A sus 32 años, Gabriela ha alcanzado un posición profesional muy destacada en el área de las comunicaciones. Para su entorno es una mujer brillante y exitosa pero ella confiesa que cada vez que escala un nuevo peldaño en su carrera, internamente no cesan sus cuestionamientos sobre si será capaz de cumplir lo que se espera de ella.
Esta inseguridad viene desde la etapa escolar y la ha acompañado toda la vida, al igual que la sensación de que haga lo que haga, nunca será suficiente.
En terapia descubrió que no estaba sola y que era una de los millones de personas en el mundo afectadas por el síndrome del impostor, cuyos síntomas se caracterizan por las ideas recurrentes de no ser merecedor del trabajo o cargo que se desempeña,de que se está engañando a los compañeros y jefes sobre las propias capacidades y que los logros obtenidos se deben a factores como la suerte y no a la propia valía;en pocas palabras, hay una autopercepción de ser un fraude, con la consecuente sensación de ansiedad que produce el temor de “ser descubierto” por los otros.
Dos psicólogas clínicas, Pauline Clance y Suzanne Imes, en 1978, crearon el nombre del síndrome, en un artículo titulado “El fenómeno del impostor en las mujeres de alto rendimiento: dinámica e intervención terapéutica”.
Algunos estudios apuntan a que se presenta con mayor frecuencia en grupos de población que no cuentan con suficientes referentes de éxito profesional entre sus antepasados y predecesores, como ciertas minorías o segmentos tradicionalmente postergados de la sociedad de los cuales surge una figura de relevancia que enfrenta el síndrome.
Es lo que ha ocurrió durante el siglo XX con las mujeres y sigue sucediendo hasta estos días, como el caso de Gabriela, quien es la primera mujer en su familia en alcanzar una posición importante en el mundo laboral.
Lorena Velásquez cuenta cómo tuvo que lidiar con el síndrome del impostor durante una etapa de su vida en uno de los episodios de su podcast “Disconnect to Connect”, el cual se encuentra en el top del cinco por ciento de los podcasts más seguidos y compartidos a nivel mundial.
Sus estudios como máster en Psicolobiología y Neurología Cognitiva, además de su certificación como coach de Mindfulness le permitieron entender y trabajar en el síndrome del impostor que la afectó y también ayudar a miles de personas a alcanzar la libertad emocional frente a creencias limitantes a través de sus consultas online y de los mensajes en sus redes sociales.
Creencias y lo inconsciente
La experta explica que cuando las personas exitosas no logran asimilar sus logros hay algunos factores que considerar. En primer lugar, conocer cuáles son las creencias que se imprimieron y se encapsularon en el cerebro durante la infancia y, por otra parte, recordar que la manera de comportarnos está programada en un 95 por ciento por nuestro inconsciente, de modo que aunque el pensamiento lógico le diga a una persona que es merecedora de los logros que ha alcanzado, este proceso consciente representa solo un cinco por ciento de sus motivaciones para actuar.
Para quienes crean que padecen este síndrome, Velásquez sostiene que, como primer paso, hay que reconocer las sensaciones que provoca, analizar por qué aparecen y expresarlas.
Además, agrega que es de gran ayuda tener claro que las trayectorias de las personas más exitosas del mundo tuvieron fracasos muy grandes que afrontar antes de llegar al éxito.
“Tenemos la creencia errónea de que no deberíamos sentir temor frente a los desafíos y que debemos conocer todas las respuestas. Una de las mejores decisiones que podemos tomar es aceptar esa vulnerabilidad, hablar sobre ella, procesarla, sabiendo de dónde viene”.
Aclara que el miedo momentáneo va a aparecer cada vez que salgamos de la zona de confort, o como prefiere decirle, de la zona de lo conocido. Ese temor está presente emocional y fisiológicamente, por lo que incluso el cuerpo lo va a sentir.
Por eso es muy importante reconocer el significado personal del éxito y vivir a partir de ello”. Sostiene que la terapia es una de las maneras más efectivas de combatir el síndrome del impostor, las personas que han trabajado en este aspecto tienen las herramientas necesarias y la apertura de conciencia para ver las oportunidades.
Considera que una gran porción de nuestra realidad es una manifestación de nuestro mundo interno, de nuestro inconsciente, y que justamente por eso, “quienes han trabajado en su síndrome del impostor logran expandir su campo de visión interno, de modo que, por ejemplo, cuando llega la posibilidad de un ascenso, aunque el temor aparezca en un primer momento la persona sabe ahora cómo enfrentar la situación, ya no desde la reacción sino desde la elección”.
Concluye definiendo el miedo frente a la consecución de los logros como la punta del iceberg debajo de la cual están los circuitos neuronales, las razones, las necesidades sin satisfacer que hemos acumulado desde los primeros años de vida.
Por eso hay que tener claro que temas como el síndrome del impostor son un síntoma de otros que están en el inconsciente y que requieren de un profesional entrenado para ser entendidos y procesados.