S.O.S Colombia, ¿S.O.S Latinoamérica?
Son muchas las similitudes que nos unen a los latinoamericanos, vivimos en una de las regiones más hermosas, biodiversas y ricas en recursos naturales, así como en recursos humanos que tiene el planeta, también no es menos cierto que es una de las regiones más desiguales, aquí hay personas que tienen mucho dinero y personas que no tienen nada, la realidad que prueban muchos indicadores es que las clases medias se siguen encogiendo.
La pandemia del Covid-19 solo exasperó esta realidad, los confinamientos pausaron la actividad económica, con la reducción del comercio empezaron a quebrar las empresas y por ende se dispararon los despidos, como corolario las redes de salud pública y privada empezaron a colapsar y esto en resumen puso a prueba a la gobernanza de nuestras febles democracias. Nuestros gobernantes perplejos ante esta realidad, muchos irresponsablemente empezaron a imprimir moneda sin respaldo, se disparó por lo tanto la inflación (Argentina y México a la cabeza) el que tuvo dinero (Chile) compró incluso más vacunas que las que su población requería, aún así no se salvó del estallido social a finales del 2019; finalmente todos en la medida de sus posibilidades se endeudaron y mucho, para intentar palear los estragos que deja esta recesión.
Por último, al momento de enfrentarse a la pregunta de cómo empezar a pagar toda esta nueva deuda, los gobiernos se enfocaron exclusivamente y de forma equivocada en mi criterio a promulgar reformas tributarias que buscaban reducir subsidios y grabar con nuevos impuestos a una población que no tardó en expresar su furibundo rechazo. Se confabuló la ira, la frustración, todas las pasiones a las que refería el filósofo Descartes, y estas fueron respondidas con igual o más virulencia de parte de quienes tienen como labor precautelar la seguridad de la población. Colombia no es sino la última muestra de esta lamentable realidad. Latinoamérica desde siempre ha sido una olla de presión social, creer que seguir incendiando lo poco que tenemos y matándonos entre hermanos claramente es hacernos un harakiri, urge deponer inmediatamente posiciones, sin excusas de ambas partes gobierno y manifestantes, una agenda mínima se la construye en una mesa de negociación y no creyendo en líderes o gobernantes populistas que quieran dividir y seguir vendiendo circo a un pueblo que cada vez tiene menos pan.
Vivimos un momento histórico, estamos ante la oportunidad de crear un nuevo pacto social, de estas decisiones dependerá no solo nuestro futuro sino el de nuestros hijos, por lo tanto, a dialogar y deponer la violencia ya, sin excusas ni condiciones, a socializar y comunicar a la población, de esto saldremos solo en la medida en que antepongamos por encima de todo los verdaderos intereses del país.