ABRAS DE MANTEQUILLA
Escuchar Abras de Mantequilla puede sonar a algún plato de comida o quizá un restaurante, pero la realidad sobre este nombre supera cualquier expectativa. Se trata de uno de los lugares más encantadores que se puedan encontrar en la provincia de los Ríos y en el litoral ecuatoriano.El por qué del nombre, se los cuento en su respectivo momento, y tiene algo de romanticismo relacionado al sol, el atardecer y el agro.
Hace algunos años me tocó viajar a documentar este lugar. En aquella época los viajes eran distintos, no podías agarrar el mapa de tu celular y ubicarte, o encontrar toda la información del destino en internet. Solo sabía que se trataba de un humedal y que debía llegar a Vinces y preguntar para llegar. No imaginaba que me estaba metiendo en el corazón del mundo montubio, que era una joya oculta de mi país.
3 ETAPAS DEL HUMEDAL
Primero, para entender lo que son estos humedales, hay que ubicarse geográficamente en el mapa. Abras de Mantequilla se encuentra a tan solo 20 minutos en auto desde el centro de Vinces, en la vía a Mocache. Está compuesto por una serie de lagunas y embalses que ocupan un área de 22.500 hectáreas. Estos empozamientos de agua son muy importantes, no solo para Ecuador, sino para el planeta. En el año 2000 fue declarado como uno de los humedales más importantes del mundo, ubicándolo como un sitio “Ramsar”, nombre que se le da a los humedales de relevancia mundial para la conservación de aves. Esto se dio en Ramsar, Irán. Vale la pena recalcar que la palabra “Abras” se usa para referirse a las “pozas de agua”.
Abras de Mantequilla tiene 3 momentos muy marcados y diferentes, el primero es en la temporada invernal, en esta época las lluvias hacen que estas lagunas, que son estacionales y algunas permanentes, se inunden, no sólo con el agua de las precipitaciones, sino que también ayudan a desfogar el agua de algunos ríos que convergen aquí y tienden a desbordarse. Esto provoca que una basta región pase por debajo del agua prácticamente toda la temporada de invierno, sobresaliendo algunas pequeñas islas, que no son más que la cumbre de pequeñas lomas y en su mayoría están llenas de árboles de mango.
Es en este momento en el cual se pueden recorrer varias zonas del humedal en canoa, visitar diferentes comunidades y hasta disfrutar de una regata. Y uno de los mejores lugares para hacerlo es Isla Bonita. Una pequeña isla, como su nombre lo indica, en donde se puede disfrutar de algunas actividades. Don Eugenio Mosquera, a quien también se lo conoce como” El Capitán”, fue el visionario de este lugar y hace más de 2 décadas, le apostó al turismo en su rinconcito a orillas de Abras de Mantequilla. Ahí comenzó a sembrar árboles, colocar parasoles, hamacas, puso un pequeño restaurante y trajo canoas. Hoy es el sitio ideal para bañarse en estas tranquilas aguas, nadar desde la orilla hasta la Isla Bonita, y para los más aventureros, navegar por sus aguas acostado sobre una boya, o sobre una canoa.
Luego de esto, un delicioso seco de gallina criolla, una natilla de maíz o unas ricas torrejas de choclo con queso, saciarán el hambre que da el hacer todas estas actividades.
La segunda temporada es cuando el agua baja hasta la mitad de lo que cubrió. Es aquí donde los lugareños ponen sus redes para poder pescar las diferentes especies de peces que aquí abundan, entre esos está el codiciado bocachico, que es uno de los ingredientes primordiales en la gastronomía de la provincia de Los Ríos.
En esta época, el agua deja ver un poco de las laderas fértiles y húmedas, los montubios empiezan a llenar sus tierras de arroz y maíz principalmente, el paisaje empieza a cambiar, pero las canoas siguen siendo el principal medio de transporte.
En la tercera etapa, aunque el humedal prácticamente desaparece o más bien, le sobreviven ciertas lagunas y riachuelos, tiene también un encanto especial, ya aquí la agricultura se adueña del lugar, todas esas inmensas zonas que antes estaban inundadas, ahora están cubiertas de mazorcas de maíz y espigas de arroz. Todo luce verde. Las caminatas son más largas para visitar distintas comunas y el navegar en las tradicionales canoas se vuelve poco probable.
Aunque en todas las etapas se ven aves, creo que es en esta cuando mejor se las puede observar, garzas, cormoranes, Martín Pescador y hasta decenas de patos María, se ven chapuceando en medio de las pequeñas pozas que aún se niegan a evaporarse dentro de los arrozales.
MÁS ALLÁ DE LOS HUMEDALES
Pero si bien al visitar Abras de Mantequilla, la gran mayoría de actividades giran alrededor del agua, hay algunas que no y también cautivarán a los visitantes. Una de ellas -y para sorpresa mía la primera vez que fui- es la visita a un pequeño bosque ubicado a pocos minutos de caminata desde El Recuerdo, uno de los recintos que circundan los humedales. ¿Por qué sorpresa? Porque al acercarse, uno puede empezar a oír a las decenas de monos que deambulan por sus ramas, sí, monos aulladores. Les garantizo que aquí los podrán avistar.
La gastronomía ocupa también un lugar importante en la zona, sobre todo platos hechos a base de maíz, yuca y verde; tortillas, torrejas de choclo, humitas, sango de choclo y de verde, además de mochines de yuca, seco de pato, torta de camote y demás. Créanme que encontrarán más de un lugar en donde podrán sentarse a disfrutar de estos manjares. No se sorprendan si el montubio que los va a atender los invita a pasar a su casa, como me pasó a mí con Don Telmo, que me permitió retratarlo en la sala de su hogar. La hospitalidad del pueblo montubio sigue siendo muy característico, especialmente, en estos parajes apartados de la gran ciudad.
Los recintos que bordean el humedal son el espacio ideal para conocer la cosmovisión montubia. No imaginan lo enriquecedor que puede llegar a ser sentarse al pie de los humedales y conversar con ellos mientras disfrutas de un mango para chupar, o caminas en medio de las plantaciones de cacao y maíz, compartiendo sus tradiciones.
Los atardeceres en esta época de cosecha iluminan ese tono entre dorado de las espigas listas para ser cosechadas y el naranja del sol en su ocaso. Esta combinación de colores es la que da nombre al lugar, aquí podrán ver un campo que parece mantequilla, entenderán que ese nombre, que al principio podía despistarlos, comienza a tener sentido, y seguro regresarán para la siguiente etapa en el mágico “Abras de Mantequilla”.