Ecuador hizo bien en declarar como persona non grata al Embajador argentino
Es absolutamente válido que dos estados libres y soberanos piensen y actúen de manera diferente ante un mismo hecho objetivo, en este caso la situación jurídica de la ex ministra del correísmo, María de los Ángeles Duarte, quien tiene una sentencia en firme por corrupción. Incluso el alcance o la interpretación de las convenciones internacionales pueden tener una diferente interpretación, por mucho que se trate de trabajar siempre en la homogeneidad de los principios objetivos.
Sin embargo, y es aquí cuando doy la razón al servicio exterior ecuatoriano, se evidenciaron graves y claras inconsistencias en las explicaciones que dio el ahora ex embajador argentino, Gabriel Fuks. Es muy grave que le haya tomado a esta misión diplomática más de 72 horas para informar de la “desaparición” de su asilada, es igual de grave que los voceros argentinos no puedan descartar que su salida de la residencia se pudo haber dado a través de un vehículo con placas diplomáticas, y es igual o más grave, el que no se quiera colaborar con las autoridades ecuatorianas permitiendo el acceso a las cámaras de seguridad.
Finalmente, el Gobierno ecuatoriano sí deberá explicar ¿cómo es que la Policía no alertó de este hecho? O ¿cómo es que la Sra. Duarte salió del país sin que exista ningún registro? Solo para aparecer como se sabe ya, en suelo venezolano y como corolario, en la embajada argentina.
Nuestra política exterior a través de Cancillería, a mi criterio, es el único pilar fuerte que tiene este Gobierno, por eso y para disipar suspicacias de posibles pactos y demás, era imperativo este actuar de parte del Canciller. Esperamos sí, que se reanuden las buenas relaciones con este hermano país, pero siempre y cuando se demuestre y aclare la buena fe de sus interlocutores.
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