Cómo proteger tu casa del coronavirus sin derrochar dinero en el intento
Entrar en el pasillo de productos de limpieza y desinfección de una tienda o supermercado es enfrentarse a decenas de opciones en precio, características, olores y promesas, que con la pandemia se han multiplicado y aprovechan nuestra necesidad de protegernos y, en muchos casos, nuestra reciente manía por matar cualquier virus, incluido el Covid-19.
María V. tiene dos niños pequeños y para ella, una vez que llegó el coronavirus, el gasto en artículos de desinfección ha elevado en al menos un 50% el presupuesto mensual que destinaba a aseo y limpieza. Desinfectantes en espray para rociar juguetes o las fundas con compras, o para tenerlos a disposición en el auto, pañitos desinfectantes y alcohol son ahora indispensables; en algún momento, recuerda María, adquirió algún producto motivada por la novedad, pero se quedó por ahí, guardado en la lavandería.
Alcohol, detergente y gel antibacterial son en cambio los productos que Mariela C. y su esposo han empezado a comprar constantemente y que han inflado el gasto en higiene en al menos un 30%; ambos priorizan precio y seguridad: “siempre nos fijamos si el producto tiene registro sanitario”.
Para Félix Valencia, experto en el rubro de productos de higiene, hay tres pasos que debe seguir el consumidor para realizar una compra inteligente y evitar el gasto en exceso o, peor aún, poco productivo. El primero, según el ejecutivo de una de las empresas del sector, es verificar que el producto tenga las certificaciones necesarias: en este caso el Registro Sanitario dado por la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (ARCSA).
El segundo paso, dice Valencia, es verificar si lo que ofrece un producto se cumple en la realidad; “si la etiqueta dice que elimina bacterias, que efectivamente lo haga” o si el empaque ofrece que el aroma durará cierto tiempo; también si cumple el número de usos que promete. Aunque verificar que ‘mate virus y bacterias’ sea complicado para un consumidor cualquiera, el hecho de que la familia no enferme o lo haga con menor frecuencia puede ser un indicador.
Y, finalmente, optar por “productos que sean biodegradables y que sean el resultado de cadenas de valor responsables con el medio ambiente, con sus colaboradores y con la comunidad”: una consideración no menos importante, según el ejecutivo, en momentos como este, cuando nos replanteamos nuestra responsabilidad ante las futuras generaciones.
Las ventas crecen, pese a la crisis económica
Con la pandemia, se elevó considerablemente la demanda de productos para higiene y limpieza; de hecho, el sector de ‘Ventas al por menor de productos farmacéuticos en establecimientos especializados’ se ha incrementado en casi 16% entre enero y julio de este año en comparación con el mismo período del 2019, según cálculos de la consultora Marketwatch.
Ante esta necesidad de protegerse y prevenir el contagio a través de la limpieza, las compañías han optado por diversificar su producción a través de rápidas innovaciones.
Los distintos competidores coinciden en que la presencia del Covid-19 ha modificado los hábitos de los consumidores: no solo adquieren más productos de desinfección, de sanitización y de higiene personal si no que, también, han “restringido sus gastos y optan por una ecuación precio-beneficio más inteligente; esperan la misma calidad en las soluciones, pero al alcance de su bolsillo”, comenta Lucas López, vicepresidente de Mercadeo del Grupo Familia.
El abastecimiento y la accesibilidad a estos productos también se han vuelto claves; hay, según López, una “reconfiguración en los canales de distribución”. Se observa, añade, un crecimiento de estas categorías de productos en autoservicios, farmacias y un desarrollo del canal digital, “que en el Ecuador apenas comenzaba antes de la pandemia”; por ello, según el ejecutivo de Familia, se vuelve un objetivo “homogeneizar la experiencia del cliente en todos los puntos de contacto”.
A finales de abril pasado, Unilever -por ejemplo- introdujo al mercado ecuatoriano el gel antibacterial de su marca Rexona; y lo empezó a producir en tiempo récord.
Otra de las compañías que adelantó la ejecución de sus proyectos ante la demanda extraordinaria de estos productos es La Fabril; “teníamos previsto lanzar, para el segundo semestre de este año, nuestro gel antibacterial Jolly, pero con la llegada de la pandemia aceleramos este proceso y lo pudimos sacar antes”, afirma Santiago Palacios, jefe de Comunicación de la compañía ecuatoriana.
“Nos hemos enfocado en productos que no solo alejen virus y bacterias de las personas sino también de ambientes, superficies y objetos que generalmente tienen una constante manipulación y que se convierten en posibles trasmisores de los virus, como el Covid-19”, señala en cambio Diego Sánchez, director comercial de Laboratorios Lira.
La empresa trabajó en un alcohol multiusos con aroma -bajo la marca Lirambient-, “que cumple con los estándares para que sea aplicado sobre superficies inertes ayudando a una limpieza y desinfección efectiva”, detalla María Saona, directora de Marketing de Lira.
Esta diversificación se suma a su portafolio de alcoholes en solución y en gel con composiciones de entre 70 y 72 grados para la primera presentación y de 69,99 grados para la segunda; datos que, antes de la pandemia, eran casi irrelevantes para el consumidor se convierten ahora en información básica para la decisión de compra.
La innovación también llegó por el lado de presentaciones más prácticas de sus productos; la compañía está fortaleciendo sus departamentos de Investigación, Desarrollo y Proyectos.
El mercado no se reducirá a corto plazo
“Lo que pudimos identificar rápidamente fue que la necesidad primordial que tenían los consumidores era protegerse del virus para recuperar su tranquilidad mental”, comenta -en cambio- Emilio Filbig, gerente general de Unilimpio, también parte de la competencia.
La compañía ya contaba con soluciones adecuadas para este tipo de virus como el hipoclorito de sodio, el amonio cuaternario, el alcohol y otros compuestos, pero todos en formatos grandes porque su cliente objetivo es institucional. La reacción inmediata de Unilimpio fue, entonces, “adaptar las presentaciones a formatos más pequeños, adecuados para el hogar y revisar las etiquetas para que el lenguaje -dice Filbig- fuera adecuado para el usuario doméstico”.
La empresa ha colocado en el mercado alcohol al 65% en tamaño cartera y con glicerina, para proteger la piel; amonio cuaternario RTU -listo para usar, por sus siglas en inglés- con atomizador; también creó un desinfectante a base de ácido peracético, similar a una mezcla de vinagre con agua oxigenada, que es una alternativa al amonio cuaternario. Además de desinfectantes sin olores agregados para evitar los problemas de alergias.
La nueva realidad ha traído también nuevos planes para Unilimpio: la planta y bodegas destinadas básicamente a productos industriales se están ajustando para cumplir normativas de cosmética y farmacéutica; “queremos participar en el mercado de productos para el hogar -sostiene Filbig-, el cambio de infraestructura requiere una inversión cercana a los 600 mil dólares”.
Con una pandemia que no tiene visos de terminar a corto plazo, es evidente que el consumidor seguirá poniendo como prioridad el consumo de productos que minimicen el riesgo de contagio y prevengan enfermedades por bacterias o virus. En el camino, los clientes están aprendiendo a comprarlos sin llegar al derroche; y las compañías están dispuestas a seguir capitalizando la demanda con productos cada vez más especializados.
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