La noche empezó con una “Alfombra Verde”, donde varias personas lucieron sus atuendos reciclados, reutilizados y transformados a partir de retazos de tela y redes de pescar. Esta alfombra fue el preámbulo para la ceremonia de premiación, donde los representantes de 33 proyectos de doce países, que con innovación, contribuyen a lograr la agenda global de protección a la naturaleza y el cumplimiento de distintas metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En esta décima edición de Premios Verdes, se trabajó con once categorías y los ganadores fueron propuestas de Colombia, Brasil, Chile, Perú, Guatemala y México.
Dentro de esta categoría participaron iniciativas de transporte público o privado que permitan la transición hacia modelos de movilidad sostenible con bajas emisiones de carbono. Los criterios a analizar son si los proyectos facilitan la movilización de las personas y fauna. También participaron aplicaciones o programas de transformación digitales que otorgan mayor acceso a servicios y datos para optimizar los desplazamientos.
El ganador de este año fue Tuk Tuk Solar de Guatemala, una apuesta de innovación que utiliza tecnología eléctrica, energía renovable y arquitectura digital para optimizar recursos. Es decir, que reemplaza el motor de combustión de un mototaxi o tricimoto para que se cambie por tecnología eléctrica y solar. Así, se convierten en prototipos funcionales que generan rentabilidad económica, ambiental y social para las comunidades en Guatemala que utilizan este medio de transporte.
Su creador además, recibió un apoyo financiero de 20 mil dólares para continuar con su labor y espera poder expandirse a otros países de América Latina.
Acelerar la transición a energías limpias y renovables, que proporcionen suministros energéticos fiables, mejoren la seguridad energética y reduzcan los riesgos de contaminación, son los pilares de esta categoría.
“Alinti” de Perú fue el ganador de este año. Este sistema de energía, brinda electricidad las 24 horas del día a partir de la fotosíntesis de las plantas. Su creador Hernán Asto, lo diseñó para que sea un dispositivo portátil y produzca energía biológica y limpia en hogares, empresas y espacios públicos. Esta iniciativa también absorbe más de 100 kg de dióxido de carbono al día por metro cuadrado.
La idea nació para ayudar a las pequeñas comunidades de Perú que no cuentan con una red pública de energía y que no tienen los recursos para adquirir otras alternativas.
En esta categoría se busca iniciativas académicas que a través de su investigación promueven la sostenibilidad como: prototipos que mitiguen los efectos del cambio climático, que faciliten la transición energética, que desarrollen productos o servicios circulares, que fortalezcan los servicios ambientales, promuevan la inclusión y reduzcan la pobreza.
El ganador de este año fue “Huertas Comunitarias Stem” de Colombia, que nació durante la pandemia como respuesta a la crisis alimentaria global. Este proyecto se desarrolla en 4 etapas: diseño de planeación de las huertas, prototipo en la construcción, prueba en la obtención de alimentos y evaluación.
Además, como una manera de mejorar los cultivos, incorporaron ideas de emprendimiento a partir de los residuos del café: compostaje, herbicidas naturales y obtención de energía eléctrica de biomasa de café.
Fomentar el uso de prácticas agrícolas responsables, que minimicen el uso de recursos naturales y encuentren nuevas formas de alimentar a la población de manera consciente, son los pilares que se toman en cuenta para elegir a los finalistas de esta rama.
Dentro de las propuestas estuvieron proyectos que tienen una producción libre de deforestación y degradación de los bosques, que tienen tecnología para el uso eficiente de recursos naturales y que incluyan los saberes ancestrales de los pueblos y comunidades para aumentar el valor de la chacra.
El ganador de este año fue Planta de Avilombricompostaje de Colombia, que procesa diariamente 3.5 toneladas de residuos orgánicos con lo que se generan diferentes bioinsumos como huevos camperos, biofertilizantes, abonos, biochar, potasa o parafina que luego se incorporan nuevamente a la economía.
Proyectos con diseño e implementación que potencian servicios ambientales como el ciclo del agua, la regulación del clima, la generación de oxígeno, refugio de vida silvestre y polinización, fueron los protagonistas de esta categoría.
Chile se llevó el reconocimiento con los “Bosques de bolsillo Miyawaki”. Ellos contribuyen a la adaptación de las ciudades con la incorporación de un nuevo tipo de paisajismo en el área urbana. Estos bosques crecen hasta 10 veces más rápido y generan grandes beneficios ambientales y sociales: es funcional, estético, purifican el aire, retienen agua, regulan el clima, generan oxígeno, restauran el suelo y se transforman en refugio para la biodiversidad y las personas.
Hasta ahora, el proyecto ha creado 30 bosques nativos de bolsillo convirtiendo terrenos degradados o en desuso en paraísos verdes.
La convocatoria para esta rama está enfocada en modelos de gobernanza innovadores que protegen los ecosistemas marinos, de agua dulce y ecosistemas terrestres, mientras se alinean los intereses de conservación y desarrollo humano.
Este año el ganador fue el Humedal “Pucush Uclo Ojo del Mundo” de Perú. Este proyecto es un recuperador de aves y repoblador del medio ambiente de la provincia.
“Se logró despertar el espíritu ambientalista de miles de niños y jóvenes, se trabajó con ellos la creación del humedal, repoblamiento de aves, el condicionamiento del suelo, la introducción de plantas en el humedal, la protección y cuidado del hábitat y el estudio en las áreas curriculares de la escuela y el colegio”, destacó Fidel Cueva, el postulante de la iniciativa en Premios Verdes.
Hasta ahora, el humedal ha producido 24 mil aves de diferentes especies, que estaban desapareciendo de la zona por el calentamiento global.
Vestirse siguiendo las tendencias actuales tiene un costo ambiental: la moda rápida es responsable del 10% de las emisiones de carbono y para producir una camiseta necesitan casi 3 mil litros de agua.
Por eso, para participar en esta categoría los proyectos, programas o modelos de negocio deben reducir la huella de carbono, reciclar o reutilizar post consumo, fomentar la innovación tecnológica para nuevos textiles y promover la compra de segunda mano y vintage.
Este año el galardón se lo llevó Brasil con Darvore Cosmetics. Ellos ofrecen nano cosméticos con activos 100% forestales de alta tecnología para el bienestar de las personas, la salud de la piel y la conservación de la naturaleza.
Los modelos de economía circular abordan los problemas del cambio climático a través de dinámicas que regeneren la naturaleza, tengan circularidad de los materiales y eliminen la producción de residuos.
Por eso en esta categoría se busca que los finalistas sean modelos económicos de producción y consumo sostenible que reemplacen los patrones nocivos de extracción, producción, consumo y desecho por la reconversión de recursos.
El Centro Avanzado de Reciclaje Eficiente (CARE) de México fue el ganador de esta categoría. Ellos utilizan los residuos de la construcción y demolición de diversas obras de la Ciudad de México para reutilizarlos, reciclarlos, eco-conceptualizados y transformarlos.
Es decir, que regresan a la ciudad como elementos constructivos y paisajísticos, según las funciones.
Modelos de negocios, empresas y ecosistemas empresariales tecnológicos que tratan de solucionar un problema ambiental o social son los protagonistas de esta categoría. Este año el ganador fue Photio de Chile, un aditivo nanotecnológico que se puede incorporar en pinturas, asfalto, hormigón, telas, plásticos, cuero sintético, para que al contacto con la luz solar o artificial se degraden los gases de efecto invernadero y contaminantes locales.
Photio es capaz de degradar más de 10 gases contaminantes diferentes, transformando cualquier superficie en un purificador de aire sin modificar su apariencia. La tecnología cuenta con certificaciones y pruebas realizadas con importantes laboratorios y universidades.
Para participar en este reconocimiento, los proyectos deben estar alineados a dinámicas que potencien las finanzas para el desarrollo y la financiación filantrópica que movilicen la economía verde. Por ejemplo, los finalistas de este año son programas innovadores de financiamiento, incentivos, crédito, fondos reembolsables o no reembolsables, operaciones financieras que facilitan la transición ecológica y la descarbonización.
El ganador fue “Perú por Naturaleza”. Ellos son la primera plataforma de crowdfunding y ecosistema digital para el medioambiente en su país. Es decir, obtienen fondos para la gestión de las Áreas Naturales Protegidas del Perú, además de permitir a distintas organizaciones crear sus propias iniciativas para conseguir fondos para proyectos de conservación y naturaleza.
Cada año, se suman 80 millones de personas a la población global y con eso también aumentan las necesidades básicas que ponen en jaque a los recursos naturales. Por eso esta categoría está pensada para modelos de desarrollo humano que generen crecimiento económico, empoderen a las personas y regeneren el ambiente.
Colombia se llevó el galardón este año con el proyecto Centro de Transformación de Alimentos Alma de Colombia. Ellos recuperan alimentos crudos y cocidos y los sirven a niños en extrema pobreza en cuatro comedores comunitarios. Desde el 2015 han beneficiado a más de 23 mil niños con más de 400 mil raciones alimenticias. Con esto contribuyen a mejorar la nutrición, salud y reducen el desperdicio de los alimentos y su contaminación al medio ambiente.
Los resultados de estas iniciativas y la premiación de las diferentes categorías sirven cada año como un apoyo para el Programa de las Naciones Unidas Para el Desarrollo Ecuador (PNUD) en la elaboración de su informe de cómo Latinoamérica continúa con el cumplimiento de los ODS y la Agenda 2030 .