La vicepresidenta y embajadora en Israel, Verónica Abad, dijo que se siente atrapada en un laberinto sin salida debido a un conflicto abierto con el presidente Daniel Noboa. Abad acusa a Noboa de estar detrás de un presunto hostigamiento dirigido a forzar su renuncia.
Abad, que se siente "desterrada" y víctima de una "persecución histórica", no comprende el "odio" hacia ella por parte de Noboa, quien -según aseveró- la buscó para formar el binomio de candidatos para las elecciones extraordinarias de 2023.
La vicepresidenta recordó, en una entrevista con EFE, que la última vez que estuvo junto a Noboa fue al inicio de la campaña a la segunda vuelta, cuando ya sintió un trato "hostil" por parte de Noboa quien, poco después de asumir el cargo, y sin diálogo de por medio, la envió como embajadora en Israel.
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El futuro político de Abad es aún incierto pues, aunque la Constitución señala que en ausencia temporal del jefe de Estado se deben delegar las funciones presidenciales en el vicepresidente, el viceministro de Gobierno, Esteban Torres, ha señalado que "sería nefasto" que Abad asuma el poder si Noboa tuviese que pedir licencia para hacer campaña con miras a su reelección en los comicios de 2025.
Abad -que ha cuestionado ciertos movimientos políticos de Noboa- ha sido vinculada a un caso en el que se investiga a su hijo, Sebastián Barreiro, en una presunta "oferta de realizar tráfico de influencias en la Vicepresidencia" y también debe afrontar una investigación sobre una presunta infracción electoral cuando se presentaba como candidata a la alcaldía de su ciudad, Cuenca.
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La audiencia por la investigación electoral será el 15 de agosto, y el tribunal a cargo ha apuntado que si "la denunciada no comparece en el día y hora señalado, y no justificare su inasistencia", la audiencia "se llevará a cabo en rebeldía" y su defensa será asumida por un defensor público.
Aunque en una videoconferencia desde Tel Aviv, Abad aseveró a EFE que no ha sido notificada aún sobre dicha audiencia, no sabe cómo podría afrontarla pues, argumentando que nadie puede reemplazarla en la función delegada, la Cancillería le ha negado un permiso de cinco días que solicitó para atender temas familiares y de salud, según dijo.
"¡No pueden hacer que no llegue a defenderme!", subrayó Abad quien, de ser hallada culpable, puede perder los derechos políticos, con lo cual no puede ejercer ningún cargo público.
Envuelta en lo que parece ser un laberinto político, Abad siente que tratan de cerrar el cerco en torno a ella para forzarle a renunciar, posibilidad que ni siquiera la contempla, aunque aseveró temer por su vida.
Abad, que vive en Tel Aviv con dos de sus hijos, cuestionó que le hayan retirado la seguridad en Israel y que tampoco la tenga en Ecuador su hijo Sebastián, quien estuvo en prisión preventiva en La Roca, la cárcel de máxima seguridad del país, en el marco de las investigaciones que se siguen en su contra.
A inicios de este mes, Noboa consideró que Abad renunciará por decisión propia. "Ella se va a salir solita, yo creo", dijo en una entrevista cuando le preguntaron que si buscaba sacar del cargo a Abad. La vicepresidenta tildó a esa declaración como "una amenaza directa" y recalcó que no renunciará.
De 47 años, madre de tres varones y abuela de un niño, Abad aseguró tener "alma política" y, aunque sostiene que la han "intentado callar" durante su vida política, no descartó una eventual futura postulación como candidata a la Presidencia o a la Vicepresidencia.
Pero por el momento, se concentra en qué otros temas políticos o judiciales pueden sumarse en el laberinto en el que se encuentra: "Ya han intentado de todo. ¿Ahora qué, qué continúa, qué más hay?, por eso temo por mi vida".