¡A confesión de parte, relevo de prueba! Así lo santifica uno de los más famosos adagios jurídicos. Lo traigo a colación porque pasaré a demostrar cómo nuestro Presidente, en una sola entrevista concedida a un medio internacional, dejó muy claro el título de esta columna.
Aclaro eso sí, que como en toda democracia, los ciudadanos tenemos el derecho a creerle o no al mandatario de turno. Podemos, de igual manera, estar mucho o poco de acuerdo con sus políticas o su forma de gobernar, y esto en resumen es lo que hace tan difícil opinar y disentir de un gobierno, porque lo vuelve pasional y, sobre todo, personalista.
Por esto, alejándome de la trampa de politizar esta columna, permítanme enfocarme en lo técnico, en lo académico, porque los principios y conceptos son los que estudiamos en las universidades, precisamente con el afán de profesionalizar el arte de gobernar.
En síntesis, la política exterior es "la forma en que un país utiliza diferentes estrategias para guiar sus relaciones con otros países y organizaciones internacionales. Esto significa que la política exterior está compuesta por diferentes problemas globales, relaciones con otros países e incluso políticas nacionales".
Hablemos, por tanto, del primer concepto: las estrategias. Para esto, primero debemos preguntarnos: ¿qué queremos o qué necesitamos como país de parte de una comunidad internacional? Para esto, tomo y cito las dos palabras clave señaladas por el propio Presidente en reiteradas comparecencias públicas: "seguridad y cooperación". Anotadas estas palabras clave, pasemos al siguiente paso: generar las guías para cumplir técnica y objetivamente con este cometido.
Pregunta planteada: ¿Qué va a hacer el gobierno del Ecuador para lograr obtener seguridad y cooperación internacional?
Primero, identificar claramente a los países clave para lograr estos objetivos y solo ahí poner a trabajar al servicio exterior en la consecución de la trazabilidad de estos cometidos. Recordemos otra máxima de las relaciones internacionales: "los países no tienen amigos, solo intereses".
Pues bien, en seguridad se escogió a Estados Unidos, Israel, Colombia y se anotó la propuesta de ayuda de Argentina una vez declarado el conflicto armado no internacional. Se preparó, además, de manera concomitante, el mensaje comunicacional de que la estrategia de Bukele en El Salvador era un camino a seguir, tanto es así que se anunció la construcción de nuevas cárceles con los mismos constructores y Noboa no desaprovechó la oportunidad de acudir personalmente a su toma de mando. Por último, este gobierno ha sostenido como política de estado combatir al socialismo del siglo XXI y señalarlo como uno de los principales males de nuestro país.
Conclusiones: Daniel Noboa se permitió dar una entrevista para el New Yorker, sin reparo tildó a su homólogo colombiano Gustavo Petro de "snob de izquierdas que no hace nada". A Milei le dijo: "no sé por qué se cree tan genial, si no ha logrado nada desde que se convirtió en Presidente", "es muy lleno de sí mismo, algo muy argentino en verdad". A Bukele le dijo: "el tipo es un arrogante y solo le interesa controlar el poder para sí mismo y hacer rica a su familia", "el dictador más cool pero para un país del tamaño de Guayas".
A los Estados Unidos acusó de poca cooperación por tan solo entregar 10 millones en ayuda, pero eso sí, reconoció su simpatía por el líder populista de izquierdas Lula Da Silva señalándolo como un referente. Y esto no quedó ahí, reconoció que el argumento para asaltar la embajada mexicana no fue otro que "si Glas escapaba, perderían la consulta popular, porque eso los haría ver débiles". Y ya como cereza al pastel, compartió su deseo de construir una cárcel en la mismísima Antártida para que "los enemigos del país sean enviados a una prisión militar, de residuos helados a miles de kilómetros de Quito".
Sin olvidar, ya que solo seguimos sumando al escándalo con su vicepresidente y su inexistente "misión de paz en Medio Oriente", su nominación de embajador en Estados Unidos o al Consejo de Seguridad de la ONU, el impasse con Rusia sobre la "chatarra militar" con destino a Ucrania y ahora último, la reinstauración de visado a ciudadanos chinos, justo después de la entrada en vigor del acuerdo comercial.
La responsabilidad ya no puede ser solo endilgada a la Canciller política sin ninguna experiencia previa que escogió. En solo 7 meses, este gobierno ha dejado claro que actualmente la República del Ecuador no tiene política exterior.