Ruptura entre CREO y PSC: ¿se abrió vía para una nueva derecha?
La ruptura entre CREO y PSC abre la vía para la necesaria actualización de la derecha ecuatoriana, demasiado tiempo instalada en la mano dura y liderazgo fuerte con Febres-Cordero y Nebot de referentes. Simplificando, se puede decir que la derecha se caracteriza por sus valores conservadores en lo moral, una idea de sociedad basada en jerarquías y una concepción de la autoridad que puede caer en el autoritarismo.
Últimamente se han sumado los autodenominados liberales, personas que defienden en una visión simple del libre mercado y la no intervención estatal, con especial obsesión con los impuestos. Es decir, no recuerdan que el liberalismo tiene detrás una idea de igualdad que las leyes y las instituciones (el Estado) garantizan, y olvidan que en su origen está el enfrentamiento al orden conservador y jerárquico -es decir excluyente y, por lo tanto, contrario a la libertad en igualdad de derechos y obligaciones.
Ahora que la mano dura, orden y conservadurismo moral han dejado de ser su patrimonio -sé de un presidente de izquierda que encaja en la descripción-, la derecha tiene la oportunidad de actualizarse incluyendo más aspectos sociales. Eso, sin dejar de lado sus señas de identidad, tal y como lo hicieron la democracia cristiana y la derecha europea que fueron fundamentales en la construcción del Estado de Bienestar. Basta ver el papel cumplido por la doctrina social de la iglesia, la democracia cristiana italiana o líderes como Adenauer en Alemania o De Gaulle en Francia.
Es fundamental que dejen de lado ese desprecio al Estado tan de los 90. El gobierno eficiente no es posible sin instituciones sólidas que den certidumbre a los procesos políticos y al mercado que ellos dicen defender y eso solo se consigue en Estados consolidados. Los críticos suelen centrarse en los siguientes argumentos: el Estado es corrupto, mal gestor y la burocracia es ineficiente. Pero las cosas son más complicadas: el peor servicio que tiene el país es de gestión totalmente privada y poco regulada, me refiero a los buses y el transporte terrestre. Por otro lado, las listas de evasores fiscales suelen estar encabezadas por empresas o empresarios y, por último, los juicios por corrupción demostraron que el sector privado no está libre de “toda culpa”. Para que exista un corrupto es necesario el corruptor. Y, por último, los burócratas no son más que una muestra representativa de la sociedad ecuatoriana con sus virtudes y sus defectos, son personas como nosotros para lo bueno y para lo malo. Al igual que un buen “no sea malito” abre la vía a la comprensión solidaria del burócrata, también es la vía de entrada para que seamos flexibles con las normas y procedimientos y, una vez abierta la veda, el límite no está claro y las reglas dejan de funcionar.
Una bandera de la nueva derecha podría ser el fortalecimiento del Estado de Derecho, que no solo es un Estado de leyes, sino también uno en el que nadie esté por encima de ellas. En este sentido, la ruptura con el PSC es una buena noticia porque su estrategia de poder era la de capturar sectores del Estado para instrumentalizarlos en beneficio propio -patrimonializarlo- por eso siempre buscaron controlar las Cortes u órganos de auditoría -otros también lo hacen- con el agravante de que son instituciones que garantizan el Estado de Derecho. Además, en sociedades con desigualdades estructurales como la ecuatoriana es fundamental contar con un Estado fuerte para garantizar un mínimo de equidad. Si el solo hecho de ser negro, indio o blanco-mestizo marca una diferencia radical en la vida de las personas, no podemos dejarlas además sin un marco regulatorio que garantice que al menos ante la Ley y las políticas públicas son iguales.
La nueva derecha debe tener presente que los Estados necesitan financiarse porque los esferos, el papel o el sueldo de los policías no son gratis. Para pagarlos están los impuestos, que son además un mecanismo de transferencia de recursos entre grupos y de generación de oportunidades, al permitir al Estado satisfacer necesidades mínimas a personas que no pueden hacerlo. De no ser así, solo se prolongan las desigualdades y sus efectos. La crisis chilena o los documentos de instituciones multilaterales poco sospechosas de comunistas demuestran que planteamientos fiscales como el de los socialcristianos -aferrados a su compromiso ante notario de no subir impuestos- no son sostenibles. En temas fiscales no todo pasa por subir impuestos, lo primero es cobrar los que ya tenemos. Gracias a la publicidad que se dio a las declaraciones de impuestos de los candidatos presidenciales pudimos ver que señores que exhibían la chequera como muestra de sus capacidades pagan menos impuestos que un maestro de escuela rural. En consecuencia, me permito una sugerencia al nuevo gobierno: que se cruce la base de pago de impuestos con los catastros, las cuentas en bancos y los aportes al IESS a fin de ver si los ingresos, impuestos y gastos de una persona son consistentes. Yo al menos estoy seguro de que tendremos sorpresas.