Santo Domingo de los Tsáchilas, la provincia de los sabores exóticos
Dulce, amargo o cremoso. El paladar se afina en cada alimento no tradicional que surge en Santo Domingo. El suelo de la provincia es tan rico como los productos que se cultivan. Si bien algunos tienen una fuerte acogida local, la gran mayoría se destinan a la exportación. Y aunque representen cantidades a escala, esta provincia es líder nacional en la exportación de piña, malanga y palmito. Su secreto está bajo tierra.
“La riqueza y composición del suelo es propicio para sembrar lo que quieras”, explica Mikel Ugando, coordinador académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador – Sede Santo Domingo. Por su parte, Marcela García, presidenta de la Cámara de Industrias y Producción de Santo Domingo, acota que las condiciones climáticas juegan un papel fundamental. “Estamos en un clima trópico húmedo que siempre se mantiene nublado, el sol no es un problema. Además, la humedad se mantiene en los suelos, lo que permite que sean aptos para la siembra”, añade.
Santo Domingo tiene una historia particular, gran parte de su oferta exportable no es originaria de allí, sino que los cultivos se adaptaron y respondieron bien a las condiciones locales. Es el caso del palmito. Inaexpo, empresa del grupo Pronaca, es líder de la exportación de palmito y sus derivados. Los voceros de la firma detallan que el palmito fue una apuesta de los fundadores cuando visitaron una feria internacional y conocieron el producto. “En 1994 empezaron los cultivos a punta de “prueba y error””, mencionan. En ese entonces, trabajaron con dos proveedores para contribuir con la producción y crearon la figura de integración. “Es decir, garantizamos al proveedor comprarle toda su materia prima y con un precio fijado”, acotan.
Con el tiempo, en la zona se empezaron a dedicar al cultivo y hoy en día Inaexpo recibe el 95 por ciento del palmito que procesa a través de sus proveedores. El restante pertenece a sus propias plantaciones. Casi su totalidad de producción se destina a la exportación. “Aquí en Ecuador no hay una cultura de consumo de palmito. Es por esto que los productos de valor agregado, como espagueti o arroz de palmito, intentan entrar en el paladar de los consumidores”, añaden los voceros.
Esta realidad también lo viven otros cultivos. En Santo Domingo se produce vainilla en invernaderos gracias a la investigación de Eduardo Uzcátegui. Él fue decano de la facultad de Agropecuaria en la Universidad San Francisco de Quito y en el mundo académico le regalaron unas plantas de vainilla tahitense. “Pasaron tres años que no florecía en Quito, pero al sembrarla en Santo Domingo a los seis meses crecieron notablemente. Vimos que las condiciones climáticas jugaban un papel fundamental puesto que la vainilla necesitaba de mayor disponibilidad de oxígeno y menor presión atmosférica”, detalla.
Así fue como innovó con un invernadero, que aprovecha los espacios para el crecimiento de la planta, y que le ha permitido obtener cerca de 350 kilos de vainilla por semana en temporada alta. Cada kilo llegó a costar más de 600 dólares, pero después de la pandemia la cotización cambió. Uzcátegui indica que si bien han exportado su producto a más de 10 países en diferentes continentes, el consumo local es muy bajo. “Hemos trabajado en campañas para promover e incentivar el consumo de la vainilla. Al principio la gente pensaba que no había diferencia del sabor sintético (esencia), pero luego de probarlo empezó a valorar el producto natural”, describe Uzcátegui. Como un tip, expone que si un helado de vainilla tiene puntitos negros, eso corresponde al caviar, por lo tanto tiene extracto natural.
Finalmente, un sabor muy propio de Santo Domingo, pero que pocos conocen que es originario de allá es la Avena Polaca. El fundador de la compañía es extranjero, con experiencia en la industria láctea, y vio en la provincia tsáchila una oportunidad para crecer con el producto que él trajo al mercado local. Uno de los voceros de la empresa explica que en su comienzo la avena se vendía al granel en las calles y vieron una oportunidad de crecimiento venderla en las panaderías. “Nos dimos cuenta que la combinación de pan y avena le gustaría al cliente”, comenta.
A su vez, revela que el nombre fue una estrategia para ser disruptivos en el mercado. “La gente de Santo Domingo hizo que la avena deje de ser casera y pase a ser industrial, la demanda era muy alta”, expone. En sus inicios se llevó el producto a cantones aledaños, pero después se aprovechó la conexión vial para conectarse con los mercados de Quito y Guayaquil.
Entre las últimas innovaciones de la compañía destacan las nuevas presentaciones en vaso y botella. “Esas presentaciones nos permitieron ya no solo estar en las panadería o en la calle, sino que nuestro producto ya lo encuentran en supermercados, mini markets o cualquier tipo de empresa”, comenta su vocero. La nueva misión de la compañía es cubrir las 24 provincias del país, ya van por 18. Además, pronto inaugurarán su nueva planta de producción, que se caracteriza por tener procesos más automatizados. La misión está próxima a ser cumplida.