En un país acostumbrado a los golpes de Estado, calzó perfecta la frase de Velasco Ibarra al decir que el vicepresidente es un "conspirador a sueldo".
La ruptura entre Daniel Noboa y Verónica Abad era evidente desde la campaña electoral, pero ahora solo se espera un anunciado desenlace de una guerra silenciosa y sin cuartel con miras a la reelección en 2025.
¿Cómo se juntaron el Presi y la Vice y cómo terminará la historia?
"Aquí casual conspirando y aprendiendo de la valentía femenina sui géneris...". Así empezaba un mensaje en redes sociales de la entonces coach o entrenadora motivacional y empresarial Verónica Abad, quien había realizado un viaje a Israel y se había sacado una fotografía con mujeres militares de la Unidad Aérea de Combate. Era julio de 2018. ¿Quién diría que volvería a ese país como vicepresidenta y embajadora de Ecuador cinco años más tarde, prácticamente desterrada de su patria por voluntad y mandato del presidente Daniel Noboa?
Aparte de dedicar su vida profesional al "coaching", Abad tiene cercanía con pastores de la iglesia cristiana denominada Centro Internacional de Teoterapia Integral (Centi), que está muy comprometida con la causa israelí, incluso hacen una peregrinación anual a la cuna del cristianismo.
En 2021 Abad escribió un mensaje a un misionero colombiano de esta iglesia en agradecimiento por haberla hecho incursionar "en la buena política en 2007".
El presidente no confía en ella para que asuma el mando cuando Noboa tenga que pedir permiso para la campaña presidencial de 2025. Incluso el secretario de Comunicación, Roberto Izurieta, dijo que la vicepresidenta puede ser sancionada por hablar en contra del gobierno. Esto en referencia a las declaraciones de Abad de que el arresto de su hijo es persecución política. Ella se niega a renunciar...
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