La nostalgia vende, actualmente esta frase es ley, diversas producciones se aferran a refritos de fórmulas pasadas para tratar a toda costa de generar infinidad de productos y explotar al máximo franquicias o fórmulas que den cabida al mayor número de ventas.
Esta situación es el detonante de películas y series de baja calidad que, en lugar de generar ganancias, originan todo lo contrario, casos como: ‘Cowboy Bebop’ o ‘Power Rangers: Ayer, hoy y siempre’ son un claro ejemplo de este mal.
Sin embargo, cuando los productos logran equilibrar elementos clásicos con una buena dosis de efectos, pueden resultar en buen pasatiempo. Este es el caso del filme ‘Boy Kills World’ (‘Contra todos’), que tras captar buenas críticas durante su estreno en el Festival Internacional de Cine de Toronto (2023), fue adquirida por Lionsgate Films y Roadside Attractions para su distribución a nivel mundial.
La película fue el debut del director alemán Moritz Mohr, quien se ganó la confianza del gran Sam Raimi para llevar a la gran pantalla una historia concebida como una mezcla de elementos propios de los clásicos videojuegos de pelea como ‘Street Fighter’ y ‘Mortal Kombat’ con películas a lo ‘John Wick’ y ‘Kill Bill’.
Los actores y actrices elegidos para este cóctel de ingredientes conocidos fueron: Bill Skarsgård, Jessica Rothe, Yayan Ruhian, Isaiah Mustafa y Andrew Koji. Skarsgård, con cada nueva película en la que aparece, está dejando un claro mensaje, busca que su nombre se asocie a diversidad interpretativa, logró con su papel de Pennywise aparecer en el radar de Hollywood y se mantiene en vigencia haciendo tanto de personajes antagonistas como de héroes, como malo en ‘John Wick 4’, tuvo el respaldo de los fanáticos de dicha franquicia; pero con lo mostrado en los avances del remake de ‘El Cuervo’, ha cosechado muchas críticas.
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Justo en el punto medio se encuentra su papel de protagonista en ‘Boy Kills World’, debido a que caracteriza al arquetipo de personaje sin nombre que, por venganza, debe entrenar y enfrentarse a diversos enemigos en combates propios de un videojuego. Si bien las motivaciones y el camino que debe transitar en la película son un claro refrito de elementos que van desde un maestro a lo Roshi de Dragon Ball, las fatalities hasta el ‘final boss’ de los juegos; la forma en la cual se construye la figura de nuestro héroe resulta eficiente.
El guion y la interpretación de Bill consiguen que no decaiga el interés del espectador por conocer cómo logrará superar cada nuevo obstáculo para “pasar al siguiente nivel”, a esto se suma el uso de recursos interesantes, como el hecho de que el protagonista sin nombre es sordomudo, pero piensa con la típica voz de un narrador de videojuegos; este detalle junto con la ambientación y acción trepidante de la mayor parte de las escenas, crean una atmósfera de constante peligro y dinamismo que envuelven al público a pesar de las carencias del relato.
Estos elementos se fortalecen producto de la ambientación y musicalización que, con gran acierto, realzan los combates y formas de pelear distintivas, características de cada confrontación; aunque a veces pueden ser repetitivas, se nutren de la nostalgia que nos da el recordar las atractivas cinemáticas de los videojuegos de acción en nuestro camino por vencer al malo de turno.
La película es violenta, no vamos a decir lo contrario, pero alcanza con lo justo a que estos detalles no rayen en lo absurdo, ya que lo caricaturesco de los personajes secundarios se contiene gracias a la excelente labor de la actriz Famke Janssen, quien interpreta a la matriarca Hilda, antagonista que sirve de motivación para el avance Bill en su camino de venganza.
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En definitiva, ‘Boy Kills World’ no es la mejor película de todos los tiempos, pero es un buen entretenimiento que cumple con lo que ofrece, un espectáculo lleno de acción que nos invita a recodar aquellas sensaciones que teníamos al avanzar de nivel en los clásicos videojuegos de pelea y es un nuevo acierto de Bill Skarsgård en su camino por dejar huella en Hollywood.