Imagínense un escenario de Broadway, un show de Disney, unas coreografías Glam Rock de los 80, las voces de Freddie Mercury y Mick Jagger, la rebeldía de The Wall y The Doors y la emoción de George Michael. Pongan todo en un shaker y tendrán un “Tutti Frutti” jamás visto e inolvidable.
La obra inédita del director y coreógrafo Pedro Pablo Moscoso es sencillamente genial. En la sala grande del Teatro Sánchez Aguilar logró edificar un escenario en forma de andamio donde músicos, cantantes y bailarines festejan las mejores canciones de las últimas 4 décadas con un derroche de bailes, riffs de guitarras, luces e interpretaciones impecables.
El público conoce todas las canciones pero ninguna es idéntica a la original. Kiss de Prince se cruza con Satisfaction de los Rolling Stones, Careless Whisper de George Michael llega a tener la intensidad de un Rock pesado y Bohemian Rhapsody termina siendo un “battle” donde los cantantes y bailarines rivalizan de talento para poner el público de pie.
En “Tutti Frutti” nadie se roba la película, todos brillan en algún momento pero es antes que todo un impacto visual y sonoro orquestado por casi treinta personas en el escenario. En la parte alta del andamio están los músicos, en la mitad los cantantes y abajo -en el escenario- los bailarines. Ellos no acompañan, participan de una sola postal musical donde las coreografías se ponen al servicio de las voces y de riffs y toques de baterías.
Los juegos de luces son una maravilla y hay que destacar el vestuario diseñado por André Rangel... Impresiona, brilla, pone en valor los cuerpos o la rebeldía de los gestos. Los 16 bailarines se mueven como un solo cuerpo, algunos tienen el pelo pintado, otros tatuajes o maquillajes extravagantes. Se parecen al Rock que encarnan: transgresor y festivo, provocador y creativo.
No hay corte durante hora y media y la intensidad va creciendo. Al paso de cada canción hay más simbiosis entre todos. Se disfruta y se canta buscando notas altas sin miedo. Los bailarines no paran de sonreír y demuestran que su cuerpo ha sido moldeado por este show.
En la parte alta las guitarras de Hugo “Metralleta” Guerrero y Gustavo Pacheco suenan como si estuviéramos en un concierto de ACDC, la batería de Pedro Macías subraya la intensidad de cada obra sin caer en la tentación de imponerse con fuerza, el bajo de Juan Molina y los teclados de Steven Morán nos recuerdan a cada momento las mejores notas de los 80 y 90.
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En cuanto a las voces Israel Maldonado demuestra una vez más su capacidad a mimetizar las grandes voces del Rock’n Roll, Jorge Andrade se luce en Dream On de Aerosmith y entre Amar Pacheco, Bella Montalvo y Viviana existe una química que transporta al público. Cantan canciones de hombres, mujeres, rock pesado en dúo, trio o sola. Más de una vez me levanté de mi silla en plena interpretación para aplaudir. Mención especial para lo que logra Viviana en “Careless Whisper” e Israel en “Bohemian Rhapsody”.
El show se termina con “Tutti Frutti”, una canción de Little Richard que remonta al año 1955. Para muchos se trata de la primera canción de Rock de la historia. Para mi simboliza el cierre perfecto de un show que engrandece al Ecuador. “Tutti Frutti” es un espectáculo internacional, una obra maestra que no se pueden perder. La vida es de momentos y muchos son musicales...
FUNCIONES
Esta puesta en escena tiene funciones desde el 11 al 27 de mayo, todos los días jueves, viernes y sábados a partir de las 20h00 en la Sala Principal del Teatro Sánchez Aguilar. Los precios de las entradas son $20, $30 y $45.