Si bien existe una gran controversia a nivel mundial, con defensores y opositores sobre la comida barf, no existen estudios científicos que avalen que este tipo de dieta sea la mejor opción para la alimentación de perros y gatos domésticos. Pero sí han surgido varios análisis que muestran sus efectos negativos.
“Esta tendencia se basa en alimentar a las mascotas con alimentos crudos, principalmente con carne, vísceras, leche y huesos, argumentando que al estar en su estado natural brindan mejor calidad en nutrientes. Aparentemente esta afirmación es lógica, no obstante, no considera la evolución y adaptación natural que han tenido los animales domésticos, cuya biología actual no es igual a la de los animales en estado salvaje. Los cambios genéticos de los perros y gatos de casa, por ejemplo, muestran mejoras en su capacidad de digerir almidón o cambios en la metabolización de las grasas”, explica Martín Pazmiño, médico veterinario de Carnitas de Mimma.
Deficiencias y excesos de nutrientes: Una publicación de la Revista de la Asociación Americana de Medicina Veterinaria, expone un estudio estadounidense realizado en 2001, en el que se reveló que todos los alimentos crudos caseros y los comerciales “presentan múltiples desequilibrios nutricionales, algunos de los cuales podrían tener importantes efectos adversos sobre la salud de los animales”. Se encontró que pueden tener importantes deficiencias y excesos de nutrientes.
Además, indica que muchos de esos alimentos tienen un alto contenido de grasa, lo que puede mejorar el brillo del pelaje tal como lo perciben los propietarios, pero también puede causar problemas gastrointestinales de leves a graves en algunos animales, o aumentar el riesgo de obesidad en otros.
Daños en la salud de las mascotas cuando no se formula correctamente: Los riesgos pueden ir de leves a graves, pasando por asfixia por atrancamiento con huesos hasta casos de obesidad o intoxicaciones por las bacterias y parásitos que se generan normalmente en las carnes y alimentos crudos en oxidación o fuera de refrigeración.
“Puede ser que la dieta barf no contenga el balance correcto de vitaminas y minerales tan importantes para las necesidades de la mascota, esto puede provocar enfermedades gastrointestinales, hepáticas, renales y/o alérgicas a largo plazo”, explica el veterinario de Carnitas.
Contaminación por bacterias: La carne cruda puede estar contaminada con numerosos microorganismos o parásitos, al expenderse en cualquier tienda sin necesidad de cumplir parámetros básicos de esterilización e higiene en utensilios y recipientes en donde se almacenan o cortan. Entre los más comunes se encuentra la Escherichia coli o Listeria monocytogenes, que pueden producir intoxicaciones alimentarias graves.
También existe el riesgo de contaminación cruzada, la manipulación de carne y vísceras crudas siempre genera riesgo de que los microorganismos que conviven en ellos pasen a los alimentos de consumo humano o que el animal sea portador asintomático de ellos y los transmita a sus dueños por contacto directo.
Recomendaciones generales:
Asegurarse que el alimento haya sido formulado por un médico veterinario o especialista en nutrición de mascotas.
Pedir al proveedor, si fuese necesario, una certificación validando que el producto es libre de microorganismos.
Las proporciones dependen de cada mascota, edad, sexo, raza y estado fisiológico. Por ejemplo, si una mascota necesita mayor proteína en su dieta, se elaborará una dieta alta en proteína.
Si hay mascotas con sobrepeso, se elaborará una dieta baja en calorías.
No hacer transiciones bruscas en el cambio del tipo de comida, lo más recomendable es introducir el alimento nuevo poco a poco en un tiempo determinado para que no provoque problemas gastrointestinales.
Si la dieta no funciona, la mascota puede presentar diarreas, vómitos, pérdida de apetito, baja de peso, letargia.
No todas las dietas son para todas las mascotas, debe ser elaborada bajo sus necesidades
Informarse siempre por un profesional