Cotopaxi, la provincia que florece a las nuevas exigencias de los mercados
La economía de Cotopaxi tiene relevancia exportadora, representada por las flores y brócoli; y también como proveedora local, de metalmecánica, madera e insumos. En ambos casos, la producción incrementa paulatinamente.
Cotopaxi es un punto de equilibrio. La provincia está en el medio de todo: clima, ubicación, ingresos nacionales, población, entre otros. Ese balance ha permitido que la producción y los ingresos crezcan, pero que a su vez no incrementen exponencialmente. Las ventajas que ostenta la provincia la ponen en la mira de varios empresarios. Pero la falta de certezas, como estabilidad social u ordenamiento territorial, los pone a pensar dos veces.
El agua es su principal baluarte. A diferencia de otras provincias del Ecuador, Cotopaxi concentra importantes afluentes de agua que le facilitan la siembra de productos agrícolas. Así lo explica Xavier Fabara, director de Ciencias Económicas de la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE) – sede Latacunga. “El agua y las propiedades del suelo se adaptan a las necesidades agrícolas del cultivo”, agrega. Cotopaxi dispone de 197,000 hectáreas destinadas a la labor agropecuaria.
Precisamente el líquido vital fue uno de los principales propulsores del sector florícola. En Cotopaxi se asientan las fincas de las principales exportadoras de rosas y flores del Ecuador. Según Fabara, esta actividad despegó en la década de los 80. “Varias florícolas que estaban en Cayambe o Tabacundo (Pichincha) tenían problemas por la falta de agua, de modo que vieron en Cotopaxi un lugar ideal y se mudaron acá”, señala. De hecho, donde ahora están asentadas las florícolas antes era una zona ganadera.
Por su parte, la directora de la comisión comercial de la Cámara de Comercio de Latacunga, Maritza Andrade, explica que el sector florícola se apoya en la zona geográfica, lo que impulsó la exportación de flores para el Ecuador. “La logística es importante, el aeropuerto de Quito queda cerca para el floricultor”. Y añade que otros productos, como el brócoli, también se beneficiaron por la ubicación geográfica y el clima de la provincia.
No obstante, Cotopaxi tiene dos componentes, uno natural y uno social, que resultan delicados. La provincia es el centro de las protestas sociales de los movimientos indígenas. De modo que en cada paro nacional, sus fábricas son obligadas a cerrar y su personal es empujado a dejar de laborar por ir a las marchas. “Es difícil convencer o cambiar esa mentalidad, es su ideología política”, comento un dirigente empresarial que pidió el anonimato. Mientras tanto, la actividad del volcán Cotopaxi los mantiene en alerta constante. “Hace unos años cayeron cenizas y la ciudad se paralizó. El volcán pone a pensar a cualquier empresario si invertir aquí”, manifiesta Fabara (ESPE).
De todas maneras, la mano de obra es muy experimentada en los sectores económicos tradicionales y, según sus directivos, se adapta fácilmente a la tecnificación. Las empresas cotopaxenses aspiran aumentar su capacidad de procesamiento, pero consideran que los puntos de influencia externa condicionan aunque no complican. Es decir, están bien, pero pueden estar mejor.