¿Por qué repetimos patrones negativos en nuestras parejas?
Hace varias décadas, el cantante Julio Iglesias inmortalizó el tema que decía: “...Tropecé de nuevo y con la misma piedra, en cuestión de amores nunca he de ganar, porque es bien sabido que el que amor entrega, de cualquier manera, tiene que llorar...”.
Se convirtió en un éxito musical porque empatizó con todas las historias de desamor que, hasta la actualidad, se mantienen en un círculo vicioso de volver con la misma pareja o iniciar nuevas relaciones con parejas similares en conductas, en las que solo pareciera que se cambió de rostro, es decir, la misma novela con diferentes actores.
¿Pero, por qué el ser humano pareciera ser la única especie humana que vuelve a repetir los mismos errores, aún habiendo experimentado sus consecuencias? No es por falta de inteligencia y esto es algo que debemos comprender para no seguir mermando nuestra autoestima y autoeficacia. A continuación, les detallo posibles causas:
1. Patrones y programación emocional. El cerebro buscará personas que le parezcan familiares a aquellas figuras o formas de vinculación emocional. Mientras más se trabaje en descubrir estos patrones, se irán encontrando esas repeticiones en personas con las que se vincule, tan similares, unas tras otras.
2. Traumas (heridas de la infancia) que no se han sanado y generan sensaciones de indefensión e incapacidad para establecer límites y autocuidado.
3. Intento de compensar un déficit emocional. Desde esa mirada de lo que creemos que no somos, buscaremos perfiles de personas que aporten a esos faltantes, (buscar siempre lo que creemos que nos falta) ejemplo: personas tímidas o poco sociables que se deslumbran con personas muy sociables, encantadoras, arrolladoras quienes pueden llegar a tener personalidades narcisistas y que pueden terminar en experiencias negativas y dolorosas.
4. Dependencia emocional. Esto genera a que se encariñe con la piedra, aunque le incomode en su andar por la vida. Es ahí donde recurren frases como: “No tengo suerte en el amor” o “siempre me tocan personas infieles, maltratadoras, egoístas, coñudas, irresponsables”, etc. Esto no es suerte, es elección.
¿Creen que esto es un mal de género? Hay estudios que establecen una incidencia mayor en las mujeres por ese instinto de adopción llamado también síndrome de la salvadora, pero en resultados generales nos pasa a todos por igual, sin discriminación de sexo. O que levante la mano quien no haya tropezado con la misma piedra.
Para quien diga que no, lo invito a hacer un inventario de las relaciones más significativas en su vida, o hacer un paseo por los recuerdos y ver cómo sus últimas parejas, aunque fueran muy distintas, realmente se terminan pareciendo. Recuerden cómo empezaron, pero también cómo terminaron la relación, y lograrán darse cuenta de que son las mismas sensaciones dolorosas las que llevaron a dar el fin a una relación insatisfactoria.
Si usted es de aquellos que tropiezan con la misma piedra o se encariña con esa piedra que tanto daño le provoca, sepa que es posible -con terapia y trabajo personal- lograr cambiar la ruta de amar por una más despejada en la que se tenga un visión clara para reconocer a tiempo los patrones y así elegir a consciencia plena, nuevas formas de relacionarse sentimentalmente. Estas nuevas formas, lejos de ser perfectas, aportarán nuevas experiencias y métodos de construir un vínculo de amor más equilibrado.
Recuerden que amamos no como queremos, sino como podemos, con la programación que traemos. Por eso la importancia de educarnos y capacitarnos en esta rama esencial para el desarrollo del ser humano como es el arte de amar y ser amado, porque nosotros también podemos ser esa piedra en el zapato de otra persona, pero una piedra trabajada y pulida, puede convertirse en una obra de arte.