Por: OjoPúblico / Kennia Velázquez Mónica Cerbón y Emilio Jiménez - Red InvestigativaTransfronteriza.
Latinoamérica se ha convertido en el basurero de plásticos de otros países. Durante más de seis meses un equipo de la Red Investigativa Transfronteriza de OjoPúblico investigó cómo miles de toneladas de estos desechos llegan a México, Perú, Ecuador, Chile y Colombia desde Estados Unidos y otros países de la Unión Europea, con la promesa de ser recicladas. La basura ingresa a las aduanas gracias a un intercambio comercial poco transparente. La deficiente vigilancia de las autoridades impide que se conozca el destino final de estos residuos.
Desechos plásticos de uso médico como jeringas, carcasas de monitores viejos y hasta baldes que contuvieron productos tóxicos. Estos son solo algunos de los millones de residuos plásticos importados mayormente desde los países ricos que han convertido a América Latina en un basurero en todo el mundo. Empresas privadas importan este plástico para su reciclado, pero difícilmente cumplen su cometido y, así, se terminan por convertir en una fuente de posible contaminación.
Empresas de Estados Unidos son las que más basura plástica enviaron a América Latina: salieron 111 millones de toneladas de desechos desde ese país en la última década, un negocio superior a los 500 millones de dólares, según información de bases de datos comerciales y gubernamentales analizadas por OjoPúblico para esta investigación realizada durante seis meses.
Lejos de los ojos del Estado, el negocio lo manejan compañías que se dedican a rubros tan diversos como la producción de botellas, el reciclaje o las industrias textiles, automotriz y de la cerámica, entre otras.
A nivel mundial solo se recicla el 6% de la basura plástica. El material importado debería utilizarse para fabricar otros productos plásticos de menor calidad o para la elaboración de textiles, pero se desconoce cuánta de ella se aprovecha y cuánta termina en los basureros, sumándose así a los 225 millones de toneladas de desechos que se generan al año en las naciones de América Latina que reciben estos desperdicios.
Los expertos consultados por OjoPúblico consideran que este producto, en algunas ocasiones puede ser altamente contaminante. En teoría, los desechos plásticos ingresan para ser reciclados, pero muchas veces los productos no están en condiciones para afrontar ese proceso. Algunos tienen residuos tóxicos altamente dañinos para el medio ambiente y la salud. En casos menos graves, deben ser lavados, lo que implica gasto de agua y uso de productos químicos contaminantes.
América Latina ha recibido más basura plástica desde 2018, cuando China decidió cerrar sus puertas a los desechos de países en todo el mundo. De entonces a la fecha, esta parte del continente ha recibido 53 millones de toneladas de estos productos.
En su informe El colonialismo de la basura no se detiene en América Latina, el Grupo Autónomo para la Investigación Ambiental (GAIA), señaló que tras el cierre del gigante asiático a los desechos plásticos del mundo, América Latina se convirtió en uno de los destinos para recibir estos productos junto con países del Sudeste Asiático, África y Turquía.
Latinoamérica recibió en 2017 unos 10 millones de toneladas de desechos plásticos solamente de Estados Unidos, según información de la base de datos Panjiva. Para 2018 –cuando China cerró sus puertas a la basura plástica mundial–, la cifra se incrementó a 11 millones de toneladas de desechos plásticos depositados en la región. Una cifra ligeramente mayor se envió en 2019.
Los siguientes años, la cantidad de basura plástica importada desde Estados Unidos reflejó incrementos más marcados. En 2021, se recibieron 12 millones de toneladas de plástico desechado.
México, Ecuador, Perú, Chile y Colombia han ingresado 1.06 millones de toneladas de este tipo de residuos en la última década, proveniente de casi todo el mundo, según los datos oficiales analizados por OjoPúblico. La cantidad de desechos plásticos importados por países de la región entre 2012 y 2022 es equivalente a 118 veces el peso de la Torre Eiffel.
Solo los cinco países revisados para esta investigación sumaron desechos plásticos por un valor de 330.4 millones de dólares en la última década. Pero no en todos los casos se pudo obtener la cifra de dinero recolectado a través de los negocios con basura plástica, pues existe un vacío de información que ha sido señalado por expertos en la región como uno de los principales problemas para dimensionar la problemática.
La deficiente supervisión en las aduanas permite el ingreso, pero la falta de seguimiento de las autoridades competentes impide que se tenga total certeza de cuál es el fin de estos desechos. Por eso, varias organizaciones ambientalistas creen que las cifras pueden ser superiores.
La Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) ha advertido que estas omisiones permiten el aumento del comercio ilegal de desechos plásticos y su tratamiento inadecuado, que a veces involucra trabajo ilícito, lavado de dinero, corrupción, evasiones fiscales, entre otros delitos. Interpol ha detectado la utilización de documentos falsos para envíos que se declaran como destinados a la recuperación o como materia prima cuando no es ese su destino.
GAIA, por su parte, acusa a las potencias mundiales de mantener sus políticas ambientales con un alto costo para los países menos desarrollados. “Gran parte de ese paraíso sustentable se alimenta gracias al envío a otros países de cientos de contenedores repletos de residuos plásticos que, en el mejor de los casos, se reciclan, pero que en muchos otros terminan en destinos imposibles de rastrear, incinerados, enterrados o reciclados en condiciones que nunca se aprobarían en los países exportadores”, señala el informe antes mencionado.
México es el país que más desechos plásticos ha importado de América Latina: más de 897 mil toneladas de basura plástica en el período 2012-2022, según los datos revisados. Le sigue bastante detrás Perú, que acumula 62 mil toneladas en el mismo período.
El total de basura importada en la misma década pone a Chile en el tercer lugar de la lista con un total de 50 mil toneladas de desechos plásticos recibidos en la última década, aunque la tendencia desde 2019 está en baja.
Colombia se ubica en el cuarto lugar. Las importaciones al país incrementaron de manera abrupta a partir de 2016, justo cuando su congreso impulsaba proyectos de ley para reducir el uso de bolsas de ese mismo material para evitar, así, su impacto ambiental.
Mientras tanto, Ecuador se mantuvo con los niveles más bajos de importación de plásticos con poco más de 21 mil toneladas de basura recibida entre 2012 y 2022. Para analizar estos datos, OjoPúblico tomó en cuenta los envíos que contenían únicamente plástico.
Los países latinoamericanos son el destino de desechos plásticos compuestos por PET, PVC o polietileno, pero también se encuentran jeringas usadas, bolsas que contuvieron sangre y otros materiales médicos, carcasas de televisores o computadoras, desechos de uso automotriz, residuos de pañales e incluso contenedores contaminados de material tóxico, productos que suelen enviar desde Estados Unidos, China, Holanda, Alemania o también de otros países de la región como Venezuela, Argentina, Brasil, Panamá o Puerto Rico.
La Organización para la cooperación y el desarrollo económicos (OCDE) señala que la producción anual de plásticos a nivel mundial casi se duplicó en las últimas dos décadas. A ese mismo ritmo, los desechos plásticos también crecieron un 126 por ciento entre 2000 y 2019. Aunque el organismo recalca la importancia de reciclar, reconoce que sólo el 6 por ciento de la materia prima para nuevos plásticos proviene de material reaprovechado.
Los acuerdos de compra y venta de desechos plásticos se negocian únicamente entre empresas privadas y con frecuencia los países no tienen la infraestructura para procesar los residuos, o el interés suficiente para dar seguimiento a las toneladas que ingresan a sus territorios. La trazabilidad de los plásticos, afirman los expertos, es nula.
“Las empresas los importan súper baratos porque para los países que exportan es basura, porque si fuera realmente un recurso reciclable allí, no lo exportarían. Los exportan e importan como basura y los gobiernos no les hacen seguimiento”, explica sobre el funcionamiento del negocio la activista María Esther Briz, Campañista de Plásticos para América Latina y Caribe en Break Free From Plastic.
Grupos ambientales en Latinoamérica, como GAIA y la organización Break Free from Plastic, han encontrado que la información que registran los gobiernos de importación y exportación son más bajos que los datos de las cámaras empresariales. Un “hueco de datos” importante para evaluar la problemática.
En suma, la falta de vigilancia y seguimiento ocasiona que el intercambio de plástico entre empresas de diferentes países puedan ocurrir “de forma ilegal, es decir, que no queda registrada, a lo mejor son residuos y no se registran como tales o no todo se puede aprovechar de lo que se importa”, añade Alethia Vázquez Morillas, académica del área de investigación de tecnologías sustentables de la Universidad Autónoma Metropolitana, ubicada en la Ciudad de México.
A pesar de que los países importadores son firmantes del Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación, creado para combatir los depósitos de desechos tóxicos en países en vía de desarrollo, aún así ingresa material contaminado y con pocas posibilidades de ser reciclado.
Entre los principales obstáculos está que cada país, de acuerdo a sus propias legislaciones y a lo establecido en los convenios internacionales, tendrían que hacer un seguimiento puntual de estos intercambios de plástico, pero los expertos aseguran que en la práctica eso no se realiza.
Además, GAIA afirma que aunque el Convenio de Basilea establece que los países firmantes deben emitir su consentimiento para el ingreso de desechos plásticos, esto no siempre ocurre, pues las empresas no informan con exactitud qué tipo de productos están importando ante las aduanas, lo que ha ocasionado que lo establecido en el Convenio no tenga efectos directos en la disminución de los flujos de desechos altamente contaminantes.
Estados Unidos no es parte del Convenio de Basilea así que las empresas registradas en su territorio no podrían exportar a países que sí lo son, pero el acuerdo contempla una excepción a la prohibición en caso de que existan acuerdos bilaterales o multilaterales, siempre y cuando promuevan un manejo ambientalmente racional de los desechos peligrosos.
Los países integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se someten a regulaciones comerciales más laxas. Dentro de la organización no se ha logrado regular el comercio de residuos plásticos sucios, halogenados, destinados a un reciclaje ambientalmente racional.
La OCDE está integrada por 35 países, entre ellos Chile, Costa Rica, Colombia, México y Estados Unidos que continúan con ese tipo de exportaciones a pesar del riesgo ambiental. La próxima revisión que la organización hará a esas reglas se realizará hasta 2024.
“En Europa han estado tomando conciencia de este asunto y están discutiendo prohibir la exportación de residuos plásticos a otras partes del mundo, incluyendo países miembros de la de la OCDE. Las empresas europeas se están dando cuenta de que es un tema que se está investigando, que se están rastreando las rutas de los de los residuos, y tal vez quieren evitar evidenciar que están mandando basura plástica a países del sur global”, agrega Alejandra Parra Muñoz responsable de la organización Grupo Autónomo para la Investigación Ambiental (GAIA) para América Latina.
La cantidad de residuos plásticos registró un incremento importante impulsado por la pandemia mundial de Covid-19. Tras los meses más fuertes de la crisis, el uso de plásticos desechables se disparó, no solo por las necesidades sanitarias y médicas que derivaron en la producción de desechos tóxicos, sino por el aumento en el consumo de comida a domicilio, empaquetada siempre con diversos tipos de plásticos que complicaron la operación de la ya débil cadena de reciclaje mundial.
En un estudio realizado por el Programa de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente (PNUMA), se señala que el uso de mascarillas, guantes, desechos médicos y los empaques de la comida derivaron en un incremento preocupante de desechos plásticos. Esto colapsó algunos sistemas de reciclaje en el mundo, por ejemplo, el 46% de las instalaciones de reciclaje en el Reino Unido redujeron o suspendieron sus servicios en abril de 2020.
“Si no se toman medidas, más del 70% de este plástico terminará tirado en océanos y vertederos, y hasta un 12% será quemado causando contaminación y enfermedad en las zonas más vulnerables del planeta”, indica el estudio. El informe agrega que el 85% de la basura que se encuentra en el mar proviene de desechos plásticos y para 2040 los volúmenes se triplicarán, agregando de 23 a 37 millones de toneladas métricas de residuos plásticos en el mar por año.
Las proyecciones indican que la basura plástica seguirá en aumento y los activistas son enfáticos en señalar que el reciclaje está fallando. La principal razón es que la industria prioriza las ganancias económicas frente a los daños al medio ambiente y a la salud y que los gobiernos se desentienden del control sobre estos mercados, coinciden los expertos consultados para este reportaje.
“Un gobierno debería de poder decir: Si yo no tengo la capacidad de gestionar este residuo, si no tengo la capacidad de gestionar este material, ustedes (las empresas) no pueden importarlo y no pueden ponerlo en el mercado. Los gobiernos tienen la responsabilidad de controlar a las empresas y de implementar sistemas de gestión de residuos”, dice Briz.
Los especialistas añaden que los países deben tener mayor control sobre lo que ingresa a sus territorios y su disposición final, lo que permitiría conocer con exactitud el impacto medioambiental del tratamiento de la basura plástica e implementar mejores procesos de trazabilidad y tratamiento con los residuos que no pueden ser reciclados.
La buena noticia, dice Parra Muñoz, es que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), avanza hacia la firma de un convenio internacional para regular el comercio de basura plástica.
“Se espera que se firme en 2025 una reglamentación internacional que aborde la producción de los plásticos apuntando a la reducción de la producción y a límites a los tipos de plástico que se pueden fabricar. Así como también sus usos y los aditivos tóxicos, que deberían ser prohibidos para proteger la salud de las personas y del ambiente y para que el reciclaje sea una actividad segura”.
La creación e implementación de este nuevo Tratado es un reto de dimensiones mundiales y una esperanza para amortiguar el cambio climático.
Este reportaje fue editado, pero puede leerlo completo aquí: América Latina: el depósito final de la basura ajena