Jueces depravados
Si la sociedad ecuatoriana no depura su sistema judicial, la violencia nos llevará a la peor de las tragedias. No importa cuántos blindados, tanques de guerra, armas o chalecos logre tener la fuerza pública, que si hay un juez vendido a las mafias, la impunidad prevalecerá.
Lo ocurrido desde el 12 de agosto, con alias Fito, el sistema carcelario y el juez Diego Poma, muestra la degradación del Estado, el cinismo de sus operadores y, no me cansaré de repetirlo, la parsimonia de la gente que, en su conjunto, ha normalizado la agenda de los miserables. Días después del asesinato a Fernando Villavicencio, el Gobierno intervino en la Cárcel Regional (CR) y trasladó a Fito a la prisión de máxima seguridad La Roca.
Pero 27 días después, el juez Poma ordenó que lo regresaran a la CR, con un escrito que podría ser la pieza central de un museo sobre canallas e indolentes. Poma, así lo recogen los reportes noticiosos, ha coincidido con el cabecilla de Los Choneros en seis procesos judiciales, todos beneficiosos para un delincuente que es buen amigo de algunos políticos y periodistas.
Bajo la justificación de los informes tardíos, endebles e insustanciales del SNAI, este juez y muchos otros cierran sus ojos -seguramente saben cómo lavar sus conciencias- para poner de rodillas a un Estado que solo tiene garantías para los más depravados. El cabecilla volvió a la CR y solo cuando su vida y sus privilegios estaban a salvo, nuestras pobres autoridades tuvieron que detonar, de manera controlada, un dron con explosivos, aparentemente puesto por los mafiosos. Así se destruyó el techo de La Roca, como para que alias Fito no tuviera que estresarse por un nuevo traslado.
Él ya está en un lugar seguro, rodeado de guías penitenciarios que farrean con los delincuentes, mientras incurre en una nueva faceta: ser el protagonista de un repulsivo video, bien producido, 100 por ciento cultura narco, que poco a poco permea en la psiquis de la gente para volverse cotidiano.
Si la sociedad ecuatoriana no depura su sistema judicial, la violencia nos llevará a la peor de las tragedias. Por eso, tenía que causar profunda indignación el comunicado de la Asociación Ecuatoriana de Magistrados y Jueces, núcleo Guayas, cerrando filas por Poma, como si el sentido común y un poco de amor por la Patria no fueran suficientes para exigirle a un juez ser recto y ponerse del lado de los indefensos.
En el fondo, todos estos abogados saben que no hay razón para temerle al Consejo de la Judicatura. Wilman Terán, con sus formas y sus matemáticas, ha tocado fondo. Prefiere mirarle las costuras a la fiscal Salazar, al ministro Arosemena o al juez Macías; llenarse de lambiscones o vibrar en sus contramarchas, antes que liderar una verdadera causa por sacar a los malos elementos de los juzgados y las cortes, principales protagonistas del fracaso ecuatoriano.
El Cpccs ha hecho liga con la Judicatura y la próxima Asamblea preferirá pedirle cuentas a otros funcionarios menos a él. Iván Saquicela, como titular de la Corte Nacional, le debe una explicación al país por haber encaramado a Terán en la cúspide del poder.
Si la sociedad ecuatoriana no depura su sistema judicial, la violencia nos llevará a la peor de las tragedias.