La pérdida anormal del cabello, por alteraciones del folículo piloso, es conocida como alopecia, la cual se manifiesta de distintas maneras. La areata, por ejemplo, es la caída de pelo en zonas específicas de la cabeza, en forma redonda, que en ocasiones confluyen y llegan a ser grandes o universal; también puede ocurrir en otras partes del cuerpo donde existan pelos.
Paola Guevara, médica dermatóloga, explica que la alopecia areata es una enfermedad autoinmune, en la que las propias células del cuerpo destruyen el folículo piloso que ocasiona la pérdida del cabello.
Algunos factores desencadenantes pueden ser la genética, el estrés o el uso de ciertos medicamentos. Señala que esta enfermedad tiene más prevalencia en las mujeres, entre 15 y 40 años, y en niños.
Otra característica de la alopecia areata es que no es cicatrizante, lo que quiere decir que esa zona donde hubo pérdida del cabello puede volver a poblarse. Sin embargo, al ser autoinmune, la enfermedad puede retornar.
Para Guevara, es importante que, como parte del proceso de tratamiento, el paciente reciba terapia psicológica o psiquiátrica, tomando en cuenta que la misma pérdida del cabello puede ocasionarle más estrés, ansiedad o depresión.
El tratamiento regular de la alopecia areata suele ser la aplicación de inmunosupresores como los corticoides, en cremas, orales o intralesionales (inyectado en la zona afectada). La fototerapia, mediante radiación ultravioleta, también se aplica como alternativa.
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Adicionalmente, detalla la especialista, se recetan complejos vitamínicos para fortalecer el folículo, o champús con biotina, pantenol y placenta, para una mayor nutrición.
Jenny Hernández, médica tricóloga (especialista en salud capilar), explica que la mayoría de las personas que padecen de alopecia areata –cerca de 90 por ciento–, recupera totalmente el cabello en un año.
Solo un grupo muy reducido no lo recupera nunca y es necesario hacer trasplante o cirugía, especialmente en el caso de las mujeres, para quienes suele ser más traumático.
Hay otro tipo de alopecia, denominada efluvio telógeno, en la que la pérdida de cabello es difusa u homogénea. Puede presentarse como consecuencia de una infección, que ocasiona daño del folículo piloso, junto al estrés oxidativo y psicológico.
El efluvio telógeno es una de las secuelas que puede dejar el COVID-19. Guevara indica que normalmente se presenta luego de transcurrido un mes del contagio y hasta tres meses después, y puede durar alrededor de un semestre.
“Hay pérdida de volumen y del grosor. Se recupera espontáneamente, pero se puede ayudar con champús y vitaminas”, comenta la dermatóloga.
Por lo regular, las personas pierden alrededor de 100 cabellos por día, pero con el efluvio telógeno aumenta hasta 500, agrega Hernández.
La tricóloga recomienda peinarse todas las noches para extraer ese cabello que se va a caer y lavarse con periodicidad interdiaria. Para recuperar el cabello perdido, la especialista aplica un tratamiento inyectable de células madres.
El COVID-19 también puede desencadenar una alopecia areata, pero en menor medida. El estudio ‘Efluvio telógeno y alopecia areata: síntomas asociados en pacientes con COVID-19 persistente’, realizado por el médico neumonólogo Fernando Guillén-Ortega, evaluó 28 pacientes con SARS-CoV-2 que presentaban pérdida de cabello, con una edad promedio de 59 años.
El efluvio telógeno se observó en 24 casos y la alopecia areata en cuatro. La caída del cabello fue mayor en extensión y más prolongada en mujeres.
El artículo científico, publicado en la revista Medicina Interna de México en 2021, concluye que, si bien los trastornos del cabello no ponen en riesgo de manera directa la vida, si se asocia con disminución de la satisfacción de la imagen corporal, favorece la inseguridad, el aislamiento social, la ansiedad y la depresión; ocasionando un círculo vicioso con terribles consecuencias, por lo que “minimizar esta manifestación puede ser un terrible error por parte del clínico”.
Gabriela Espinoza, tricóloga y estilista, advierte que en cualquier caso de alopecia no es “responsable” ir primero a comprar un champú para la pérdida del cabello.
“Lo más importante es identificar la causa. El champú por sí solo no va a ayudar”, asegura Espinoza, quien añade que otras razones de la pérdida de cabello pueden estar vinculadas con procesos post operatorios, dietas drásticas y cambios hormonales.
Entre los tratamientos que ofrece Espinoza en sus consultas está la aplicación de radiofrecuencia para estimular el folículo piloso, junto a la indicación de suplementos vitamínicos y una alimentación alta en hierro y yodo. También, aconseja la práctica frecuente de ejercicio, consumo adecuado de agua y buenos hábitos de sueño.