Este 9 de enero celebramos 25 años de dolarización, un cambio que marcó un antes y un después en la vida de los ecuatorianos. La dolarización no fue solo un ajuste técnico, sino un acto de soberanía y libertad financiera. Representó un momento en el que los ciudadanos, cansados de la irresponsabilidad de los políticos gastadores y la inestabilidad monetaria, decidieron tomar el control de su dinero. Fue la patada definitiva a un modelo que permitía a los políticos irresponsables financiar su gasto infinito a través de emisión descontrolada de dinero.
¿Qué significó la dolarización para los ciudadanos? Eliminar una inflación galopante que antes de la dolarización promediaba el 37 por ciento anual y en 2024cerró en apenas el 0,5 por ciento anual. Así se protegió el poder adquisitivo y dio a los ciudadanos la posibilidad de pensar en el futuro. Los salarios dejaron de perder valor constantemente, el ahorro dejó de ser un sueño inalcanzable, y el crédito a largo plazo se convirtió en una realidad para muchas familias. Además, la reducción de la pobreza fue significativa, ya que se eliminó el impuesto invisible de la inflación, que afecta desproporcionadamente a los más vulnerables.
Sin embargo, la dolarización todavía enfrenta críticas y está rodeada de mitos. Uno de ellos es que el crecimiento de las importaciones puede provocar que el país se quede sin dólares. Esto no es cierto. Las importaciones siempre están limitadas por la capacidad productiva del país. Para importar, primero se debe producir y generar ingresos. No es necesario imponer restricciones gubernamentales, ya que el mercado regula naturalmente este equilibrio. Otro mito recurrente es quela dolarización favorece al narcotráfico. Este argumento ignora que el narcotráfico prospera en contextos de ausencia del imperio de la Ley, no debido al sistema monetario. Países como Colombia y México, que no están dolarizados, enfrentan los mismos desafíos. También hay confusiones sobre cómo sucedió el nacimiento de la dolarización, que fue un parto muy doloroso. Se culpa a la dolarización de haber iniciado provocando un aumento extremo en los precios y haber licuado los ahorros de los ciudadanos. La realidad es que ese salto en los precios ocurrió como resultado dela emisión descontrolada de sucres, que devaluó la moneda y destruyó el poder adquisitivo de los ecuatorianos. Es decir, el culpable fue el sucre devaluado y no el dólar.
La dolarización tiene un solo enemigo: los políticos irresponsables. Ellos pueden caer en la tentación de financiar un gasto público descontrolado emitiendo dinero. Esto es lo que añoran ciertos políticos que quieren recuperar (para ellos) el control sobre la emisión monetaria. Por eso, el cierre del Banco Central es una medida necesaria. Con esta reforma, se eliminaría el riesgo de que los políticos vuelvan a emitir dinero, ya sea a través de ecuadólares como durante el correato o mediante otras herramientas creativas, lo que protegería al sistema financiero y a los ciudadanos de los efectos devastadores de la manipulación monetaria.
Es importante recordar que la dolarización no es una solución mágica para todos los problemas del país. Es solo un esquema monetario que crea un cimiento sólido para la construcción del edificio económico. Un sucre devaluado era como arena movediza sobre la que cualquier edificación colapsaba. Dinero sano (dolarización)es un prerrequisito para el desarrollo económico. Pero la dolarización no sustituye la necesidad de políticas públicas que fomenten la inversión privada, la producción y la generación de empleo. Ecuador necesita un entorno competitivo, con reglas claras y seguridad jurídica, para aprovechar al máximo los beneficios de un sistema monetario estable.
A lo largo de estos 25 años, la dolarización ha demostrado ser un pilar fundamental para el progreso del Ecuador. Ahora, el desafío es consolidar ese legado y construir sobre él una economía más dinámica y próspera.