Ataque a nuestra humanidad y economía
La Asamblea Nacional discute una “Ley Animalista”. Esta esconde un objetivo moral que, a primera vista, podría parecer noble: la igualdad de todos los animales, tanto humanos como no humanos. Sin embargo, esta meta moral es una trampa que podría traer consecuencias nefastas para la humanidad y nuestra economía.
Los defensores de esta Ley creen que existe un estándar moral “superior” que aboga por la igualdad entre todos los animales, incluyendo a los seres humanos. Bajo este marco, la vida humana pierde cualquier valor especial frente a la de otros animales. Si tomamos esta premisa al extremo, nos encontraremos ante un dilema ético perturbador: en una situación desesperada donde debamos escoger entre salvar a un niño o a un perro, sería moralmente aceptable elegir al perro. ¿Es este el tipo de moralidad que queremos adoptar?
La Ley, además, se presenta bajo un lenguaje engañoso, disfrazando la igualdad animal bajo el término de “bienestar animal”. Si bien nadie está en contra de evitar el sufrimiento innecesario de los animales, ir en la dirección de equiparar moralmente a los humanos con los animales es una propuesta destructiva y antihumana.
Las implicaciones de esta Ley van más allá de la filosofía moral; afectarán directamente a nuestra vida cotidiana y economía. No solo se transformará en un delito exhibir un hornado, un pollo a la brasa o cuy, sino que las restricciones que crea esta Ley reducirán drásticamente la disponibilidad de proteínas asequibles, en un país donde la desnutrición sigue siendo un problema grave. En otras palabras, la Ley Animalista podría exacerbar la desnutrición al encarecer la proteína animal.
Además, la prohibición de comercializar, importar o producir con piel animal amenaza con dejar a miles de familias sin empleo. Comunidades enteras en lugares como Cotacachi, Quisapincha y Guayaquil, cuya economía depende de la industria del cuero, se verán despojadas de su sustento. La alternativa será volcarnos a la importación de productos sintéticos para elaborar zapatos, carteras, chompas, etc.
La Ley también prohíbe la crianza de aves con líneas genéticas de crecimiento rápido, ignorando que tales aves son el resultado de años de selección genética que ha permitido alimentar a la humanidad eficientemente. Sin estas especies mejoradas, la producción alimentaria se verá gravemente afectada, obligando al país a importar alimentos en lugar de producirlos.
La prohibición de la comercialización, importación o producción con plumas o pelo animal nos obliga a olvidarnos de productos naturales como la lana y a recurrir al poliéster importado. Una vez más, esta medida no solo es económicamente inviable, sino también ambientalmente irresponsable.
La Ley Animalista impulsada por la Asamblea, aunque revestida de un manto de nobleza y ética superior, en realidad representa una amenaza directa a nuestra humanidad y economía. El objetivo de igualdad animal que esconde este proyecto de Ley no solo es moralmente cuestionable, sino también económicamente destructivo y ambientalmente irresponsable. Es esencial que reconsideremos los verdaderos impactos de esta legislación y la sustituyamos por una que elimine el sufrimiento innecesario de los animales, pero que no sacrifique nuestra humanidad ni economía.