“Quizás la parte más dolorosa fue cuando empezó a preguntarme cuál era mi nombre”, dice Mireya, recordando las interacciones cuando su madre empezaba a recorrer el camino hacia el olvido. El Alzheimer es un tipo de demencia que se caracteriza por las fallas en la memoria, el pensamiento y el comportamiento, los cuales se van manifestando lentamente y empeoran hasta llevar a quien lo padece a perder la posibilidad de vivir sin la ayuda de otros.
Hace algún tiempo se creía que la afectación era solamente en el campo de la memoria, por lo que los pequeños olvidos, levantaban las señales de alarma. Y aunque hoy se sigue considerando el síntoma temprano más común en el Alzheimer que es la dificultad para recordar información recién aprendida. De hecho, las áreas cerebrales relacionadas con el aprendizaje son las que primero se afectan. Los cambios de humor, la desorientación y la confusión van sumándose poco a poco.
“La presencia de placas de proteína beta amiloide y de proteína tau son las que han mostrado que llevan a que las neuronas se desconecten y vayan perdiendo comunicación entre ellas, es entonces cuando aparecen las señales características del Alzheimer. La teoría más aceptada durante años es que estas proteínas se van depositando y son las que producen que la persona pierda relación con su torno, a desconocer a su familia, los lugares donde se encuentra, por ejemplo”, explica el doctor Amador Macías, médico geriatra mexicano.
Agrega que cuando una persona empieza a mostrar cambios en su comportamiento debe ser evaluada por un profesional para descartar otras patologías o condiciones que pudieran ser reversibles como descompensaciones por la diabetes, problemas de la tiroides, trastornos del sodio o del calcio, tumores cerebrales o eventos cerebrovasculares, muchos de los cuales pueden ser controlados de manera efectiva. “En el caso del Alzheimer estamos hablando de un proceso degenerativo e irreversible”, dice el doctor.
Para descartar o confirmar Alzheimer, el médico realiza una entrevista clínica con el paciente y se solicita exámenes de laboratorio en sangre además de un estudio de imagen del cerebro para descartar, como se mencionaba, de que se trata de un tumor o de un evento cerebrovascular lo que esté causando los cambios de comportamiento.
El doctor Macías menciona que en un futuro cercano, todo indica que se podrá recurrir a pruebas en la sangre para detectar la enfermedad de Alzheimer desde etapas tempranas y con accesibilidad para la población general, tal y como hoy se realiza con los dispositivos para evaluar los niveles de glucosa en la sangre.
Actualmente para hacer diagnóstico se toma una muestra de líquido cefalorraquídeo por punción lumbar que indique si hay presencia de la proteína beta amiloide o de un estudio como la tomografía por positrones que muestre si hay presencia de esta proteína en el cerebro, pero el especialista destaca que estos procedimientos son costosos lo cual limita el acceso a ellos de la población, especialmente en regiones como Latinoamérica.
Antes de abordar el tratamiento, es importante insistir en la prevención. Desde los 40 años o antes si la persona tiene familiares con la enfermedad, es importante controlar periódicamente la presión arterial, el colesterol, los niveles de azúcar y todos los factores que afectan el corazón, al igual que la obesidad, el sedentarismo, los trastornos del sueño y el estrés. Se considera que hasta el 56 por ciento del deterioro cognitivo podría ser evitado si se previenen estos factores.
Por otra parte, los adultos mayores que presentan dificultades en la audición (hipoacusia), deben emplear los aparatos de audición para evitar el deterioro cognitivo con el paso de los años, en los que la persona deja de recibir información de su entorno.
Tratamiento
Aunque el Alzheimer no tiene cura, dos tipos de fármacos pueden ayudar a tratarlos síntomas. Los inhibidores de la colinesterasa aumentan los niveles de comunicación entre las células. Los especialistas de la Clínica Mayo explican que estos medicamentos preservan un neurotransmisor que se agota en el cerebro en los pacientes con la enfermedad. Por lo general, son los primeros que se prescriben y la mayoría de las personas muestra mejoras leves en los síntomas relacionados con el comportamiento, como la agitación o la depresión. Se toman por vía oral o por un parche en la piel.
La memantina es otro tipo de medicamento que retrasa la progresión de los síntomas de la enfermedad en las fases de moderada a grave. A veces se usa en combinación con un inhibidor de la colinesterasa. Dos nuevos fármacos recibieron la aprobación de la FDA, ente regulatorio estadounidense, para tratar el Alzheimer. En junio de 2021, recibió autorización para su uso el aducanumab en fases iniciales de la enfermedad. Elimina las placas beta amiloides del cerebro.
Un segundo medicamento fue aprobado en 2023. Es el lecanemab, que también apunta a pacientes con enfermedad leve y en los ensayos clínicos se mostró que reducía en un 27 por ciento el deterioro cognitivo en las etapas tempranas de la enfermedad. Su mecanismo de acción se basa en evitar que se acumulen las placas beta amiloides.