“Las plantas son interesantes desde tiempos inmemorables porque nos son útiles en muchos niveles: alimenticios, medicinales... Sin embargo, creo que la gente se apropia de ellas porque tienen un uso beneficioso especial a más de estos. Las plantas generan cierto apego, asombro y cariño porque son organismos vivientes que crecen y uno llega a encontrarles el encanto y es difícil despegarse”. Así es como el biólogo Ricardo Zambrano, director de jardines y colecciones botánicas del Jardín Botánico de Quito comienza contándonos sobre las especies emblemáticas de la capital.
El paisaje del Distrito Metropolitano es variado y biodiverso, y en cada parque, calle, rincón o incluso quebrada encontramos flora con un valor incalculable no solo desde el punto de vista biológico, sino también desde una perspectiva cultural e histórica.
Muchas de estas especies, como los Geranios, el Cedro o la Tuna quiteña son símbolos de una relación compuesta, tanto por vegetación nativa o introducida, que juegan un papel esencial en el equilibrio ecológico y patrimonial de la ciudad.
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Y, es que así como la mayoría de ciudadanos del país somos mestizos las plantas también lo son, nos dice Ricardo. Cada una, desde su origen y ubicación han aportado al paisaje mixto que enamora en la capital. Para conocerlas un poco más, el biólogo nos presenta una pequeña lista de la extensa presencia de especies emblemáticas que acompañan todos los días a los quiteños, y que muchas veces pasan desapercibidas con sus distintas propiedades.
La preservación de estas especies es crucial para mantener el equilibrio ecológico en la región. Quito, al estar ubicada en una zona de gran diversidad de climas, bosques, temperaturas y páramos, enfrenta desafíos medioambientales, como la expansión urbana, los incendios forestales y el cambio climático.
“Yo creo que hay que empezar a cambiar la memoria cultural que tenemos hacia la vegetación, hacia los ecosistemas como lugares propios para explotar, sea como recursos, sea como diversión, porque inclusive el turismo también tiene una afectación en estos lugares y creo que debemos empezar a replicar un poco lo que la naturaleza nos ha ensenado en las ciudades. Quito es una ciudad que aporta muchísimo en el sentido que uno puede sembrar muchos tipos de plantas, no deberíamos limitarnos, cada planta tiene sus bondades”, menciona Ricardo.
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Él destaca que la conservación de estas especies no solo es una cuestión de proteger el patrimonio natural, sino también de preservar la identidad cultural de sus habitantes, quienes siguen reconociendo a la flora local como un componente esencial de su vida cotidiana.
Con su nombre científico Inga insignis, es un árbol de los bosques húmedos y montañoso del Ecuador. Comúnmente se lo puede encontrar en distintas zonas del Distrito Metropolitano de Quito, como los valles de Cumbayá, Tumbaco y Los Chillos. Produce frutos largos y comestibles, llamados popularmente “Guabas,” en Kichwa: Pakay, que contienen una semilla rodeada de un arilo dulce. Esta especie emblemática también se utiliza para fabricar carbón.
Popularmente conocida como la Tuna de Quito, Opuntia soederstromiana, este arbusto es reconocido por sus hojas espinosas y flores de tonos amarillo a naranja, que destacan en el paisaje árido. Sus frutos, las tunas, son comestibles y valorados por su sabor fresco, aunque hay que tener cuidado al pelarlas para no espinarse. Esta cactácea endémica de Ecuador crece en áreas secas, como laderas y suelos rocosos.
Sus flores, de tonalidades rosadas o púrpuras, hacen de la Maywa o Flor de Cristo la orquídea emblemática de la ciudad de Quito. Esta especia nativa de los Andes ecuatorianos se encuentra en elevaciones intermedias en ecosistemas secos. Generosa, resistente, pródiga en flores y con colores desbordantes, la Epidendrum jamiesonis es símbolo de riqueza botánica, además de que puede producir numerosos hijuelos que llegan a alegrar a los habitantes de la urbe. Dentro de sus usos medicinales, destaca su flor, que en infusión ayuda a tratar problemas del corazón y de los nervios.
El Coco Andino o la Palma de Cocos es una palma patrimonial de Quito, nativa de los Andes del Ecuador que prospera en elevaciones inusualmente altas. Los frutos de la Parajubaea cocoides son comestibles y su semilla es el elemento central en los juegos tradicionales de “Los Cocos”, que aún se practican en el Parque del Ejido.
Conocido como El Cholán, este arbusto o árbol pequeño de flores amarillas es una especie adaptada a climas secos y es ampliamente usada como decoración en Quito. Cuando el Tecoma stans florece, sus brillantes flores amarillas evocan la floración del guayacán en el sur del Ecuador. Sus flores son usualmente visitadas por abejas, y en infusión se utiliza para proporcionar una buena circulación a la sangre.
Destacada por su elegancia y singularidad, la orquídea Torillo chico (Cyrtochilum macranthum) es una especia emblemática de la provincia de Pichincha. Esta flor, que crece en elevaciones altas de la Cordillera andina en bosques fríos, pero a plena luz, tiene largas y elegantes inflorescencias que la hacen muy atractiva y especial.
La Wawall o arrayán se encuentra en bosques nublados y ocasionalmente en remanentes de vegetación dentro de la ciudad. Este árbol pequeño (Myrciantes hallii) de la familia de las Mirtáceas produce frutos pequeños y comestibles que son esenciales para la avifauna local, promoviendo la diversidad en ecosistemas urbanos. Dentro de sus usos medicinales, las hojas, masticadas o en infusión, se usan para blanquear, endurecer los dientes y preservar el buen estado de las encías.
Endémica de los Andes del país, la Salvia quitensis, también llamada “Kinti”, es una planta herbácea reconocida por sus propiedades medicinales. Contiene pequeñas cantidades de aceites escencial con propiedades antitusígenas. Sus flores púrpuras y tubulares son atractivas para los colibríes y es común en matorrales urbanos de Quito, como cercas vivas, aportando a la biodiversidad de la ciudad.
La madera del Cedro de alta calidad, fina, liviana, resistente y de hermoso color la convirtió en un recurso apreciado durante los primeros años de la época colonial. Fue utilizada en bancos, altares y adornos de iglesias históricas del Centro de Quito. La especia Cedrela angustifolia es un árbol mediano o alto de la familia de las Meliáceas, típico de los bosques de montaña ecuatorianos. Un uso interesante es que la corteza, macerada en alcohol, se usa como condimento de bocadillos.
El Geranio, originaria de Sudáfrica, es una planta ornamental y muy popular en jardines urbanos de la capital, tanto en su Centro Histórico como por diferentes puntos de la metrópoli moderna. Sus flores vibrantes, y fáciles de cultivo, la hacen una elección frecuente para adornar espacios verdes en la ciudad. Con su nombre científico Pelargonium x hortorum.