Daniel Noboa y María José Pinto, los herederos empresariales para las elecciones 2025
Daniel Noboa y María José Pinto tienen más de una historia que los une: sus familias crearon imperios empresariales, la una dedicada al banano en la Costa, la otra, a los textiles en la Sierra; militaron en política, pelearon con el correísmo y se ayudaron en algún momento. Ahora, como relevos generacionales son el binomio oficial. El Presidente logra al fin lo que no pudo en su primera candidatura: escoger a su vice y los nombres para la Asamblea. ¿Será esto suficiente para reelegirse?
El binomio Noboa-Pinto es más que dos jóvenes empresarios menores de 40 años convertidos ahora en políticos. Los unen muchos episodios. No solo es el hecho de que las dos empresas familiares tuvieron incidentes con el gobierno de Rafael Correa. Al Grupo Noboa le incautaron la hacienda bananera La Clementina, por deudas tributarias con el SRI, para entregársela a sus trabajadores.
Paralelamente, la empresa de textiles Pinto trasladaba una de sus plantas hacia Perú, ya que su personal estaba manejado por otra compañía y el gobierno eliminó la tercerización. A Mauricio Pinto Mancheno, padre de la ahora candidata a la Vicepresidencia, el Ministerio del Trabajo le impuso una multa de más de 400 mil dólares, por no recontratar a los trabajadores de la planta que llevó a Perú. Incluso hubo una insólita orden de prisión en su contra, que luego fue retirada. Pero la llaga quedó latente.
Y no es la única coincidencia que parece unirlos. Los dos provienen de familias eminentemente políticas. Si regresamos más de 30 años en el tiempo, cuando María José y Daniel estaban apenas en el jardín de infantes o la escuela, sus papás se la jugaban en cargos públicos y electorales. Mauricio Pinto fue ministro de Industrias, ministro de Economía, representante ante la Junta Monetaria y hasta presidente del Consejo Nacional de Modernización del Estado, durante el gobierno de Sixto Durán-Ballén. Pinto Mancheno, junto a Alberto Dahik, Augusto de la Torre y otros, eran los ungidos de la política económica de aquella administración.
Con el cambio de gobierno y Abdalá Bucaram en el poder, el puesto de presidente de la Junta Monetaria fue entregado a Álvaro Noboa y, desde allí, el papá del ahora Presidente del Ecuador empezó su carrera electoral con el PRE y luego con el PRIAN, aunque nunca pudo sentarse en el sillón de Carondelet. Mientras Álvaro Noboa se consolidaba como político, Mauricio Pinto no descartaba una candidatura a la Presidencia, aunque nunca se lanzó. Finalmente, el último cargo público que ocupó fue como concejal de Quito, durante la administración de Paco Moncayo. ¿Será que la hija de Pinto llega a Carondelet como lo hizo Noboa, cumpliendo el sueño del padre?
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Pero hay un episodio más y tiene que ver con el abuelo de Daniel y el papá de María José. Empresas Pinto es una compañía con más de 100 años de historia, que ha pasado de generación en generación, similar al Grupo Noboa. Mauricio Pinto y Luis Noboa Naranjo se conocieron porque el segundo llamó al primero para que asesorara en algunos temas en el Grupo Noboa, cuando Daniel y María José aún no nacían.
Años más tarde, Pinto Mancheno necesitaba la garantía de un banco para adquirir las acciones de la empresa familiar que estaban repartidas entre él y sus hermanas, pues el deseo de su padre era que un solo heredero manejara la compañía. Ningún banco quería darle la garantía, así que recurrió a Luis Noboa. Su nombre bastaba como toda garantía. Así lo contó el mismo Mauricio Pinto en una entrevista con el “Pájaro” Febres Cordero.
Las acciones mayoritarias de Empresas Pinto ahora están en manos de las dos hijas de Mauricio, Carla y María José, aunque el padre sigue tomando algunas decisiones y ahora más, cuando una de ellas es parte del gobierno. La aspirante a vicepresidenta siempre mantuvo un perfil bajo. Nadie la veía en cargos políticos. Irrumpió como titular de la Secretaría Técnica Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil, atendiendo al llamado de Daniel Noboa desde noviembre de 2023.
Así como nadie pensaba verla en política, hace unos 20 años, cuando terminó el colegio, nadie imaginó que María José Pinto quisiera estudiar alta costura en París. Sus profesores y familiares, sobre todo su papá, la veían estudiando una ingeniería. Trabajó en una casa de modas en Ámsterdam y Dubái. Regresó a Ecuador a sus 24 años para laborar en la empresa familiar. Empezó en cargos medios y cuatro años después ocupó la gerencia de Innovación y luego de Producción.
Entre sus estudios académicos, Pinto González cursó el Master of Business Administration en el INCAE, de Costa Rica, y varios diplomados en el IDE Business School, uno de ellos el de Mujeres en Gobierno Corporativo. Justamente una de sus ambiciones ha sido la participación de las mujeres en la alta gerencia empresarial.
Un funcionario del gobierno confió a Vistazo que la elección de Pinto como candidata se dio a última hora y causó sorpresa porque cuando formó parte del gabinete había dicho que su trabajo sería técnico y no se inmiscuiría en política. Tuvo alguna experiencia trabajando desde su empresa con grupos de niños y mujeres, lo que fue bien visto para que dirigiera la Secretaría contra la Desnutrición Infantil.
Se espera que todo ese conocimiento en territorio y desde lo social apuntalen su discurso para captar votos. Esta vez, Noboa sí hará campaña con su binomio y no como pasó con Verónica Abad, quien se convirtió en una piedra en el zapato.
En su primera candidatura presidencial, Noboa no tenía partido político de alcance nacional, lo que le obligó a buscar alianzas y la encontró en los movimientos Mover y PID. La Vicepresidenta y algunos de sus candidatos a asambleístas no los escogió él, sino sus aliados, y en parte esa es la guerra que ahora libra con Verónica Abad, quien mantiene la esperanza de tomar el mando cuando Noboa tenga que hacer campaña. Para estas elecciones, Noboa logró que el CNE inscribiera a Acción Democrática Nacional (ADN) y ahora sí sus opciones para vice y asambleístas los escogieron él y su equipo de confianza. ¿Con Pinto será diferente?
“No solo es la elección de un nombre, sino una declaración del tipo de Presidencia que quiere ser, del país para los próximos años. Alguien cercano, de mucha confianza, que se mueve en los mismos círculos (empresariales)”, dice Caroline Ávila, doctora en Comunicación Política y docente de la Universidad de Cuenca. Pinto va en la línea del mensaje del “nuevo Ecuador”: supuestos funcionarios jóvenes que son nuevos en política y que sus experiencias en la empresa u otros sectores los vuelven incorruptibles o incompatibles con la “vieja política”, refiere la experta.
Añade que Noboa y Pinto podrían explotar el discurso de dos familias de empresarios que a pesar de los problemas con el correísmo se quedaron en el país y han seguido creciendo, toda vez que el gobierno quiere ubicarse en el espectro anticorreísta para captar esos votos.
Aunque a Daniel Noboa le dicen en la oreja que los números son positivos y que las encuestas lo mantienen sobre el 50 por ciento de aceptación para una cómoda victoria en 2025, un análisis más profundo determina la fragilidad de su electorado. Javier Rodríguez, PH.D en Sociología por la Universidad de Wisconsin-Madison, comparó la votación que recibió Daniel Noboa en la primera vuelta de 2023 y en la consulta popular de abril de 2024, y determinó que su voto orgánico no creció. Los lugares donde Noboa ganó en primera vuelta, fue donde recibió más votos para la consulta.
¿Por qué no comparar con la segunda vuelta? Porque el voto de la primera vuelta es el orgánico, el que apostó por el joven outsider. El de segunda vuelta es un electorado volátil, que lo prefirió a él en lugar del correísmo; gran parte de esos votos provinieron de quienes confiaron en primera vuelta por Topic o por Villavicencio/Zurita.
Si el análisis hubiera determinado que ganó presencia en la consulta popular en los lugares en los que no votaron por él en primera vuelta, habría significado un crecimiento de su base electoral, dice Rodríguez. Esa puede ser una explicación de por qué su discurso está encaminado a la mano dura, para captar los votos de Topic, y en posicionarse como el antagonista del correísmo, para convencer al electorado de Villavicencio. Y en esa línea puede reforzar María José Pinto.
Los analistas coinciden en que, si nada nuevo aparece en el mapa electoral, el correísmo, que ha mantenido un voto duro de alrededor del 30 por ciento, y el noboísmo, con su 23 por ciento de voto orgánico, obtenido en primera vuelta de 2023, estarían en el balotaje, y serían las dos mayores fuerzas en la Asamblea. Aunque la intención de voto posiciona a Noboa en primer lugar y luego a Luisa González. Si esto se mantiene hasta las elecciones, se convertirá en la primera vez en una década y media que el correísmo no va como favorito en primera vuelta.
Roger Celi, coordinador del Observatorio Legislativo de FCD, recuerda que Noboa llegó solo con 14 legisladores y ahora tiene a 36 que votan con la bancada de ADN, algunos de ellos desertores de la Revolución Ciudadana y del PSC. Ahora, con una papeleta para la Asamblea encabezada con el rostro de su madre, Anabella Azin, y con algunos ministros ya conocidos se asegurará fácilmente unas tres docenas de legisladores o quizá más.
Igual, de aquí a febrero pueden pasar muchas cosas, no basta con ser el Estado candidato. No ha logrado resolver los problemas de inseguridad y desempleo, y la inversión pública no despega.
Para Noboa, sumar, restar o mantenerse en los mismos números de electores dependerá de la gestión del gobierno y qué propongan las otras candidaturas.
*Este artículo fue inicialmente publicado en la edición del 22 de agosto de Revista Vistazo.