Nuestro país en su eterna lucha por defender y consolidar a su estado de derecho, se encuentra nuevamente ante una amenaza institucional de parte de los mismos actores políticos que han sabido cómo burlar al sistema.
Al igual que la ex ministra del correísmo María de los Ángeles Duarte que permaneció varios años en la embajada de Argentina en Quito como “huésped”, hoy su coideario político Jorge Glas se encuentra en el mismo incierto purgatorio de no conocer su estatus, todo porque busca evadir nuevamente a la justicia de su país. En esta ocasión tras el requerimiento de Fiscalía para que comparezca y rinda su versión, Glas prefirió huir y refugiarse en la sede diplomática mexicana (precisamente allí porque su actual gobierno les ha dado cobijo a fugados de la justicia ecuatoriana como el ex canciller Ricardo Patiño o la ex presidenta de la Asamblea, Gabriela Ribadeneira). La cancillería mexicana ha certificado el limbo jurídico y considera a Glas como “huésped” hasta tener un pronunciamiento final.
La República del Ecuador se encuentra por lo tanto en su obligación de hacerse respetar, ante una comunidad internacional y ante sus propios ciudadanos, sería intolerable, bochornoso e inaceptable si un nuevo prófugo de la justicia logra escapar (con o sin anuencia de una embajada). El país no puede permitirse un nuevo episodio como el ocurrido con Argentina y Duarte, furiosos llegamos a expulsar al embajador de país, los presidentes Lasso y Fernández intercambiaron sendos insultos y absolutamente nada más pasó, al poco tiempo se reanudaron las relaciones diplomáticas y el caso quedó en la absoluta impunidad.
El actual presidente socialista de México, tiene gran afinidad con políticos de izquierda de la región, estuvo dispuesto a dar asilo político al ex presidente del Perú, al profesor Castillo, no se concretó porque su propia escolta lo detuvo camino a la embajada, sí se lo otorgó al ex presidente de Bolivia, Evo Morales. Por esto México es el actual destino idílico del denominado Foro de Puebla. Con estos antecedentes, nuestro país tiene la obligación de actuar con firmeza y recordarle a México que la Convención sobre el Asilo Diplomático de 1954 establece con claridad que no procede contra delitos comunes como es el caso en mención.
Nuestra flamante nueva política exterior sufrió ya un primer revés con el manejo de la crisis entre el presidente y su actual vicepresidenta. En esta ocasión, Cancillería debe actuar con absoluta probidad y apegados en las normas de derecho internacional que le asisten para emitir un pronunciamiento claro y sin vacilaciones, donde se subraye que sin importar la decisión que tome el ejecutivo mexicano, el Ecuador no concedería salvo conducto alguno.