Washington Rodrigo Boada, oriundo de Otavalo, llegó a Liga Deportiva Universitaria a inicios de la década del 70. Lo hizo a los 14 años como jugador de las divisiones formativas de los Albos.
Las oportunidades en la cancha no se dieron hasta que comenzó a ganarse la confianza del máximo dirigente de la U, Don Rodrigo Paz, quien le propuso hacerse cargo de las instalaciones recién inauguradas en Pomasqui. El resto es historia. Han pasado 50 años en Liga y esa historia la puede contar sólo “el Washo” Boada. Todo un récord mundial...
Cuéntenos un poco de su llegada a Liga Deportiva Universitaria
Yo llegué a la Universidad Central a jugar al fútbol. De hecho, lo hice en las divisiones menores de Liga. Durante tres años me hice conocer por el Señor Rodrigo Paz. Soy del tiempo del amor a la camiseta, por lo que tocó escoger entre un trabajo remunerado o seguir jugando al fútbol. Don Rodrigo me dijo que me haga cargo de esto (Complejo de Pomasqui), como utilero, como cuidador. Mi intención no era quedarme tanto tiempo, pero ya son casi 50 años.
¿En qué posición jugaba “Washito”?
Era cinco. Sí le hacía. Yo le molestaba a Alfonso Obregón que aprendió de mí (lo dice entre risas). Alternaba entre el entrenamiento y ser ayudante de utilería hasta que en 1976 me dieron la confianza de ser el utilero principal. Llegar acá (Pomasqui) era difícil, no había ni calles, llegábamos blancos del polvo de las canteras.
¿Qué significa Liga para usted?
Después de Dios y mis hijas, Liga es mi vida. Yo paso aquí, inclusive en mis vacaciones vengo acá. A estas alturas de mi vida, aquí descanso porque en el año voy de un lado a otro. Aunque sea sólo, viendo la cancha, los balones, la utilería, pero aquí me siento tranquilo. He vivido momentos difíciles, perdí a mi esposa y a mi hijo (Rodrigo) quienes trabajaban conmigo. El fútbol y Liga han sido mi terapia, porque en otras circunstancias no hubiese resistido.
¿Cuáles son las mejores personas que le ha dejado el fútbol?
Muchos. Cuando empecé Don Rodrigo Paz. No olvido a Polo Carrera, amigo y padre. Año tras año hay con quien uno se lleva más. Ahora es más difícil porque ya hay una diferencia en la edad, no puedo pedir mucho. No me olvido de Alfonso Obregón, Pato Urrutia, Beto Araujo, Damián Manso, con ellos teníamos cosas en común para conversar.
¿Cuántos países conoció por medio del fútbol y LDU?
Donde ha estado Liga he estado yo. Casi no salgo de mi habitación, me concentro. Cuando era más muchachito sí me escapaba. En Japón salí a la aventura. Hoy ya no, me quedo en el hotel. (NdR: Washington Boada viajó con la U a todo el continente americano, además de Europa y Asia).
¿Quiere quedarse en Liga toda la vida?
No, no, no... Yo soy consciente que algún rato tengo que irme, aunque sí me costará mucho. No me imagino escuchar el partido del equipo en radio o verlo por la tele. Cuando me toque irme tendré que afrontarlo como hombre y me tendré que ir lejos para no sufrir. Pienso que con lo que Dios me ha dado estoy tranquilo, el reconocimiento de la gente de Liga, hasta fotos me piden. No soy ambicioso, más bien agradecido con la institución.
Recuerda a muchos de sus jugadores, lo que le pedían, los zapatos, los uniformes. Su trabajo es impecable, adelantado a la jugada para que a nadie le falte nada. Algunos dicen que es “mal genio”, sin embargo, hay que conocerlo. A lo largo de esta charla, hubo sonrisas y uno que otro quiebre de voz. Dice que su rostro es serio por los sufrimientos que ha tenido en la vida. Él es Washington Boada, “Washito”, la historia viviente de la U...