De enero a junio de 2021, los dispositivos de videovigilancia que se usan para la prevención de delitos y emergencias han colaborado en evitar 357 suicidios en el país, por el monitoreo de actitudes inusuales en puentes, edificaciones y sitios de riesgo. Las acciones de verbalización que ejecutan las unidades especializadas han permitido convencer a las personas de desistir en sus intentos.
Las emergencias relacionadas con suicidios aumentaron en un 37 por ciento en el país en el último año. Una cifra que podría descender prestando atención a las señales de alerta que cada vez son más.
Una madre escucha una conversación virtual inquietante en el cuarto de su hijo adolescente. Entra y ve en la pantalla de la computadora a la novia del chico cortándose los brazos y pidiéndole a él que vaya a verla. La madre le arrebata la computadora y su hijo toma un cuchillo amenazando con matarse si no se la devuelve.
Una historia de la vida real que forma parte de las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Censos, INEC, que señala que las lesiones autoinfligidas (suicidios) fueron la segunda causa de muerte en menores de 19 años en 2020. Y este año, las lesiones autoinfligidas provocaron 187 defunciones en el grupo de edad comprendido entre los 10 y 19 años.
La pandemia y el confinamiento son un caldo de cultivo para que aumenten las manifestaciones de trastornos y crisis por problemas de salud mental en la población en general, pero con un preocupante au-mento en adolescentes y jóvenes.
“Odio mi vida”. Es la frase que repite frecuentemente un adolescente de 15 años cuando sus padres le piden que haga algo, desde concentrarse en sus clases online hasta colaborar con alguna tarea doméstica. A través de los padres de los compañeros de su hijo se enteraron que esta frase la usaban todos, así que no le dieron mayor importancia. ¿Hicieron bien? La doctora Julieta Sagnay, especializada en Psiquiatría y Salud Mental, sostiene que nunca se deben pasar por alto expresiones como la que manifiesta recurrentemente este adolescente. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, el suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años en todo el mundo.
Juan Zapata, director del ECU 911, señala que de enero a junio de 2021 se registró un incremento del 37 por ciento de emergencias relacionadas con suicidios en el país frente al mismo período del año pasado. Mantener la salud mental se ha convertido en un desafío individual y colectivo. Como en todas las áreas de la salud, la prevención es el mejor escenario para enfrentar y manejar las situaciones complejas que presenta la vida.
En este aspecto, la doctora Sagnay destaca la importancia de hablar cotidianamente con los hijos acerca de sus emociones, de cómo se sienten sobre sí mismos y lo que están viviendo.
Con demasiada frecuencia, la única evaluación que les importa a los padres son las calificaciones que obtiene su hijo como estudiante. Pero ese es solo un aspecto de su vida; la inteligencia emocional es clave para su presente y futuro.
“Muchos padres le dicen a sus hijos que quieren ser sus amigos pero ni bien el chico les empieza a contar cómo se siente o cuáles son sus temores o sus sueños, lo descalifican”, señala la especialista.
Agrega que esa descalificación deja marcas de por vida y que aunque cueste creerlo, esas palabras continuarán repitiéndose mentalmente y minando la confianza en sí mismo en la adultez.
“Hay padres castradores, que en vez de alentarlos a perseguir lo que los entusiasma, se dedican a destruir la autoestima de sus hijos y los traen después a los consultorios para que uno recomponga lo que ellos rompieron”.
Hay que revisar las formas de comunicación verbal, evitar los adjetivos y las etiquetas que atentan contra la autoestima. “El lenguaje descalificador tiene que cambiar porque daña la estructura y la personalidad de los pequeños. Hay que dejar de creer que las frases clichés y las herramientas que nos sirvieron en otro siglo van a servir en este”, dice la psiquiatra.
Un estudio realizado por la Universidad McGill en Canadá confirma que la baja autoestima representa un importante factor predictivo de suicidio. A partir de esta información, un equipo de ese centro de estudio está desarrollando una herramienta que emplea inteligencia artificial para predecir posibles comportamientos suicidas en sus estudiantes. Tanto el tipo de crianza sobreprotectora, que no enseña a tolerar la frustración, como el autoritario, que crea individuos que no saben decir que no, generan adultos inseguros que no están preparados para los desafíos de la vida.
SEÑALES DE ALERTA
Se cree que solo los pacientes con depresión llegan al suicidio pero no es así. Puede ocurrir como consecuencia de otras enfermedades mentales, del consumo de ciertas sustancias o por situaciones que generan mucho dolor.
Una joven, cuyo nombre se mantiene en reserva, ha expresado su deseo de terminar con su vida. Dice que no es una idea repentina sino que es algo que ha venido planificando como una salida a su sufrimiento.
La sociedad tiende a etiquetar a las personas que toman esta decisión como cobardes, “pero para muchos, el suicidio es eso: una salida al sufrimiento”, dice la doctora Sagnay.
La familia puede identificar ciertas señales en los niños y adolescentes, como por ejemplo una tendencia al aislamiento que puede ser un indicador de depresión, pero también puede ser provocada por el consumo de sustancias o por haber sido víctima de abuso. Si los padres no saben abordar estas situaciones es necesario que busquen a un profesional para que determine qué ocurre.
En otros casos, la depresión en los adolescentes y las ideas suicidas pueden estar relacionadas con el confinamiento y las limitaciones en el desarrollo de sus habilidades sociales con sus amigos. Otros factores que inciden son la alteración en sus hábitos de alimentación y de sueño. En algunos casos pueden ser causadas porque están presenciando situaciones de violencia y de maltrato dentro del hogar que los afectan profundamente.
Por otra parte, la adicción a los juegos virtuales y las redes sociales ha modificado la forma en que funcionan los sistemas de recompensa del cerebro en los niños y adolescentes, a un nivel que los padres no pueden dimensionar y que no saben manejar, señala la doctora Sagnay.
Otra llamada de atención es el cutting, que es el hábito de realizarse cortes en las piernas y los brazos. “Es el camino que toman chicos con altos niveles de intolerancia a la frustración, que se sienten muy enojados. Cuando se cortan se producen endorfinas que les provocan una sensación de alivio momentáneo”, dice la especialista.
Aclara que aunque la intención de quienes lo practican no es matarse sino calmarse, el cutting es una señal de alarma porque quienes lo practican suelen ser impulsivos y tener personalidades autodestructivas que los pueden llevar a realizar acciones de alta peligrosidad, sin pensar en las consecuencias. Recomienda que los padres revisen los brazos y las piernas de sus hijos para ver si no hay indicios de que están realizándose cortes.
A TODA EDAD
La mirada atenta y la comunicación frecuente, fluida y espontánea son elementos valiosos para detectar tempranamente si algo no está funcionando de manera adecuada en la mente, no solo de los niños sino de cualquier miembro de la familia en el que se detectan cambios en el comportamiento.
Cuando se empieza a sospechar que algún familiar o amigo tiene ideas suicidas, la Fundación de la Clínica Mayo para Educación e Investigación Médica sugiere iniciar un diálogo sereno pero con preguntas directas sobre cómo se siente esa persona con su vida, si tiene ganas de darse por vencido, si ha pensado en hacerse daño o si ha contemplado la idea de suicidarse, si ha planeado cuándo y en qué forma lo haría.
Aclaran que este tipo de conversaciones sobre pensamientos suicidas no motivan a tener conductas autodestructivas y más bien permiten buscar ayuda profesional a tiempo.
Para que esa búsqueda de ayuda psiquiátrica deje de ser un tema tabú es necesario trabajar como sociedad en quitar el estigma a los temas de salud mental y la forma de tratarlos. Entender que así como el gastroenterólogo atiende los problemas digestivos, los psiquiatras son quienes realizan el diagnóstico sobre la salud mental de un paciente y determinan el tratamiento, que puede requerir psicoterapia y en algunos casos medicación.
Sobre el temor que generan los fármacos recetados por psiquiatras, la doctora Sagnay explica que si un paciente tiene una idea suicida por una alucinación o por el consumo de una sustancia, no hay consejo o conversación que le sirva. Debe usar medicación. “Las alucinaciones son voces comando que a veces les dicen: mátate o mata por lo que hay que medicar. Del mismo modo que algunos pacientes con depresión resistente no van a mejorar con un diálogo porque su cerebro no genera serotonina y también deben recibir medicación”.
Advierte que las ideas suicidas o las tentativas de suicidio siempre son una emergencia psiquiátrica que requiere la internación del paciente, porque no se puede hacer contención de esta situación en un consultorio.
“Las estadísticas muestran un aumento del 37 por ciento en los intentos de suicidio en Ecuador, pero creo que hay un subregistro porque muchas veces las familias sienten vergüenza de reportar estas situaciones”, concluye la especialista.