Es difícil recomendar una serie de dibujos animados, en cuya descripción aparezca la palabra “infantil”, debido a que con esta denominación muchas personas, sin ver el contenido, imaginan características como: capítulos repetitivos, partes musicales interminables, personajes entretenidos, pero sin un trasfondo; a esto se suma que aparecen en nuestra mente figuras como: Peppa Pig, Dora la exploradora o los Teletubbies.
Estos prejuicios provienen de infinidad de producciones que han optado por considerar que un producto infantil solo busca entretener a los más pequeños y no hay necesidad de profundizar en los personajes o en las tramas, sino que la prioridad es crear muñequitos coloridos y canciones.
Lamentablemente, este es el común denominador de la mayoría de productos destinados al público infantil; sin embargo, gracias a la mente brillante de Joe Brumm, tenemos a ‘Bluey’, una de las mejores series de animación en la actualidad.
‘Bluey’ ha ganado varios premios Emmy y sus tres temporadas se encuentran en Disney+. Es una producción de Ludo Studio, empresa australiana reconocida en los AACTA Awards y, en 2020, fue nombrada como ‘Media Super Business of the Year’.
Durante la mayoría de los episodios emitidos, mantiene el formato de contar pequeñas historias que rondan los siete minutos de duración, en los cuales, magistralmente, consigue que nos encariñemos con la familia Heeler, raza de perritos muy famosa en Australia, el hogar está integrado por: Chili, la mamá, que usualmente sale a trabajar; el papá, Bandit, quien mayormente juega con las niñas; Bingo, la hermana menor y Bluey, la perrita protagonista.
La dinámica de aventuras autoconclusivas y enseñanzas está muy presente; sin embargo, es importante destacar que no solo Bluey y Bingo aprenden, también sus padres descubren lecciones de vida que van desde la importancia de la amistad hasta la unión familiar como eje de convivencia.
Un factor especial es el valor de aprender jugando y la trascendencia del juego no como un elemento que solo les pertenece a los niños o que ellos deban detenerse de sus acciones cuando aparecen los adultos; jugar se convierte en un símbolo de armonía y encuentro, una cosa es decir que hay que jugar con nuestros hijos y otra demostrarlo. Los Heeler resuelven sus problemas y crecen a nivel personal teniendo como factor primordial la comunicación, el juego y destacar la importancia de cada integrante en la familia.
El apartado visual es otra de las grandes fortalezas de la serie ya que no caen en lugares comunes de diseños planos o muy coloridos, sino que equilibran perfectamente los recursos para servir a la historia, de esta manera manejan planos detalle y escenarios muy bien logrados que dotan de buen ritmo cada una de las acciones. De igual forma, el componente musical es muy especial, presentan composiciones originales y una selección variada destinada a reforzar el mensaje de cada capítulo, incluyendo versiones de ‘Powerhouse’ de Raymond Scott Quintet o ‘Gassenhauer’ de Carl Off.
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Sería lógico pensar que, gracias a los premios recibidos y la aceptación tanto de la crítica como del público, la producción seguiría con el mismo formato y características que les han resultado. Pero, no es así, la clave está en la innovación y los creadores han optado por incluir tramas entrelazadas, incluso decidieron potenciar mensajes con capítulos más largos como lo sucedido en ‘El cartel’, en el que no solo aumentaron la duración a media hora, sino que rompieron con uno de los estereotipos de las series infantiles, en los que se cree que nada debe cambiar. En dicho episodio se presenta cómo afecta a la familia el hecho de vender su casa, vivienda en la que el público ha sido testigo de cientos de aventuras, este cambio no solo inquieta a los Heeler, el sentimiento se transmite directo a los espectadores.
En definitiva, estamos ante una de las mejores series de animación actuales y, si tenemos la dicha, no perdamos la oportunidad de disfrutar cada nueva aventura de ‘Bluey’ junto a nuestra familia.