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Bienestar

Educación preescolar virtual, ¿funciona?

jueves, 22 abril 2021 - 07:52
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La pandemia nos cambió la vida a todos y aunque mucho se ha hablado del trabajo digital de los adultos, las aulas virtuales de los niños y adolescentes se transformaron en un gran desafío, no solo para los pequeños, sino también para los maestros (que tuvieron que aprender a usar nuevos formatos) y, por supuesto, para los padres, que se convirtieron en los nuevos docentes, siendo la etapa de educación inicial la que más los requiere.
 
En el 2020 cerraron los centros educativos y, en lo que va de este nuevo año, aún no hay respuestas certeras sobre si volveremos a la enseñanza a través de aulas físicas. Unicef, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, es uno de los principales partidarios en priorizar los esfuerzos para regresar a la educación presencial, argumenta que el impacto del cierre de las escuelas ha afectado en los niños, niñas y adolescentes en áreas emocionales, provocando “cambios en los hábitos del sueño y alimentación en los más pequeños, y angustia y depresión en los mayores”. Esta organización, además, explica que “la escuela, más allá de su función primaria en el aprendizaje, tiene un rol central en el bienestar integral de niños, niñas y adolescentes”. Y, aunque regresar a las aulas es el ideal, en Ecuador los planes pilotos que ya se están realizando en ciudades como Quito, aún generan muchas dudas porque mientras en otros países la vacunación es masiva y gratuita, aquí aún no hay respuesta sobre este tema que podría acelerar el regreso a un estilo de vida de menor temor.
 
Desafíos de la educación virtual
Cuando se supo que la cuarentena iba a obligar a que las clases se dieran de manera virtual, Liz Naranjo, magíster en educación y docente de un centro preescolar, nos cuenta que se les pidió a los padres de familia que acondicionaran un espacio adecuado para las clases de sus hijos, “se les recomendó que tuvieran una mesita, una sillita y sus materiales a la mano, se les pidió que no estuvieran cerca de distractores (televisión, juguetes, comida…) y en lo posible que usen el uniforme para que ellos sientan que están en clases”. Sin embargo, y a pesar de los consejos dados, esto no pasó. “Generalmente los niños estaban acostados, unos con juguetes, otros comiendo y muchos papás dejaban a sus hijos conectados y se iban”, nos narra esta educadora, quien a su vez explica que se les pedía específicamente a los padres que colaboren, pero muchos de ellos se justificaban argumentando “que solo así sus hijos se calmaban y accedían a estar frente a la computadora”. 
 
Este es solo uno de los ejemplos de los nuevos desafíos en la educación virtual, en la etapa preescolar, que estamos viviendo; pero no hay que descartar la necesidad de que los niños socialicen, que vuelvan a tener rutinas, que reciban clases de educación física… y que los padres tomen un rol activo y no deleguen totalmente su responsabilidad a terceros. 
 
Los niños necesitan de la compañía de un adulto para darle soporte y resolver problemas que se pueden presentar durante la clase virtual. Foto: Pixabay
 
Volver a la raíz
Mónica Unda Costa, máster en pedagogía y docente universitaria, nos comenta que no solo se pasó a las aulas virtuales, sino que se volvió a la raíz, es decir, a que los padres se involucrasen en la enseñanza de los niños. Pero surgen más interrogantes, sobre todo cuando se habla de la formación de la primera infancia. ¿Sirve la educación virtual cuando hablamos de niños de 0 a 5 años? 
 
Son muchos los padres que se han visto en problemas para equilibrar su tiempo entre el trabajo y la educación de los niños, es así como Gisella Peña, mamá de Amelia, de 4 años, fue una de las tantas que tuvo que adaptarse a una nueva realidad y convertirse también en maestra de su pequeña. Esta nueva realidad orilló a los educadores a crear estrategias y a generar herramientas para preparar, orientar y dar una guía personalizada no solo a los pequeños, sino también a los padres, manifiesta Unda. La experta nos explica que desde siempre la educación inicial se planteó como cooperativa: educadores, padres de familia y directivos, dando seguimiento a la preparación de los niños. “Lo que la pandemia hizo fue regresar a este formato que por muchos años fue olvidado”, afirma la pedagoga.
 
Verdaderos nativos digitales
Ante la interrogante de si la educación virtual en edad preescolar funciona, Unda puntualiza: “Las aulas virtuales son realmente aplicables a la educación inicial; niños y niñas, entre los 3 y 6 años, son realmente nativos digitales, es decir que todos los pequeños están rodeados por todas las nuevas tecnologías, ellos sienten atracción por todo lo relacionado con el tema y además satisfacen todas sus necesidades de entretenimiento, diversión, comunicación e información a través de ellas”. Sin embargo, la pedagoga comenta que “se dejó en segundo plano la capacidad formativa que tienen las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y, recién ahora, recobran la importancia que tienen para el uso formativo”. Países del primer mundo como China, Noruega, Alemania, entre otros, vivieron una migración de las aulas físicas a las virtuales con mucha más facilidad, y esto se debió a que las TICs estaban involucradas en la formación escolar desde antes de la emergencia sanitaria.
 
Nuevas estrategias
La etapa preescolar va mucho más allá de enseñar a los niños las vocales, los colores y los números. En el mundo, la educación inicial trabaja en el desarrollo del proceso de aprendizaje, como crear hábitos de estudio, de comportamiento, modales y más. Por eso, los nuevos desafíos han cambiado las dinámicas de enseñanza a los más pequeños. Janina Báez, parvularia y propietaria de un centro de educación inicial, nos cuenta que dar clases virtuales a preescolares, ha sido una nueva experiencia, en la que los docentes han tenido que buscar nuevas estrategias de animación y organización para generar un ambiente llamativo para llegar a los niños.
 
En esta nueva práctica, la especialista detalla que, para adaptarse, ha tenido que cambiar la técnica de trabajo usual de como se enseñaba presencialmente. Las clases de 10 a 15 niños ya no van más. “Se tiene que dar la clase máximo con un grupo de 4 niños, si se pasa de este número no se puede captar la atención de todos y no se puede ver si están haciendo o no el trabajo”. El tiempo de clase tampoco puede pasar de una hora, “se aconseja 40 minutos porque los niños se cansan de estar sentados al frente de un computador, y pierden la concentración y atención”, explica Báez.
 
Al ser el niño el actor principal de la educación, el aprendizaje que debe recibir es significativo, por lo que no se puede realizar dentro de un aula solamente. Foto: Pixabay
 
Los padres son la clave
La pedagoga Unda y la parvularia Báez enfatizan que este nuevo proceso educativo no se puede realizar sin la colaboración de los padres, es necesario que una persona adulta esté al lado del niño cuando se imparte la clase para que vaya ayudándole en las actividades, pues hasta los 6 años los pequeños no saben cómo lidiar con emociones fuertes como la frustración, por lo que tienden a llorar o a abandonar el trabajo. Lo que ratifica la afirmación de que la educación debe ser compartida.
 
Tener en cuenta los equipos tecnológicos, la conectividad y las aplicaciones necesarias para recibir la clase virtual, fue parte de la adaptación que tuvieron que vivir los padres de familia. Gisella puede rescatar de esta experiencia la oportunidad que le ha dado el compartir con su pequeña Amelia. “Puedo estar ahí junto a ella, ser el apoyo de la maestra, poder enseñarle, nosotros también contribuimos a la preparación de nuestros hijos”, dice. No obstante, la madre de familia añora que su hija vuelva a relacionarse con más niños de su edad, “a ellos les gusta moverse y jugar, y el que no se puedan relacionar con otros, socializar, compartir, les hace falta y esto forma parte de su desarrollo normal”.
 
Casos diferentes
Cuando se trata de trabajar con niños con capacidades especiales o inclusive con trastornos de aprendizaje, el panorama puede ser muy diferente. “A pesar de los mejores esfuerzos de los maestros e inclusive de los padres, las aulas virtuales no son capaces de satisfacer las necesidades de todos los estudiantes. Los estudiantes neurotípicos (que no sufren ninguna alteración neurológica) pueden presentar dificultades para adaptarse a los cambios forzados por la educación online. Y los neurodivergentes (alumnos con capacidades diferentes o que presentan trastornos que dificultan el aprendizaje) tienen mayores problemas al intentar adaptarse a este sistema”, explica la máster en educación Diana Zamora, quien imparte presencialmente clases particulares. 
 
“Capturar y mantener la atención de un niño y motivarlo para aprender dentro de un aula tradicional es un reto y se vuelve mucho mayor cuando nos separa una pantalla. Crear vínculos e interactuar es parte del proceso de aprendizaje. Sin embargo, algunos estudiantes con capacidades diferentes probablemente carezcan de las herramientas necesarias para lograr una interacción efectiva”, resalta esta educadora, quien, además, explica que en algunos casos será necesaria la intervención terapéutica.
 
En todo caso, esta joven maestra nos dice que tanto niños neurotípicos como neurodivergentes pueden sobrellevar las clases virtuales siguiendo ciertas estrategias, por lo que ve potencial a las TICs, pero reconoce que el trabajo presencial sigue siendo necesario y esencial en la formación educativa. 
 
Pros, contras y estrategias
Uno de las principales contras que tuvo la educación preescolar es que muchos padres de familia prefirieron dar prioridad a la educación de sus hijos en etapas más avanzadas y postergaron la formación de los niños en nivel inicial. 
 
La irritación de los pequeños se exacerbó por las emociones que los padres transmitían debido a la incertidumbre de la cuarentena.
 
Se tuvieron que adaptar las clases con varias actividades de 10 minutos cada vez, para no perder la atención de los niños, algo que no sucedía en el método presencial porque se elaboran actividades de hasta 30 minutos.
 
Manejar el estado de ánimo de los chiquititos se vuelve muy complejo en la virtualidad, muchos de ellos están en etapa maternal, por lo que aún requieren la contención de un abrazo, por eso se necesita la presencia adulta. 
 
A través de la pantalla se pueden reflejar las emociones y manejarlas con el uso de títeres, cuentos, dibujitos, peluches y hasta con canciones.
 
Implementar actividades especiales para fechas importantes como el Día de la Madre o Navidad.
 

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