tanque de acero, que es un biorreactor salvavidas. Ahí hay fragmentos de mARN para la proteína de ataque al SARS-CoV-2, que actuará como un talón de Aquiles para el virus. “Todo el proceso ocurre en un sistema hermético, donde los productos de cada etapa son transportados a la siguiente a través de un tubo plástico transparente”, escribe el reportaje de Time.
Pese a esto, para asegurarse que no exista contaminación externa de bacterias o patógenos en la habitación, examinan el aire de manera rutinaria y aquellos que trabajan con la vacuna se desinfectan los guantes en placas de Petri.
Como el mARN es inestable, para mantenerlo antes de que ingrese al cuerpo humano en la vacuna, se lo encapsula en una burbuja de grasa, utilizando etanol, una sustancia que es inflamable. Este proceso ocurre en un tanque también de acero y quienes ingresan a esa área deben utilizar zapatos antiestáticos para evitar que ocurra alguna chispa accidentalmente. Una vez que el etanol crea las burbujas protectoras, es filtrado, quedando una solución lechosa que entra en la fase final de llenado, en viales estériles que contienen seis dosis, que son enviadas a las clínicas alrededor del mundo.
Debido al éxito de la vacuna, los dos científicos de BioNTech tienen grandes expectativas para que la tecnología pueda desarrollar otros productos para curar enfermedades. Los investigadores piensan regresar al trabajo que quedó para vacunas contra el cáncer y la gripe, que fueron interrumpidas por la pandemia.