Latinoamericanos y las elecciones de EE. UU.
Faltan pocos días para que los electores de Estados Unidos decidan quién será el siguiente Presidente de Estados Unidos. La campaña, exasperante pero reveladora, ha demostrado cuánta desconfianza hay hacia los políticos y las instituciones.
Los latinoamericanos serán fuertemente afectados por el resultado de estas elecciones. El próximo presidente de Estados Unidos jugará un rol vital en los asuntos de guerra y paz, comercio y desarrollo, contraterrorismo, disponibilidad de capital de inversión en América Latina, la inmigración y el tratamiento a los residentes indocumentados.
Una división ha surgido en los últimos años entre los países de América Latina que buscan más cooperación con los EE.UU. y aquellos donde movimientos populistas han hecho de la retórica y política anti-estadounidense un aspecto central de su enfoque. Los vecinos más cercanos en México, Centroamérica y el Caribe, están cada vez más integrados en términos demográficos, económicos, comerciales y culturales con Washington y han optado por la cooperación.
Cuba y Nicaragua fueron las excepciones a esta tendencia, pero Cuba ha dado un giro hacia relaciones de respeto mutuo, mientras que Nicaragua bajo la familia Ortega ha oscurecido la colaboración.
Las tendencias políticas en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Paraguay y Uruguay han rechazado la posición iniciada por Venezuela y el ALBA, de retórica y política anti-estadounidense. Venezuela misma se encuentra en una espiral de deterioro, y es una nación cada vez más aislada.
Bolivia y Ecuador están hoy bajo la presión de proteger sus propios intereses replanteando sus alineaciones. Esta tendencia se reforzaría si las elecciones producen a un Presidente y Congreso estadounidenses que busquen ampliar el comercio y las inversiones internacionales para aumentar la cooperación en las Américas.
Por otro lado, las relaciones serían severamente dañadas si Estados Unidos da un giro hacia el proteccionismo, hacia políticas de “empobrecer al vecino” y hacia un renovado unilateralismo. Esto último podría servir a los intereses políticos estrechos e inmediatistas de los populistas latinoamericanos, como el presidente de Ecuador, Rafael Correa, dio a entender (cuando sugirió que a Latinoamérica le convendría que gane Donald Trump), pero en un sentido si gana Donald Trump sin duda perjudicaría los intereses concretos de la mayoría de los países y pueblos de América Latina.
El peor resultado de las elecciones en Estados Unidos sería que se profundicen aún más las tendencias disfuncionales en la gobernanza: la polarización política y social; divisiones de clase; gobierno estancado; tribunales politizados; amplias falencias para hacer frente a los problemas económicos, educativos, de infraestructura y sociales; cinismo sobre la política, los políticos y las instituciones; y las consiguientes dificultades para mantener a la economía de Estados Unidos como motor de expansión internacional y hemisférica.