¿Es la ampliación de la reserva de las Galápagos un Yasuní ITT 2.0?
Hace ya casi 15 años, el Ecuador sorprendía a la comunidad internacional con la propuesta de dejar bajo tierra un volumen aproximado de 796 millones de barriles de petróleo, encontrados en un yacimiento ubicado debajo de una región del parque nacional Yasuní, conocida como Ishpingo-Tambococha-Tiputini (ITT). Esta reserva natural ecuatoriana es considerada por muchos científicos como el lugar más megadiverso del planeta.
La iniciativa, conocida como Yasuní ITT, proponía recaudar $3.6 mil millones para conservar alrededor de 10 mil km2de área protegida, estimando prevenir que 400 millones de toneladas de dióxido de carbono lleguen a la atmósfera. En aquel entonces, Yasuní ITT era considerada como una de las propuestas de conservación más innovadoras por la comunidad internacional, recibiendo el apoyo de decenas de figuras a nivel global, entre ellas el actor y activista ambiental Leonardo DiCaprio.
En Agosto del 2013, el presidente de aquel entonces, Rafael Correa, anunciaba el abandono de la iniciativa y daba paso a la explotación de menos del 1% del parque nacional Yasuní, aduciendo que el mundo le había fallado al Ecuador en su esfuerzo de conservación. De esta manera, todo el apoyo internacional que el proyecto había recibido se convirtió en frustración, afectando la imagen del país en esfuerzos de conservación por casi una década.
Ya en la actualidad, el presidente Guillermo Lasso decide poner una vez más a nuestro país en la mira internacional, anunciando durante la cumbre de las Naciones Unidas por el Cambio Climático (COP26) la ampliación de 60 mil km2a la reserva marina de las Galápagos. Esta propuesta busca realizar un canje de deuda para financiar de forma permanente proyectos de conservación en el archipiélago, el cual es, además, el primer parque nacional del Ecuador. Al igual que la iniciativa Yasuní ITT, la propuesta gubernamental ha sido ampliamente recibida por la comunidad internacional, logrando que el país genere nuevamente expectativas por sus esfuerzos de conservación.
Para que la nueva propuesta del Ecuador no termine en un rotundo fracaso como su antecesora, debemos considerar varios puntos. El primero es el sentido de coherencia sobre este tema que tanto el gobierno actual, como los que vengan, deben adoptar. Una de las principales fallas del proyecto anterior fue que mientras el país buscaba levantar fondos para la conservación, el gobierno seguía en reuniones con empresas petroleras para la explotación dentro de la reserva, generando desconfianza de los potenciales donantes. Adicionalmente, el país recibía fuertes críticas por su visión expansiva en el área petrolera.
Un segundo punto para considerar es que tanto los actores políticos del país como la sociedad civil en general deben entender que el futuro de la biodiversidad de nuestro país debe estar por encima de las ideologías políticas y no puede prestarse para juegos de poder. Es responsabilidad de todos en el país el arrimar el hombro para que esta vez la iniciativa, representada en su presidente de turno, termine concluyendo con éxito. Volver a fallar en la nueva iniciativa del país, convirtiendo a la ampliación de la reserva de las Galápagos en un Yasuní ITT versión 2.0, puede terminar para siempre la confianza que la comunidad global está depositando nuevamente en el Ecuador.
La acogida que una vez más recibe el Ecuador en cuanto a proyectos de conservación demuestra que un futuro de crecimiento sostenible en el país es posible, si tanto los ecuatorianos, como nuestros gobernantes, decidimos de una vez por todas la reducción progresiva, técnica y sobre todo pragmática de nuestra dependencia de la explotación de recursos no renovables. En la era del Cambio Climático, el Ecuador puede volverse uno de los países más atractivos para proyectos de mitigación de sus efectos, generando la atracción de recursos y la creación de empleo. La transición ecológica es posible y depende de todos nosotros el hacer de ella una realidad, aprendiendo de los errores del pasado.