Todo indica que Carondelet y la Casa Rosada alinearon sus intereses detrás del pragmatismo, está claro que ambos mandatarios desean que este sea un hecho que pase lo más desapercibido y bajo el radar dentro de lo posible. Por esto, no habrán discursos grandilocuentes, foto de estrechón de manos ni declaraciones conjuntas. Ecuatorianos y argentinos nos tendremos que conformar con las confirmaciones que dieran las respectivas cancillerías a medios de prensa y listo.
El Ecuador se queda con la peor parte, sigue sin recuperar el dinero robado, la ex ministra Duarte volvió a burlarse de la justicia de su país, en esta última ocasión con la anuencia de un gobierno extranjero que representa a un país amigo y hermano, pero que prefirió violar groseramente las normas de derecho internacional público para ser acólito en su fuga y finalmente volverla acobijar bajo el manto de la inmunidad que otorga una sede diplomática, pero esta vez desde un tercer país que se encuentra gobernado por un tirano, conocido por dar cobijo a prófugos de la justicia, Maduro en Venezuela. Saben que así podrá estar tranquila y sin temor a enfrentar a la justicia ecuatoriana.
Los presidentes Lasso y Fernández en el ocaso de sus carreras políticas están ya de salida, su popularidad está por los suelos y ambos sabían que tarde o temprano las relaciones plenas se tenían que retomar. Decidieron entonces hacerlo ellos mismos y no dejar así la puerta abierta a interpretaciones y posibles fiscalizaciones de futuros gobiernos. Mi pregunta es: ¿restaurar relaciones diplomáticas plenas a expensas de la impunidad y el contubernio son el mejor terreno para iniciar una nueva etapa?