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Enfoque

Sector bananero ecuatoriano afrontó el duro impacto del COVID-19

miércoles, 30 septiembre 2020 - 11:57
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Menos barcos navieros disponibles, puntos fronterizos y puertos cerrados, así como caída de precios en diferentes mercados, fue el entorno internacional que enfrentó el sector bananero ecuatoriano como consecuencia de la rápida propagación del COVID-19 en el planeta. 
 
Sin embargo, la cadena productiva no paralizó sus operaciones, lo cual permitió el despacho constante de la fruta a todos los mercados y hasta con resultados positivos. En el primer semestre del presente año, se exportaron 203,9 millones de cajas, es decir, un 8,74 por ciento más en comparación con el mismo periodo de 2019, asegura José Antonio Hidalgo, director ejecutivo de la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador (AEBE). 
 
La alta producción bananera ecuatoriana sumada a la gran demanda internacional permitió este incremento en volúmenes, pero no logró compensar el impacto comercial generado por el COVID-19 en los mercados compradores. 
 
“Los terminales portuarios en los países de destino redujeron su actividad por la disminución del personal afectado por la pandemia y por cuestiones logísticas en esos mismos puertos, como demora en la atención al buque y represamiento de contenedores. A ello se sumó el cierre de fronteras terrestres, como fue el caso de Irán, y retrasos en el transporte de la fruta a través de las carreteras, especialmente en la Unión Europea”, explica Hidalgo. 
 
Otro factor negativo fue la demora en los pagos de parte de los compradores internacionales a las exportadoras ecuatorianas, y la reducción de los precios por la caja de la fruta. Este segundo elemento, no solo por efecto del coronavirus, sino también por la caída de la cotización del barril del petróleo en el mundo, lo cual afectó el poder adquisitivo en ciertos países. 
 
En marzo pasado, el barril del crudo WTI comenzó a descender llegando a un precio promedio de 29,60 dólares. Para abril, la situación se volvió más drástica a tal punto que se cotizó en negativo, es decir, los propietarios de petróleo pagaban para deshacerse del producto. 
 
Las monedas se depreciaron en Rusia, Turquía, Medio Oriente, Argentina, Chile y en otros lugares. El efecto: el encarecimiento del banano en esos mercados, indica Víctor González Solís, presidente de la exportadora Duagui. Como consecuencia, las empresas nacionales tuvieron que implementar esquemas para bajar el nivel de impacto negativo y mantener la competitividad de su fruta. 
 
Paralelamente, las exportadoras tuvieron que sortear los problemas que se presentaron dentro del país, luego de la declaratoria de emergencia sanitaria y estado de excepción en el territorio nacional por el coronavirus en marzo pasado. 
 
Con la restricción de movilidad vehicular y humana, las compañías adaptaron sus procesos. “Logramos hacer un buen trabajo, pero de mucho esfuerzo para lograr la operatividad, la exportación y todos los trámites a través del teletrabajo”, destaca González. 
 
De esta forma Duagui logró cumplir con los volúmenes de ventas con sus compradores ubicados en Estados Unidos, Rusia, Europa del Este, China y otros puntos en Asia; y la meta es seguir expandiéndose a nuevos mercados para diversificar los destinos. 
 
Por el lado de los productores de la fruta el entorno se presentó igual de desafiante, pues, tuvieron que sortear problemas operativos en las plantaciones. “La afectación que tuvimos fue grave, sobre todo las primeras semanas porque muchos trabajadores dejaron de asistir por miedo a enfermarse”, recuerda Kléber Sigüenza, gerente de Orodelti, empresa dedicada al cultivo de banano.
 
Además, la compañía también paralizó el trabajo en determinados momentos por temas de precaución ante la pandemia. Este escenario generó una caída del 20 por ciento de la producción en las diferentes haciendas durante las cuatro semanas más críticas de la emergencia. 
 
Para superar estos inconvenientes, el siguiente paso fue la implementación de protocolos de bioseguridad, señalización en áreas de trabajo y zonas comunes, así como la adaptación de los procesos productivos, resalta Sigüenza, lo cual demandó la contratación de asesoría médica, la compra de insumos médicos y hasta la suscripción de un convenio de servicio con una clínica privada para la atención emergente de sus trabajadores.
 
 
Control sanitario 
La nueva realidad que vive el mundo por el COVID-19 demanda mayores exigencias sanitarias de los países compradores para el ingreso de los productos; y en el caso del banano, las medidas aumentan por ser un bien perecedero. 
 
Afortunadamente, Ecuador aplica estándares de calidad y fitosanitarios muy altos para cumplir con las normativas de mercados exigentes como Estados Unidos, Unión Europea, Japón, entre otros
 
“Existen, desde hace algún tiempo, todo un conjunto de protocolos y manuales que se van actualizando para evitar inconvenientes. Los dos últimos casos fueron China y Rusia, y por ello, hay una serie de medidas que son de cumplimiento obligatorio, como la desinfección de los contenedores y el control de plagas”, manifiesta el Director ejecutivo de la AEBE. 
 
Adicionalmente, con el anuncio de la presencia del hongo Fusarium Raza 4 en el norte de Colombia, que afecta de forma severa a las plantaciones de banano, las empresas productoras y exportadoras reforzaron los controles del personal a la entrada y salida de las fincas y también de los centros de consolidación de la carga, lo que permitió garantizar la buena trazabilidad del producto ante la pandemia por el coronavirus. 
 
Víctor González Solís, de Duagui, resalta también que el banano de Ecuador está sometido al cumplimiento de las características de calidad más exigentes que piden los mercados. 
 
“La fruta ecuatoriana es de alta calidad, que se logra con estándares de gestión y buenas prácticas agrícolas. Así, el producto puede ser comercializado y se abren mercados”, asegura el empresario.
 
Más información en la edición impresa de Revista Enfoque de septiembre.

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