Estudiar en el exterior: ¿está preparado?
Un estudiante que aspira estudiar en el exterior debe haber desarrollado la aptitud de autodirigir su aprendizaje y organizar sus estudios.
Al conversar con estudiantes de 16 a 18 años de colegios de cierto nivel socioeconómico es común escuchar frases como: “quiero irme a estudiar la carrera fuera; todo el mundo se va”. Además, he oído a padres decir: “me apena no poder pagarles a mis hijos, la universidad en el exterior”. Algunas familias incluso se endeudan en grandes cantidades para mandar a estudiar a sus hijos a otro país y luego pasan dificultades para poder pagar. Es comprensible que algunos jóvenes aspiren a vivir lejos de los padres, lo ven como una forma de ganar más independencia, sin embargo, para estudiar en el extranjero se requiere algo más que el deseo de libertad. Para tener éxito, se necesita una predisposición por aprender, hábitos de estudio y cierto grado de madurez. Los costos de los estudios también deben de revisarse y estar acordes al presupuesto familiar.
Un estudiante que aspira estudiar en el exterior debe haber desarrollado la aptitud de autodirigir su propio aprendizaje y organizar sus estudios. Por lo general, los profesores universitarios entregan un syllabus o programa que incluye la lista de temas, trabajos y pruebas que se cubrirán a lo largo del semestre. El docente no está atrás de cada estudiante recordándole las fechas de entrega; el estudiante mismo debe tenerlas presentes. Adicionalmente, el aprendiz debe de leer clase a clase, pues hay tanto material, que no es posible cubrirlo en pocos días. Además, la lectura continua permite una mayor comprensión de la materia y retención de conocimientos. Si a un estudiante se le dificulta algún tema debe tomar la iniciativa de buscar ayuda, no al revés. Para ello, los docentes tienen horas de oficina especiales para atender a sus pupilos.
Contar con cierto nivel de madurez y valores bien arraigados también es importante. En la universidad extranjera se vive solo y se debe tener el suficiente temple para poner límites: a la droga, al sexo, al gasto, a la diversión. Nuevamente, si en algún momento se sintiera tenso o intranquilo, el joven debe estar dispuesto a buscar las ayudas pertinentes: psicólogos, grupos de apoyo, guía espiritual.
Finalmente, si algún joven cuenta con estas características, y no puede costear sus estudios en el exterior, no debe preocuparse. En el país, hay universidades con buenos programas de estudio, que pueden ser complementados más tarde con un programa de intercambio estudiantil, homologación de estudios, un posgrado o curso especializado. Definitivamente, adquirir cierta formación en el extranjero enriquece personal y profesionalmente, pero no es necesario que se inicie a los 18 años, sino en el momento en que el joven esté listo intelectual y emocionalmente, cuente con los recursos, y esté preparado para sacar el máximo provecho de la experiencia.