Danny Jonigk, un patólogo de enfermedades torácicas de la Escuela Médica de Hannover y Maximilian Ackerman, un patólogo de la Universidad Médica del Centro de Mainz, tuvieron enseguida una fijación por la Covid-19 cuando se enteraron de su capacidad para reducir el nivel de oxígeno en la sangre de quien lo tenía sin hacerlo perder la conciencia.
Los científicos alemanes supusieron que la Covid-19 estaba atacando directamente a los vasos sanguíneos de los pulmones. Para constatar su hipótesis en Alemania, inyectaron resina en muestras de tejido y las disolvieron en ácido, lo que les permitía analizar signos de la formación y estado de los vasos sanguíneos del difunto.
Jonigk y Ackerman compararon los resultados del procedimiento entre personas que murieron de Covid-19 y otras que no en una investigación publicada en el medio "New England Journal of Medicine". En el primer grupo, de víctimas del nuevo virus en aquel entonces, los vasos sanguíneos se mostraban distorsionados y en diferente formación. Para el par de científicos, esto supuso suficiente evidencia para constatar que aparte de ser considerada una enfermedad respiratoria, la Covid-19 también debía ser entendida como una afección vascular.
Conscientes de que necesitarían una imagen más detallada se dirigieron a Los Alpes, donde accedieron a un laboratorio en el que se manipulaba un acelerador de partículas que permitía a los electrones viajar a la velocidad de la luz, que en conjunto a una serie de imanes, producían las radiografías más nítidas del mundo.
La radiación de esta magnitud permitía a los investigadores que la utilizaban, generalmente para estudiar fósiles o proteínas, tener una visión tan profunda del objeto que podían recorrerlo a medida de nanómetros.
Jonigk y Ackerman le presentaron la idea de analizar un órgano con aquella máquina a Paul Tafforeau, paleontólogo que solía manejarla, y tras varios ajustes sumamente complicados, lograron tomar la primera foto, que a pesar de no cumplir las expectativas de Tafforeau, emocionó de gran manera a los científicos alemanes.
El resultado permitió a los científicos realizar un trabajo mucho más detallado con respecto a como la Covid-19 afecta la circulación sanguínea de los pulmones. Asimismo, obtuvieron una visualización superior a la que jamás habían tenido de los vasos sanguíneos, que solían agruparse y dilatarse en personas contagiadas.
La investigación fue publicada en el medio "American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine", y la foto a máxima resolución del pulmón de una persona que sufrió de Covid-19 se convirtió en su portada.