Daniela Hill: "Hay que tener noción de la conectividad que tenemos con el océano"
Daniela Hill es bióloga de profesión e instructora de buceo. A temprana edad descubrió que le apasionaba el océano y que necesitaba explorarlo, más allá de lo que veía durante las transmisiones de ‘Las aventuras de Jacques Cousteau’, un famoso investigador que se dedicaba a estudiar el mar.
“Me envolvió en todo este mundo que hay bajo la superficie del agua”, mencionó Hill durante una conversación con Revista Hogar, y aseguró que surgió en ella un objetivo de ver todo lo que observaba a través de la pantalla, y descubrir qué más podía explorar.
Sorprendida por el programa que veía en televisión, creció con la meta de aprender Biología e indagar en el mar, sin embargo, durante su carrera descubrió que el agua no solo alberga vida, sino también una serie de problemas que resultaron de la contaminación humana.
Tras toparse con la realidad que existe en los mares, Daniela encontró un nuevo propósito: hacer que las personas logren conectar con el océano, y que, de esa forma, puedan observarlo desde una nueva perspectiva que no solo les permita comprender lo que significa para los seres, sino también diferentes formas de protegerlo.
Trabajando un proyecto para beneficiar al medio ambiente, Hill descubrió que los niños pueden ser los mejores embajadores del cuidado, puesto que, en casa, son ellos quienes promueven las buenas prácticas ecológicas. Entonces, en pandemia surgió la idea de lograr un cambio junto a los menores, a través 'Amiguitos del océano' una ONG que busca generar cultura océanica, y de un kit de educación acerca de esta tema que pueda usarse en el hogar.
“Hay siete principios, el primero es tener noción de esta conectividad que tenemos con el océano. Hay otro que habla de cómo este produce vida, que es a través del oxígeno, porque el océano es quien realmente produce ¾ partes del oxígeno del planeta”, dijo.
Asimismo, otro de sus objetivos es honrar a quienes laboran para mejorar el estado del mar, por lo cual se realizaron cuentos que no solo envíen un mensaje de conservación, sino que también hablen sobre su lucha. Mediante las prácticas de su proyecto plantea, además de generar ciencia y sensibilización, crear “actividades que promuevan un cambio, viviendo y observando el problema”.