Joe Armas tiene el rostro de Harry Potter y seguramente comparte con el joven brujo algo de magia al momento de querer superar las adversidades. El joven pichinchano nació en San Miguel de Los Bancos pero se mudó a Quito con su familia para tener la oportunidad de una mejor educación.
“El colegio fue lo peor de mi vida. No me gustaba, era mal alumno,me quedé de supletorios y terminé graduándome a distancia”, recuerda Joe, cuyo padre era profesor de Educación Física y entrenador en una escuela de fútbol en las tardes. “Con mi hermano lo acompañábamos y me gustaba lo que hacía mi papi. Desde muy niño supe que quería ser director técnico en un equipo de fútbol. No se explica, es lo que mi corazón sentía”.
A los 11 años, Joe integró las divisiones formativas del Deportivo Quito. “Era mediocampista pero no me sentía realizado. Los lunes y martes corríamos en el parque La Carolina y en mi cabeza ya me proyectaba como DT y pensaba que deberíamos correr con el balón incluyendo a los porteros”, analiza el futbolista que decidió estudiar en la Federación Ecuatoriana de Fútbol para ser técnico a los 17 años.
“En este momento sentí la vocación, llegaba primero, siempre estaba en primera fila, me apasionaba lo que estudiaba, sobre todo la parte táctica y técnica”. Mientras estudiaba, Joe trabajó un tiempo en la Academia Alfaro Moreno con niños y fue ayudante de campo del Cuniburo F.C. cuando estaba en segunda categoría. Sin tener apoyo ni nombre en el fútbol, viajó a los 21 años a Europa. “Tenía en mente consolidar mis conocimientos en tres países distintos así que viajé a México donde conseguí un diplomado de Dirección Técnica en equipos de fútbol, y luego me decidí por España y Holanda”.
En Europa asimiló el manejo de entrenador en los mejores clubes del mundo como Real Madrid, Athletic Club de Bilbao, Leganés y el Ajax, PSVEindhoven y AZ Alkmaar de los Países Bajos. Luego de terminar su formación como director técnico, retornó a Ecuador, en 2021.
No conocía a nadie pero sabía que solo necesitaba una oportunidad. Envié más de 300 currículos a todos los clubes de la serie A, serie B, segunda categoría y varios clubes amateurs. Al no tener respuestas, viajé a Guatemala -por ser un país no tan desarrollado a nivel de fútbol- y durante un mes seguí el mismo proceso, y nada... Regresé a Ecuador y volví a escribir a todos diciéndoles que estaba dispuesto a trabajar sin sueldo. "Desde el club Imbabura S.C. se comunicaron conmigo. Fue en 2021; tenía 25 años. Imbabura estaba en segunda división”.
Al llegar al club, los jugadores quedaron atónitos al ver al joven entrenador, pero todo cambió rápido. “Como dijo el norteamericano John Maxwell en una de sus charlas de liderazgo “la primera impresión es la más importante”. Así que al conocerlos les planteé mi plan de trabajo: cuál iba a ser nuestra identidad de juego, cómo íbamos a entrenar y convivir, y que me den la oportunidad de conocernos”, dice Joe, quien sumó a su hermano, que es psicólogo deportivo, al grupo de trabajo.
Los resultados no se hicieron esperar. “Ascendimos de la segunda categoría a la serie B y ahora de la serie B a la A con el 80 por ciento de la plantilla inicial que conocí hace dos años y medio”, explica el DT.
Destaca que sus jugadores provienen de las formativas del club. “Para mí es importante que el club tenga identidad y orgullo. Los chicos son jóvenes y motivados, formaron parte del equipo más goleador de la segunda categoría y de la serie B, ahora están en la serie A y seguiremos con nuestro estilo: atacar, tener posesión del balón y meter muchos goles”, asevera el admirador de Marcelo Bielsa por “transmitir los valores del fútbol como nadie”, y del DT de Alemania Julian Nagelsmann "por su juventud y visión del juego”.
¿Qué le puede prometer Joe a la hinchada del Imbabura S.C.? “El Imbabura ha ascendido dos veces a la serie A en sus 30 años de vida institucional pero descendió enseguida. Eso no volverá a suceder”.