Los Asesinos de Luna | ¡Obra maestra!
Si quieren vivir una experiencia inolvidable, la última película de Martin Scorsese los dejará enamorados del cine para siempre. El cineasta de 80 años firma una de sus mejores películas después de 50 años de carrera.
La última película de Martin Scorsese es ya un clásico al verla, un homenaje al cine que narra los asesinatos a los indios Osage, tribu que se volvió rica al encontrar petróleo en su territorio.
Con un elenco de lujo como lo es Leonardo Di Caprio, Robert de Niro y Lily Gladstone, “los asesinos de la luna” se convierte en posible nominada y ganadora de los Premios de la Academia.
Ambientado en los inicios del Siglo XX, la película de 3 horas y media es una tragedia creciente que nunca flojea. Di Caprio firma una actuación deslumbrante. Su físico cambia, sus emociones, su personalidad... Termina la película y lo único que quieres es darle las gracias por ser quien es: el mejor actor de su generación.
De Niro vuelve a ser tan deslumbrante como en “Taxi Driver” o “Raging Bull”, en la película es dios en la tierra y la peor escoria del mundo. No sobreactúa solo mira a sus interlocutores y los convence.
Scorsese le dio a su amigo Robert un rol para quedar en la historia. ¿La sorpresa de la película? La relativamente desconocida Lily Gladstone quien está realmente extraordinaria. Toda la película gira alrededor de ella. Ama a su esposo -Di Caprio en el film- y tiene que cuidar su identidad y sus valores como Osage.
Su dolor contagia y su amor estremece. Martin Scorsese es el director que nadie puede igualar. Se supera a sí mismo con un western que empieza con humor y termina como una lección de vida que deja a cualquier espectador atónito.
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A sus 80 años el hombre que ganó todos los premios que uno se pueda imaginar, realizó 26 películas y sigue impresionando. 3 horas y media de un cine que te obliga a verlo en pantalla grande.
Martin, Leo, Robert y Lily garantizan que mientras estén actuando el cine seguirá vivo. Una anotación más... La última media hora de la película no es apto para almas sensibles. El dramatismo se alza a una escala difícil de describir. ¡Peliculón!
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