La república de papel tiene encantadores anticuerpos que, casi siempre, la hacen caminar al borde de la cornisa. Este ejercicio existencial es estresante, y a veces, por suerte, exasperante. Ciertamente las visiones cataclísmicas de la clase dirigente raramente se cumplen pero llevan al borde de la crisis de nervios.
Este espíritu es típico de los pueblos latinos, y así ocurre que Francia no deja de protestar al mismo tiempo que es una sociedad rica con alto nivel de vida. Pero esta alerta permanente, de la exasperación latina de franceses, italianos y españoles, es lo que finalmente los aleja de rodar por el precipicio como advierten sus iluminados profetas. Los pueblos latinoamericanos como buenos hijos en la calle de los europeos latinos vivimos también esta existencia cataclísmica. La cual tiene sus cosas buenas, por ejemplo, permite prever las consecuencias de guerras avisadas que generalmente no tienen muertos. O no somos perfectos como los alemanes que ante una crisis se vuelven locos y no encuentran las escaleras de emergencia. Los latinos en cambio dormimos en esa escalera.
Así es como en el Ecuador de 2020 ya sabemos que habrá protesta social, violencia, demagogia y despilfarro, porque hay la certeza de que en 2021 habrá elecciones para presidente y asambleístas. Cada uno va a vociferar su verdad subjetiva, activistas y gobierno, y aunque no se use la acción progresiva de la fuerza seguirá aumentando el número de tuertos por acción de armas no letales, mientras la justicia y la asamblea investigarán sin llegar a conclusiones o apilando más chivos expiatorios.
Vendrá la campaña y los candidatos se multiplicarán para confundir más a los electores. Que no solo se tragarán las bolas cuadradas que echen a rodar los asesores extranjeros y criollos de los candidatos, en base a encuestas que les dicen lo que quiere oír la credulidad ciudadana, sino que cada uno se imaginará un mundo nuevo que los candidatos solamente pintan irresponsablemente en las paredes.
El problema de fondo seguirá la ruta prevista de vivir al fío. Pues todos insistirán en la meta de crear más empleo y el desempleo sigue aumentando, en que hay que lograr equilibrio fiscal pero nadie quiere cobrar ni pagar la factura del latrocinio correísta, la austeridad sigue su largo feriado pues vivimos en el paisito de los feriados, y la gran potencia comunista del mercado capitalista seguirá como nuestro prestamista de última instancia, en su calidad de monte de piedad del Ecuador petrolero.
Sin embargo, el gatopardo también se ha encargado de crear certezas positivas con el apoyo irrestricto del emperador, a la lucha contra el narcotráfico, que a veces parece más fuerte que la república, al crédito blando del FMI y organismos multilaterales, que no alcanza pero alivia, y a un acuerdo de comercio e inversiones que facilita la economía no petrolera que se saca la mugre, mientras la petrolera se rasca lo que se pueda rascar en su cómoda poltrona.