Viste oscuro y de moda lo que contrasta con los colores vivos estampados en el short y los guantes que luce en el ring. Arnold con una semblanza tranquila y una fuerza que se manifiesta en el ring, es un hombre que vive sus sueños con una actitud ganadora. Hoy trotó en la mañana y se alista para entrenar doble turno en el Coliseo Rumiñahui para preparar su pelea contra Edwin Bennett el 20 de octubre.
El atleta de 28 años está en Quito para ganar una pelea más. Es profesional desde el año 2018 y sigue invicto, son doce peleas ganadas. No le teme a nadie porque siempre se ha entrenado como un campeón que sentencia la victoria con sacrificios y disciplina. “Lo que más me gusta del boxeo es entrenar. Para mi entrar al gimnasio es como estar en una iglesia. Me siento en paz y solo pienso en mi próximo oponente, lo estudio y me visualizo ganándole”, afirma el hombre que soñaba con ser basquetbolista.“Nací y crecí en Harlem, Nueva York y quería ser basquetbolista pero no tenía la estatura. A los 12 años entré en un gimnasio de boxeo y todo me salió natural. Conecté enseguida con este deporte”.
“Tengo sangre ecuatoriana pero soy de Nueva York”, asegura Arnold. Harlem es el lugar donde se siente feliz, allí creció con su madre Sandra y su abuela Ligia. Ellas le inculcaron los valores de superación que necesitaba para ser alguien en la vida: “la mayoría de mis amigos de la niñez están muertos o en la cárcel pero yo siempre me mantuve lejos de las tentaciones y del dinero fácil” (...) Mi madre llegó a Estados Unidos a los 22 años y trabajó en una cadena de hoteles, siempre la vi esforzándose para darme lo mejor”, acota el “gringo ecuatoriano” como lo nombraron en una revista norteamericana de boxeo.
Desde que Arnold empezó a competir en el cuadrilátero es un ejemplo de constancia. Tuvo 90 peleas amateurs en “los Nationals” - el torneo más importante de Estados unidos- y en el 2015 ganó los guantes de oro. Fue cambiando de categoría mientras crecía, pasando de 112, 126, 130 hasta los 147 libras que mantiene desde que es profesional.
Dentro del mundo del boxeo Arnold se mantiene sano y disciplinado. “Probé mi primera gota de alcohol a los 25 años y no me gustó, no fumo y no salgo en las noches. Me gusta cuidarme y prepararme mentalmente pata todo lo que se viene”.
Mientras estaba en Nueva York Arnold recibió una invitación para hacer parte del campamento de Manny Pacquiao en Los Ángeles. “Ellos cubrieron todos mis gastos y aprendí mucho con Pacquiao. Hoy en día él está orgulloso de mí, es mi amigo y siempre me llama antes de mis peleas”.
Desde Calabasas, su lugar de residencia, Arnold prepara su ascenso en el boxeo. “Estoy rankeado en el puesto 35 en Estados Unidos y 160 a nivel mundial entre 20000 boxeadores. En Quito voy a pelear con el mejor del Ecuador y seguiré escalando. Seré campeón del mundo y me doy dos años para serlo”.
Reservado y seguro Arnold es sorprendentemente maduro por su edad. “Siempre quise ser alguien que la gente reconozca. Seré boxeador hasta los 35 años pero desde ya quiero existir como figura pública en Ecuador y Estados Unidos”.
La entrevista llega a su fin, conocí a un ser atípico que definitivamente sabe lo que quiere y disfruta el camino siendo su propio referente. Lejos de la caricatura del boxeador que se gana la vida peleando, Arnold es un hombre culto que lee mucho y toca la guitarra y el trombón, un alumno aplicado que estudió justicia criminal después de graduarse del High School, un ciudadano norteamericano que debe su éxito a sus padres cuencanos, un boxeador solitario que extraña a sus dos hermanas radicadas en Ecuador...