9-11, 20 años después: ¿El mundo es un lugar más seguro?
Los atentados terroristas a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono en Washington, Estados Unidos, aquel fatídico martes 11 de septiembre de 2001, terminó siendo el acontecimiento que cambió el curso de la historia, el mundo se volvió a dividir entre “buenos y malos” y gracias a la teoría del eje del mal implantada por el expresidente Bush hijo, los estados se vieron obligados a escoger bandos en torno a una nueva lucha que se la presentó como libertaria y común entre las naciones, se dijo que sería una operación corta y de efecto inmediato para reestablecer el orden internacional. Hoy, 20 años después, analicemos sus repercusiones.
Pongámoslo en contexto, perpetrados los ataques me atrevo a sostener que existió un primer sentir de gran parte de la comunidad internacional, en el que se entendía que el imperio hegemónico militar y comercial que representa los Estados Unidos de Norteamérica, no podía quedarse impávido ante tamaña agresión directa en su suelo desde Pearl Harbor (hecho que desató en su momento el ingreso de ese país a la Segunda Guerra Mundial).
Quedaba claro que alguien debía pagar, tal vez por esto en el seno de Naciones Unidas el discurso retórico y la voluntad pudieron más que las razones y las pruebas fehacientes. Así, en esta romería por buscar y dar con los culpables primero se acusó y culpó a sus ex aliados en la guerra afgano soviética, a los inefables talibanes a quienes en su momento pagaron y entrenaron para que se hicieran con el poder, ahora enemigos por dar cobijo al terrorista de Osama Bin Laden, un saudí que comandó al grupo Al Qaeda, quienes se adjudicaron el atentado.
Declarada la guerra, en menos de un mes fácilmente se hicieron con el control del país y claro, la sed de venganza y retaliación no se había saciado aún; fue allí cuando el ojo giró a otro país a más de 2.220 kms de distancia, Irak, porque allí se encontraba otro terrorista (el Dictador Sadam Hussein). Pero esta vez la ONU no se convenció, las inexistentes pruebas que irrefutablemente confirmaban las supuestas armas de destrucción masiva, eran para la administración norteamericana justificativo suficiente para emprender una nueva intervención militar en pos de la paz y estabilidad internacional, Naciones Unidas no iba a detener su cometido, por lo que pese a la negativa de parte del Consejo de Seguridad, decidieron unilateralmente intervenir, desquebrajando para siempre al sistema de derecho internacional.
Hoy los Talibanes son nuevamente los dueños de un estado fallido llamado Afganistán, Irak es también otra estado fallido, como lo son sus vecinos de Siria y Libia. Dos décadas de guerra después, se produce la retirada unilateral de parte de los norteamericanos, dejando muchas más preguntas que respuestas, internacionalmente los ataques terroristas siguen siendo una realidad, como lo fue en Atocha en Madrid, el Bataclán o Charlie Hebdo en París. Viajar nunca volverá a ser lo mismo.
Actualmente prevalece un sentimiento de hartazgo y sabor amargo por los cuestionables resultados obtenidos. El mundo sigue igual de dividido, los dictadores y violadores de derechos humanos de Corea del Norte, Venezuela o Nicaragua, caminan tranquilos a sabiendas que fruto de estos estrepitosos fracasos, ya nadie piensa o ve factible una intervención militar por muy flagrantes que sean las violaciones a los Derechos Humanos o al derecho internacional.
Sin embargo, los Estados Unidos siguen siendo el país próspero y lleno de oportunidades al que el mundo quiere emular, donde el comercio es boyante, la democracia y la separación de poderes funcionan. Por esto invito a que la mejor forma de poder honrar a todos aquellos que perdieron la vida en estos atentados y en sus consecuentes guerras, sea mediante el combate a la islamofobia, al odio y al racismo. “Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, su origen o su religión” Nelson Mandela.