Alfredo Pinoargote

Nubarrones

martes, 3 marzo 2020 - 10:32
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    La república de papel tiene encantadores anticuerpos que,  casi siempre, la hacen caminar  al borde de la cornisa. Este ejercicio  existencial es estresante, y a veces,  por suerte, exasperante. Ciertamente  las visiones cataclísmicas de la clase  dirigente raramente se cumplen pero  llevan al borde de la crisis de nervios.
     
    Este espíritu es típico de los pueblos latinos, y así ocurre que Francia  no deja de protestar al mismo tiempo que es una sociedad rica con alto  nivel de vida. Pero esta alerta permanente, de la exasperación latina de  franceses, italianos y españoles, es lo  que finalmente los aleja de rodar por  el precipicio como advierten sus iluminados profetas. Los pueblos latinoamericanos como buenos hijos en  la calle de los europeos latinos vivimos también esta existencia cataclísmica. La cual tiene sus cosas buenas,  por ejemplo, permite prever las consecuencias de guerras avisadas que  generalmente no tienen muertos. O  no somos perfectos como los alemanes que ante una crisis se vuelven locos y no encuentran las escaleras de  emergencia. Los latinos en cambio  dormimos en esa escalera.
     
    Así es como en el Ecuador de 2020 ya sabemos que habrá protesta social, violencia, demagogia y despilfarro, porque hay la certeza de que  en 2021 habrá elecciones para presidente y asambleístas. Cada uno va a  vociferar su verdad subjetiva, activistas y gobierno, y aunque no se use la  acción progresiva de la fuerza seguirá aumentando el número de tuertos  por acción de armas no letales, mientras la justicia y la asamblea investigarán sin llegar a conclusiones o apilando más chivos expiatorios.
     
    Vendrá la campaña y los candidatos se multiplicarán para confundir más a los electores. Que no solo  se tragarán las bolas cuadradas que  echen a rodar los asesores extranjeros y criollos de los candidatos, en  base a encuestas que les dicen lo que  quiere oír la credulidad ciudadana,  sino que cada uno se imaginará un  mundo nuevo que los candidatos solamente pintan irresponsablemente  en las paredes.
     
    El problema de fondo seguirá la  ruta prevista de vivir al fío. Pues todos insistirán en la meta de crear más  empleo y el desempleo sigue aumentando, en que hay que lograr equilibrio fiscal pero nadie quiere cobrar  ni pagar la factura del latrocinio correísta, la austeridad sigue su largo  feriado pues vivimos en el paisito de  los feriados, y la gran potencia comunista del mercado capitalista seguirá  como nuestro prestamista de última  instancia, en su calidad de monte de  piedad del Ecuador petrolero.
     
    Sin embargo, el gatopardo también se ha encargado de crear certezas positivas con el apoyo irrestricto del emperador, a la lucha contra el  narcotráfico, que a veces parece más  fuerte que la república, al crédito  blando del FMI y organismos multilaterales, que no alcanza pero alivia, y  a un acuerdo de comercio e inversiones que facilita la economía no petrolera que se saca la mugre, mientras la  petrolera se rasca lo que se pueda rascar en su cómoda poltrona. 

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