El centro de la disputa
La principal hipótesis de la eventual eliminación de Construye como agrupación política, es que al presidente Daniel Noboa le interesa captar su electorado y ser la única opción que el anticorreísmo apoye.
Es decir, que la ruptura con la Revolución Ciudadana, luego de la captura de Jorge Glas no tendrá éxito si no saca de juego a la plataforma que, desde la candidatura y posterior asesinato de Fernando Villavicencio, enarbola el combate a las mafias. Hay que tomar en cuenta que son sus simpatizantes los que aplauden el trabajo de la fiscal Diana Salazar, la mujer de mayor credibilidad en Ecuador.
Las revelaciones de Metástasis y Purga, así como la sentencia en EE.UU. a Carlos Pólit, que legitimó el juzgamiento en Ecuador de esos actos de corrupción, se convirtieron en potentes carambolas que Noboa supo esquivar para fortalecer su discurso contra la impunidad.
El Gobierno da pasos rápidos y lee el comportamiento de la ciudadanía. La misma semana que la encuestadora Comunicaliza tabulaba las cifras de respaldo a la consulta popular, determinó que el anticorreísmo, con un 24,5 por ciento de aceptación, ya es más fuerte que la corriente correísta, que está en los 21 puntos. Por lo tanto, si Noboa mantiene el voto joven que ronda el 30 por ciento del padrón, necesitará del anticorreísmo para pensar en un triunfo en primera vuelta, el 7 de febrero de 2025, o en un contundente paso al balotaje del 13 de abril.
Ahora bien, caemos en un error si solo se mira la trascendencia de los comicios venideros únicamente desde la agenda que Noboa arme, por el hecho de comandar el Estado e incidir en organismos como el CNE, cuya presidenta Diana Atamaint puso a su hermano de cónsul en Queens.
El verdadero centro de la disputa está en Quito y en la posibilidad de administrar los votos de amplios sectores que no sienten un liderazgo que los represente.
El alcalde Pabel Muñoz debe lidiar con los enormes pasivos del correísmo en la Capital. Toda la estructura que Guillermo Lasso armó para ganar la Presidencia en 2021 se desarmó en los primeros meses de su gestión y el ‘villavicencismo’ está pasmado a la espera de un relevo que para muchos debe ser la Fiscal.
La enorme cercanía con Wilma Andrade, actual embajadora en España, es un pasaporte nada despreciable para seducir a la Izquierda Democrática a fin de que vista a Noboa de naranja cuando recorra la ciudad. De hecho, ya se intentó un acuerdo para las elecciones anticipadas, pero las fisuras del partido frustraron el plan.
En este punto entra Construye porque su estrategia de polarización aún tiene asidero. Ya no está Villavicencio, pero María Paula Romo y Patricio Carrillo, por ejemplo, recordarán su posición contra las mafias y su defensa de Quito, sobre todo lo que ocurrió en los paros de 2019 y 2022.
Es imposible predecir el éxito de esta estrategia, tomando en cuenta que Romo personificó el desgaste de la administración Moreno. Pero si el país se radicaliza, esos votos pueden aguarle la fiesta a cualquier candidato que esté puntero.
Noboa, más que eliminar un casillero electoral, necesita enfocarse políticamente en Quito. Habrá que ver si hay tiempo para que su estilo se adapte a los símbolos que los capitalinos urgen reivindicar, a riesgo de que otra persona lo haga.